En la sección Cartas al Director publicamos hoy una de la señora Elsa Mejía viuda de Bermúdez, quien fuera la esposa del coronel Enrique Bermúdez Varela, el antiguo líder militar de la Contra asesinado el 16 de febrero de 1991, hoy hace 25 años, en el parqueo de uno de los principales hoteles de Managua.
El coronel Bermúdez, quien se identificaba en las filas de la Resistencia como Comandante 3-80, fue asesinado a mansalva cuando ya la guerra civil de Nicaragua había terminado, la Contra se había desmovilizado y desarmado y en el país se promovía oficialmente un proceso de reconciliación nacional. Pero al mismo tiempo muchos excombatientes de la Contra estaban siendo asesinados, igual que el coronel Enrique Bermúdez.
La carta de doña Elsa revela su inmenso dolor por la irreparable pérdida que sufrió el infausto 16 de febrero de 1991. Dolor y clamor de justicia, porque 25 años después del cobarde asesinato de su esposo, dice doña Elsa, “continúa un sombrío manto de complicidad encubriendo a los ejecutores de tan vil crimen… En este triste aniversario ruego encarecidamente a los nicaragüenses buenos que apacigüen mi dolor promoviendo justicia para Enrique”.
Tiene razón doña Elsa al decir que no ha habido justicia para Enrique Bermúdez, pues su asesinato ni siquiera se aclaró y mucho que se juzgara y condenara a los asesinos. Oficialmente no se identificó a los autores materiales e intelectuales del magnicidio, pero todos los dedos índices de los nicaragüenses apuntaron a una sola dirección.
Cabe recordar que el 16 de febrero de 2011, cuando se cumplió el 20 aniversario del asesinato de Enrique Bermúdez, en este mismo espacio editorial expresamos que a esas alturas del tiempo ese crimen estaba “mucho más lejos de ser castigado por la justicia”, pues la impunidad que lo protegió “es ahora mucho mayor que antes”.
En realidad, si no fue posible hacerle justicia a Enrique Bermúdez inmediatamente después de su asesinato, cuando había en Nicaragua un gobierno democrático, mucho menos que se pueda esperar que se haga justicia al antiguo Comandante 3-80 “ahora que Daniel Ortega y el FSN ya no solo mandan desde abajo, sino también desde arriba y han puesto al servicio de su proyecto particular todos los poderes del Estado e instituciones de gobierno. Y “peor aún —señalamos en aquella ocasión—, cuando antiguos compañeros de armas y de ideales políticos del Comandante 3-80, son ahora aliados incondicionales de Daniel Ortega y el Frente Sandinista y avalan los desmanes que estos cometen para tratar de perpetuarse en el poder”.
La sociedad nicaragüense debe reconocer con valentía y honestidad que el mayor defecto del proceso de reconciliación nacional después de la guerra civil, fue la falta de justicia transicional y por consecuencia la impunidad que cubrió los crímenes de guerra, y en particular los que se cometieron después del conflicto armado cuando ya no había nada que los justificara, solo el odioso afán vengativo.
La experiencia histórica demuestra que la verdadera reconciliación nacional solo es posible cuando se hace justicia o por lo menos se reconoce la verdad. Solo con justicia se puede apaciguar el dolor de los familiares de los asesinados, como clama la viuda del coronel Enrique Bermúdez en el 25 aniversario de su cobarde asesinato.