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Sistemas de gestión de seguridad y calidad

Columna semanal: Competitividad Empresarial

Cuando una organización de alta confiabilidad operativa (ACO) —es decir aquella cuyas consecuencias de un incidente industrial podrían ser verdaderamente catastróficas— implanta un sistema de gestión de la calidad, deberá estar clara que esa escogencia podría ser insuficiente.

Generalmente los sistemas de gestión de la calidad son tan buenos como se practiquen, es decir, si son correctamente manejados y mantenidos en el cumplimiento estricto de sus requerimientos. El problema surge cuando una empresa cuyos productos y procesos son intrínsecamente muy peligrosos, el paso lógico debe ser adoptar prioritariamente un sistema de gestión de la seguridad y salud ocupacional —antes que el de calidad— puesto que pensar que el alcance de este, una vez desarrollado, contendrá en sí mismo las barreras y procedimientos que deben caracterizar a un verdadero sistema de gestión de la seguridad, será solamente optimismo puro.

Por muchos años organizaciones ACO habían adoptado los sistemas de gestión de calidad más los de gestión ambiental, como sucedáneos de un verdadero sistema de administración de la seguridad operacional. Simplemente, abrazaban los sistemas ISO 9001 y 14001 para estructurar un “lego” de gestión de la seguridad y salud ocupacional, incluyéndole el tema ambiental.

En 1999 surgió ya OHSAS 18001, que al no haber emergido del seno de la familia ISO, no gozó de la popularidad de esa prestigiosa sucesión, por lo cual, su adopción por las empresas ACO fue muy gradual, por no decir, limitado; aunque tiene atributos poderosos como un marco de gestión de la seguridad y salud ocupacional, beneficiando precisamente, a esas organizaciones.

Los gravísimos incidentes industriales internacionales acontecidos a partir de 2005 —especialmente a British Petroleum (BP)— catalizaron la necesidad de contar con un sistema especializado de gestión de la seguridad operacional y salud laboral (y no más un híbrido), surgiendo en 2015 la ISO 45001, como un estándar articulado, el cual estará oficializado a finales de 2016, para empezar su vigencia como acreditación en 2017.

Esta norma viene a dar un impulso inédito a la gestión de la seguridad operacional, debido a que incorpora toda la experiencia y aprendizaje, no solamente de las ediciones de OHSAS 18001, sino de las buenas prácticas de diversos sistemas de gestión, permitiendo una mayor efectividad en prevención de incidentes, especialmente en organizaciones industriales.

Retomando el punto original, surgen varias preguntas; la primera es: ¿valdrá la pena para una ACO seguir manteniendo los enfoques híbridos —con otras añadiduras— para gestionar la seguridad operacional en forma correcta y efectiva? Puede ser. Si esos dos sistemas lograron mediante liderazgo gerencial evidente, calar con un sentido de utilidad hasta los niveles operacionales más básicos, probablemente hayan creado una cultura correcta que les facilite ahora incluir un sistema especializado más útil y confiable, desarrollando mecanismos y jerarquía de barreras preventivas contra incidentes, principalmente, aquellos con posibilidad de afectación del gran público o de activos ambientales públicos.

La segunda es: si en una ACO los sistemas actuales de gestión de la calidad solamente han sido adoptados como imagen o para efectos cosméticos (situación frecuente que eligen a veces los directivos y cuyo crédito es más bien de quienes le vendieron la certificación) pues lo más indicado será adoptar únicamente el ISO 45001 con toda la energía y dedicación, ya que aunque a usted le hayan vendido y esté convencido que la gestión de la seguridad operacional está intrínseca dentro del enfoque de calidad; por favor, tómelo como una picardía o habilidad del vendedor, y ojalá que un mega-incidente industrial, incluso ambiental, no le muestre lo enorme de esa falacia, estando allí BP con su colección de tragedias para confirmarlo.

www.noalosaccidentes.wordpress.com

Economía competitividad Nicaragua sistemas archivo

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