14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El Forrest Gump ruso

Ha recorrido 109 países sin dinero, desnudo y sin mochila. Ha estado a punto de morir tres veces y no tiene un objetivo claro para sus viajes. Este ruso trotamundos, con apellido de vodka, está ahora en Nicaragua.

Esta historia empieza así. El ruso Yasik Smirnoff camina sin rumbo por el desierto de Gobi, entre China y Mongolia, después de tomar una de las decisiones más absurdas de su vida: caminar solo por el desierto. Lo que empezó como una buena idea terminó convirtiéndose en una sentencia de muerte. La vida se le iba lentamente mientras recorría las inmensas dunas. Y toda el agua abandonaba su cuerpo mientras la temperatura aumentaba.

Smirnoff perdió la orientación, no tenía agua, no tenía comida ni idea de cómo regresar con el grupo de amigos con los que en un primer momento decidió entrar al desierto. Así fue como por su mente empezaron a circular las ideas más locas del mundo. “Llegué a pensar en beber mi propia sangre para hidratarme”, relata el ruso. Y durante dos días vagó sin rumbo hasta que encontró una formación de rocas, un agua verde y maloliente salía de ellas y dice que sintió la felicidad más grande. Se agachó, empezó a beber con dificultad por aquella lengua inflamada que le cerraba la boca hasta que perdió el conocimiento.

Pero antes de continuar, permítame explicarle quién es Yasik Smirnoff y qué hacía en uno de los desiertos más grandes del mundo. Pues verán, Smirnoff fue un niño muy inteligente allá en Siberia, Rusia, donde nació. A los 15 años ya vivía solo. Dice que empezó su vida independiente mucho más temprano y a los 18 se fue a estudiar a China, donde más tarde se casaría. En el primer mes empezó un negocio que iba por buen camino y logró expandirse a cinco países.

Yassik Smirnoff con un beduino. LA PRENSA/Cortesía
Yassik Smirnoff con un beduino. LA PRENSA/Cortesía

Él y su esposa trabajaban 24 horas al día. Los sábados se iban de fiesta y los domingos le dedicaba tiempo a su hobby, la fotografía. Un día una pregunta empezó a rondarle la cabeza: “Si muero mañana, si acabara mi vida, ¿qué me llevaría conmigo?” Y la respuesta era simple: solo la historia de su vida.

Entonces se le ocurrió que podía viajar por el mundo, sin dinero, sin ropa y sin zapatos. Entonces se divorció, canceló sus cuentas bancarias y emprendió el viaje. Su primer destino fue África. En Ruanda estuvo conviviendo con los lugareños y conocía de sus culturas, así desnudo, sin nada de ropa encima. Luego la nariz le apuntó a Uganda y siguiendo con sus travesías un día dejó África para viajar a Granada, en España, donde lo arrestaron por andar desnudo.

Entonces, Smirnoff se puso ropa. Continuó su travesía y así fue como llegó al desierto de Gobi. “Soy Yasik Smirnoff, este es mi número de pasaporte, este es el contacto de mi familia y si encuentran esta cámara díganles que aquí morí”. Ese fue el video que Smirnoff grabó con su cámara en el desierto después de caminar dos días sin detenerse y perder toda esperanza de salir victorioso de aquel infernal lugar. Caminaba tanto porque temía que si se detenía a descansar iba a dormirse y moriría en la arena.

Yassik Smirnoff participando en labores de las diferentes culturas que visita. LA PRENSA/Cortesía
Yassik Smirnoff participando en labores de las diferentes culturas que visita. LA PRENSA/Cortesía

Pero eso al final le pasó. Después de beber de aquella agua verde y maloliente se desmayó no sabe por cuánto tiempo. Hasta que abrió los ojos y estaba siendo cuidado en la casa de un hombre desconocido.

Eso le salvó la vida a Smirnoff, quien tardó en recuperarse de aquellos fatídicos días cuando la muerte lo persiguió de cerca.

Aquel episodio no le provocó una epifanía ni le hizo querer cambiar su vida y mucho menos desistir de su viaje por el mundo. Simplemente dice que se dio cuenta de tantas necesidades que tienen los seres humanos.

Smirnoff continuó su viaje y estuvo en El Congo, en Siria, donde los francotiradores le apuntaban a cada rato y sobrevivió porque los mismos pobladores lo protegían. También casi muere cuando contrajo malaria en la frontera entre Ruanda y Uganda y por si fuera poco en Guatemala cayó en el volcán de Pacaya cuando andaba recolectando rocas.

“Yo no ando buscando el peligro”, refuta Smirnoff cuando se le pregunta por todo lo que ha pasado.

Más bien dice que solo quiere ir por la vida sin tener un objetivo claro, más que el de ir contando su historia. Y esta es la parte en la que su vida recuerda mucho a Forrest, Forrest Gump. Sí, el de la película dirigida por Robert Zemeckis en 1994. Gump corría sin saber por qué. No tenía un objetivo claro y no quería probarle nada a nadie. Solo iba por la vida haciendo lo que le salía en el momento hasta que se convirtió en un popular multimillonario sin saberlo ni quererlo.

Yassik Smirnoff en las pirámides de Giza, Egipto. LA PRENSA/Cortesía
Yassik Smirnoff en las pirámides de Giza, Egipto. LA PRENSA/Cortesía

Cuando Smirnoff viaja a un país no conoce a nadie, se moviliza pidiendo que la gente lo lleve gratis, come gratis, se viste gratis y si consigue trabajo, lo hace de gratis. “Yo trato de devolverle algo a la gente de todo lo que me ha dado”, explica. Así es como en sus viajes va entrando de país en país hasta acumular 109. El pasaporte ruso le da acceso a 87 países y en los que no tiene, debe hablar con los consulados y explicarles qué es lo que hace para ver si le permiten la entrada. En Estados Unidos eso le funcionó, pero en Canadá le dijeron que si no pagaba no entraba, así que no pudo hacer una parada.

Ahora está en Nicaragua después de una larga travesía y partirá en los próximos días. Aquí ha estado haciendo consultorías y trabajos pequeños para ayudar a las personas. Anduvo descalzo unos días, pero como la temperatura subió entonces tuvo que conseguir unos zapatos para poder andar por las calles. Se hospeda en la casa de un nicaragüense que conoció de su historia por medio de las direcciones web que Smirnoff le dio para que viera su vida y de esta manera es que ha estado por casi veinte días en el país.

Yassik Smirnoff en el cráter Santiago del volcán Masaya, Nicaragua. LA PRENSA/Cortesía
Yassik Smirnoff en el cráter Santiago del volcán Masaya, Nicaragua. LA PRENSA/Cortesía

Aunque Smirnoff no es millonario ni quiere serlo, su camino lo ha llevado a ir acumulando historias que cuenta a su llegada a cada país. No quiere volver a su casa, pero dice que sí extraña a sus padres.

No quiere parar nunca, quiere seguir caminando por el mundo, descalzo y ayudando a la gente mientras otras personas lo ayudan a él. Seguirá su camino por América del Sur. Han pasado cuatro años desde que inició su viaje. Ya tiene 22 años y en su camino le ayudaron unas 20,000 personas directamente, pero fácilmente calcula que ha conocido a unas 50,000, una cifra que seguirá creciendo mientras trata de decirle al mundo que se puede vivir sin nada y cambiar los estilos de vida.

Yassik Smirnoff en la Avenida Bolívar, Managua, Nicaragua. LA PRENSA/Cortesía.
Yassik Smirnoff en la Avenida Bolívar, Managua, Nicaragua. LA PRENSA/Cortesía.
El “Ruso Loco”

Yasik Smirnoff también se autoproclama como el “Ruso Loco”.

Su página web puede ser encontrada con ese nombre y las personas que lo han conocido le dicen así.

En sus viajes ha sido aviador, se denomina como el primer torero ruso, pues en México estuvo trabajando en este oficio.

Abrió una cuenta de Facebook hace unos meses y en los primeros 107 países de su viaje no tuvo una laptop ni acceso a internet.

Las fotos se las toman sus amigos o él mismo en los diferentes países a los que viaja.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí