La mañana es fresca, tierna, diáfana y poblada de esperanzas que navegan por el ciber espacio del brillo de sol que se atisba por ejemplo en el Oriente Medio, en donde Caín continúa asesinando a su hermano, los pájaros cantan en la cima de los Sicómoros, el ambiente urbano es tecnológico, ideológico y fervoroso en Tel Aviv, en donde la Cuaresma corre como el viento del desierto y desde una duna se percibe todavía la tentación del pan el poder y la adoración del ser religioso que no logra todavía configurarse con el tener-espiritual.
Los hijos de Alá y Yahvé de los Ejércitos continúan derramando la sangre santa de los santos del padre Abraham y en el autobús de la vida que contiene las energías históricas de todo un sacro pueblo que aún cree en Jesucristo como hijo de Dios y Profeta y que a su vez carga con el virus de su Remanente Arcaico que los ha obligado a descargar fratricidas para el día programado en el Armagedón logro ver al fin una Nueva Esperanza.
Todo comenzó en Nazaret con el anuncio del Ángel Gabriel a la virgen María en Belén, en Jerusalén con la última cena y el traidor de Judas Iscariote, en el Jordán con el bautismo de Juan y el Paráclito, en el desierto de Judá y la tentación, en Caná y su primer prodigio del agua en vino, en Galilea y sus huellas sobre el lago, en Jericó con el milagro al hombre ciego y la conversión de Zaqueo, en Cafarnaúm y la curación de la sirvienta enferma, en Naim y la resurrección del hijo de la viuda, en Betania y la resurrección de Lázaro y en Sicar y su encuentro en el pozo con la samaritana. Hasta llegar al Gólgota en donde Thánatos no logró acabar con el Rabbit, ni el Hades logró tomar autoridad sobre él.
Al caer la noche en el huerto de Getsemaní el temor de las pasiones del Príncipe de la Paz repercuten en las Pléyades de estrellas que tiritan anunciando los mil años del fin a los conflictos y que bien podrían ser tan solo un día en los hijos de Ibrahim, Isaac y Jacob.
Yo, desde mi procesador deposito ahora una mirada al Cristo mestizo de Nicaragua que se encuentra todavía abandonado en las calles y el campo, y observo a Caifás en el clérigo que se sienta a conspirar con el señor presidente inconstitucional de la flagelada república y que se cree ahora el Mesías, el Patriarca y el rey Nabucodonosor.
Al mediodía el perro sol de Semana Santa muerde la carne de los obreros y campesinos y el pobre se lamenta de que la mierda no tenga todavía por lo menos en esta temporada algún valor para así poder dejar de cagar a la intemperie, mientras la fauna del parlamento al salir de vacaciones se vuelve a lavar las manos por ética y estética al igual que Poncio Pilato y Barrabás lo hicieron en su momento. Y Jezabel, Baal-zebú y la primera dama pactan en un aquelarre con el dios Marte simbolizado en un árbol de hierro.
Por la noche los perros ladran aterrorizados ante el fúlgido plenilunio escarlata de la luna que como un espejismo parece incendiarse entre las embravecidas aguas del Pacífico, en donde los amantes tirados en las arenas de Poneloya, la Boquita, Pochomil y San Juan del Sur te ayudan a creer de nuevo en el poder del amor y la unidad.
Hoy, al resucitar la malva mañana sobre Managua, me levanté temprano pensando precisamente en vos que no tenés voz, en tus llagas, tus clavos, tus laceraciones, tu costado herido, en la corona de espinas que llevas puesta, en tu global crucifixión y con ganas de llorar el llanto reprimido en navidad y en mi madre que ya no está conmigo, en la sangre de los Santos Ángeles caídos por la Liberación Nacional y en todo lo demás.
Y tomando el desvencijado bus-gusano de metal colectivo me dispongo ahora a enfrentar de nuevo la rutina y la cotidianidad debajo del inclemente y vanidoso brillo de sol de verano, no sin antes saludarte virtualmente y de hinojos ofrecerte mi corazón contrito y humillado espiritualmente por seguir creyendo en el Amor, el trabajo, el sacrificio y la libertad.