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Nicaragua: Desnudos sin control en internet

En las redes sociales hay páginas y perfiles que hacen publicaciones sobre la vida privada de personas. Estas tienen la característica de empezar sus estados de forma similar a “La Tulacuecho”, la famosa canción de Carlos Mejía Godoy

Carla, de 16 años, pensó en matarse. “Estaba desesperada, destrozada y llorando. No quería saber nada de nada”, recuerda. La joven corinteña —a quien llamamos Carla para proteger su identidad— forma parte de la lista de 10 muchachas del mismo pueblo que un mal día se vieron expuestas, desnudas o en actividades sexuales en diferentes redes sociales de internet. El escándalo no era pequeño. Un video y 500 fotografías íntimas se regaron como pólvora en cosa de dos días por todo el pueblo, y ya sabemos que “en pueblo pequeño, infierno grande”.

¿Cómo fue que estas muchachas se tomaron esas fotos y, más importante aún, quién fue el que las difundió para todo el mundo? El principal sospechoso es un exnovio de Carla, a quien llamaremos Eduardo, con quien mantuvo una relación de dos años, en la que había envío de fotos “calientes” y todo iba bien hasta que comenzó el chantaje.

Eduardo usaba las fotos íntimas que tenía para obligarla a mandar más fotos y a tener relaciones sexuales con él, a pesar que la relación ya había terminado. “Me amenazaba con que le iba a decir a mi familia. Me obligaba a mandarle fotos y a tener relaciones. Yo, pues, ya andaba con un muchacho oficialmente y él me comenzó a hostigar de nuevo”, cuenta.

Y no se detuvo. Le advirtió que para que pudiera dejarla en paz, debía enviarle videos de ella “tocándose”. Los envió. “Carlita, Carlita… tené cuidado que te tengo en mis manos”, le dijo al recibirlos.

El mal día llegó cuando un amigo le advirtió que su video andaba circulando por las redes sociales. “Esa noche lloré como no tiene idea”, asegura. Le reclamó a Eduardo, pero él negó todo, excusándose con que su teléfono había sido hackeado.

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Páginas difamatorias

Una plaga está creciendo, episcopal ente en los pueblos pequeños: las páginas difamatorias. Además de Corinto, se sabe que existen páginas dedicadas exclusivamente a exponer la honra de las personas en Jinotepe, El Ayote, Tecolostote, León, Chinandega y Managua, donde la vida privada de mayores e incluso menores de edad son expuestas con nombres y apellidos. No hay medida en estas publicaciones. Se exhiben cuerpos desnudos de niñas, jóvenes, adultos y hasta ancianas. Se habla de las personas casadas y sus supuestos amantes y se describe con lujo de detalles la vida sexual de cualquiera.

Las Tulacuecho

En las redes sociales hay páginas y perfiles que hacen publicaciones sobre la vida privada de personas. Estas tienen la característica de empezar sus estados de forma similar a “La Tulacuecho”, la famosa canción de Carlos Mejía Godoy, diciendo: “No quería publicar esto, pero…” y la sopa empieza a servirse y la lengua a desenvainarse. Este tipo de perfiles y páginas cometen el delito de injuria, pues aunque la información que publiquen sea real, si lesiona la dignidad, honor, o imagen de la persona será penado por la Ley.

Incluso medios de difusión masiva, como Radio Ya, perteneciente a la familia gobernante, difundieron recientemente un pleito por infidelidad en El Ayote, donde una mujer casada publicó en las redes sociales las fotos de una supuesta amante de su marido que encontró en el teléfono de este. La radio a su vez publicó las fotos en su página web cubriendo la cara de la mujer pero puso su nombre completo, y resulta que la supuesta amante es, según su perfil de Facebook, una niña de 14 años, de uniforme colegial y todo.

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El caso de Corinto, donde también estuvieron involucradas menores de edad, resonó en el país. Repentinamente las fotos estaban difundidas en celulares y redes sociales. “Comenzaron a difundirse las fotos en los teléfonos y fue como una onda. Empezaron dos, tres, cinco, hasta llegar a 500. Salieron afectadas menores de edad de 12 y 13 años. Luego mujeres adultas y hasta extra adultas”, asegura la abogada Alba Urey, integrante de un comité de apoyo a las muchachas víctimas.

Urey afirmó que hasta donde tiene conocimiento, las fotografías fueron enviadas por las víctimas a sus novios. Sin embargo, otras “supuestamente” no las habían enviado a nadie, y no se explican cómo las fotos salieron de sus celulares. Una compañera de la abogada en el caso, dueña de un ciber, dijo a la Policía que presume que están hackeando el servidor central del wifi que está disponible gratuitamente en el parque de la ciudad.

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Fuera de control

Tras la nube de especulaciones y el rosario de posibilidades que hay sobre cómo se puede perder el control de una fotografía solo una cosa es segura: nunca están seguras. Robos, reparaciones, ventas rápidas, interceptación de información, publicaciones en internet.

El experto en marketing digital y encargado de Bacanalnica, Manuel Díaz, advierte que la mejor forma de protegerse es no crear ese tipo de fotos y videos. “La gente dice ‘¿y para qué te tomaste esa foto?’ y no necesariamente es un reclamo, sino que yo lo vería como una advertencia. Si te la tomás, no hay manera de cuidarte”.

Y aquí le ponemos un ejemplo. Digamos que usted va a un parque, y como ya es costumbre en Nicaragua, hay wifi libre. Se conecta y decide enviar una fotografía provocativa. Hay formas para que alguien pueda interceptar esa información sin que usted se entere. “Si el wifi no tiene clave y los datos que se transportan no están encriptados cualquiera lo puede hacer, es bastante fácil. Las redes están hechas para brincar de punto a punto y si vos te colocás en medio de alguien que está conectado podés descifrar los paquetes, o la información que estás mandando y ver qué hay dentro”, explica Díaz.

Los “sniffers” son aplicaciones o programas especiales para redes informáticas, que permiten como tal capturar los paquetes que viajan por una red. Según el experto, cualquier alumno de segundo año de Ingeniería podría hacerlo. Y aunque, por ejemplo, la mayoría de las redes sociales como Facebook o Twitter encriptan la información, no es imposible descifrarla. Y hay más.

Alba Urey, la abogada que ha apoyado a las víctimas en Corinto, tiene otra hipótesis de cómo las fotos pudieron ser hurtadas de los dispositivos: los robos y las reparaciones de estos.

Según Manuel Díaz, de Bacanalnica, con los robos, reparaciones y ventas rápidas de los celulares y las computadoras se corre riesgo de que la información sea tomada, pues, y aquí volvemos a la encriptación, si los archivos multimedia han sido eliminados recientemente y no están encriptados pueden ser recuperados fácilmente.

Y aunque la forma más común de perder el control del contenido es enviándoselo a alguien más, no en todos los casos se da de esta forma. A Mariam,  quien decidió ocultar su nombre para proteger su identidad, un descuido en un ciber le provocó pesadillas y sufrimientos durante nueve años.

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“Viviré con eso toda mi vida”

La idea parecía divertida. Mariam, de 27 años, estaba sola en casa y aún no empezaba a vestirse para ir a la universidad cuando una amiga llegó con una cámara prestada. “Loca, te voy a tomar unas fotos”, le dijo. “Yo le dije que estaba loca… pero se me encendió el bombillo malo y me puse algunas piezas de lencería y con todas me tomó fotos”, recuerda Mariam. Y aunque se tomó otras sin nada de ropa, asegura que no expuso sus áreas íntimas, se las tapaba con las manos.

Fueron varias fotos en total. El visor de la cámara estaba dañado y ambas amigas fueron a un ciber para ver las fotografías. Las descargó y eliminó de la cámara y la computadora. Pero —nueve años después—, recuerda que jamás las borró de la papelera de reciclaje de la máquina.

Pasó aproximadamente un año y medio, cuando alguien le dijo: “Mirá, yo no sé, pero ahí andan unas fotos tuyas  sin ropa”. “¡No puede ser! ¡No soy yo!”, gritaba.

Mariam ni siquiera recordaba las fotos para ese entonces. Pero una vez que se enteró fue como dinamita. “Nunca me atreví a preguntarle al muchacho de la cámara de la vergüenza que sentía”, asegura.

Lo sabían todos. En la universidad, en el barrio, en la ciudad. Era un secreto a voces. Sus fotos estaban en Facebook, en los celulares, los cibers. Mariam no podía salir de su casa. Cada vez que iba por la calle los grupitos que “se hacían” cerca de la casa le gritaban: “Ahí va la zorra. ¡Mirala! la de las fotos, no pareciera”. Cuando pasaba por los bares que quedaban cerca de su casa los borrachitos le decían: “Te ves linda desnuda amor”. Tuvo que cambiar el número de su celular, porque le escribían y la llamaban diciéndole: “¿Dónde te veo amor?, me dicen que hacés las cosas muy ricas”.

“En la universidad una compañera y yo tuvimos una discusión por un folleto de clases y estábamos en pleno examen. Ella se levantó y me dijo: ‘¿Sabés qué? podré ser odiosa y todo lo que querrás, pero no soy prostituta ni salgo desnuda en páginas de internet’. Todo mundo estaba en silencio. Ella se levantó y se salió. Yo dejé de hacer el examen, me levanté y me fui a un rincón. Lloré durante tres horas”, relata Mariam, como aquella tarde en la universidad, entre lágrimas.

Para ese entonces su familia había comprado una moto y algunos vecinos dijeron que era porque ella se prostituía. A su hermano le habían enseñado las fotos, y durante una pelea entre ambos le gritó llorando: “Por tu cabeza tan estúpida ahora ni siquiera amigos tengo. Todos mis amigos solo saben hablar de la misma mierda, tus malditas fotos. Estoy harto de que todo mundo me pregunte por lo mismo”.

Esas fotos se convirtieron en su carta de presentación. A cada lugar que llegaba se las ingeniaban para enviar las fotografías. Como periodista dio sus prácticas de radio y ahí también las llevaron. De hecho, mientras presentaba un programa de televisión en vivo alguien llamó por teléfono diciendo: “¿Quién es esa para estar hablando en público de moral? Si las que salen desnudas en internet ni siquiera saben de lo que hablan”. Se quedó sin habla y con la tez pálida.

Incluso, las fotos fueron enviadas donde actualmente labora. Han pasado nueve años desde que sucedió todo y aún sufre las consecuencias. “Me afecta quién está ensañado en joderme. Estamos en 2016 y las fotos las trajeron a mi actual centro de trabajo. Voy a vivir con eso toda mi vida”, asegura, con los ojos llenos de lágrimas.

En su caso las fotos fueron filtradas en Facebook. Manuel Díaz, de Bacanalnica, asegura que cuando una fotografía de este tipo se encuentra en Facebook lo que se debe hacer es buscar que varias personas denuncien la página o la fotografía. “La gente tiene que denunciarlas para que Facebook se dé cuenta de que son fotografías privadas o pornográficas. Y va a depender de cuánta gente la denuncie. No se sabe exactamente si son diez o veinte o treinta, pero tiene que ser más de uno”, explica.

Según el psicólogo Julio César Jiménez, las consecuencias de ser expuesta en Facebook incluyen “síntomas de frustración, pueden desencadenarse episodios depresivos, incluso, ya se han visto casos de personas que se han suicidado, principalmente adolescentes y preadolescentes que han pasado por este tipo de comportamientos”.

Por otro lado, la sexóloga Clara Nimia Cáceres explica que la exposición puede dar lugar a comentarios destructivos, ataques a la dignidad, sextorsiones que van a incidir negativamente en todos los campos de la vida de la víctima.

La sextorsión es el chantaje o extorsión por sexo y es uno de los riesgos del sexting, una práctica que gracias al desarrollo de nuevas tecnologías, aplicaciones y redes ha ido creciendo en América Latina.

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Mensajes, amor y sexo

Lourdes (nombre ficticio), de 21 años, quien también es una de las diez víctimas de Corinto, Chinandega, tenía una relación a distancia con su novio, que vivía en el extranjero. Frecuentemente viajaba a Nicaragua para visitarla y estando lejos, ambos se enviaban fotografías para mantener su intimidad a la distancia.

“El término sexting proviene del inglés ‘Sex’ (sexo) y ‘Texting’ (envío de mensajes). Que consiste en intercambiar imágenes y videos con alto contenido sexual  a través de mensajes, correos electrónicos, redes sociales u otros medios electrónicos. El intercambio se realiza entre personas que se consideran de confianza”, explica Clara Nimia Cáceres, sexóloga.

Según la experta, hasta cierto punto el sexting puede ser evidencia de buena salud sexual en una relación, sin embargo existen sus riesgos en cuanto al uso que se le pueda dar al contenido si cae en manos equivocadas.

“El sexting tiene mayor presencia en adolescentes y jóvenes quienes confían ciegamente en la tecnología y sus distintas opciones para comunicarse sin tomar en cuenta los riesgos que esto puede conllevar; ciertamente esto incidirá negativamente en la salud mental de la víctima en este caso”, dice.

Jorge Flores, director de Pantallas Amigas, una web que informa a los jóvenes sobre el uso de la tecnología, manifestó al diario El País de España que quienes practican sexting “lo hacen para ligar, coquetear, o simplemente relacionarse y divertirse. Otras veces lo hacen por la presión del grupo, el sentimiento de pertenencia o el deseo de transgredir. Pero, en general, no ven las consecuencias. No creen que las imágenes vayan a salir. Pero salen, algunas veces, incluso, como una broma”.

Durante uno de sus viajes a Nicaragua, Lourdes tuvo un problema con su novio por lo que tuvieron que separarse. Él le dijo que había borrado todo lo que ella le envió.

Tres meses después, Lourdes conoció a quien hoy es su esposo. Su exnovio “se molestó y me amenazó que o lo dejaba o me publicaba las fotos. Yo le dije que no me importaba, porque en realidad no creí que fuera capaz de hacerlo”, cuenta Lourdes.

Lo hizo. Él le aseguró que le habían robado el celular y de ahí las habían sacado; sin embargo, un amigo de Lourdes le confirmó que su expareja había enviado las fotografías a un grupo de Whatsapp y las fotos también fueron filtradas en Facebook.

“Me afectó mucho moralmente… Hasta ahora convivo con alguien en el mismo hogar y a mi esposo le afectó demasiado que todo el mundo le dijera cosas. Quise irme del país, estuve como 15 días sin dar la cara”, asegura la víctima.

Según el estudio de Pantallas Amigas, Sexting en Latinoamérica-Una amenaza desconocida, el 56 por ciento de las personas que practican sexting lo hacen como “un regalo sexy de pareja”. El estudio también indica que al menos el 8 por ciento de las mujeres ha tenido problemas con el sexting, mientras que de los hombres que lo practican 10 por ciento los tuvo.

Lourdes es parte de este porcentaje y asegura que en cuanto su expareja regrese a Nicaragua tomará acciones legales en su contra.

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La comisión de un delito

Enrique (también nombre ficticio) es otra de las víctimas de Corinto. En una ocasión salió a divertirse con sus amigas y una de ellas, a quien llamaremos Pamela, le pidió prestado su teléfono para hacer una llamada.

“Yo le dejé el teléfono a ella y al calor de los tragos me olvidé de él. Pero cuando ya íbamos de regreso le pedí mi celular”, cuenta Enrique.

Luego de unos dos meses, esa misma amiga le envió su fotografía provocativa, asegurando que alguien más se la había enviado a ella. “A las dos semanas otra amiga me reveló que Pamela había agarrado la fotografía de mi teléfono y la había publicado en un grupo de Whatsapp”, asegura.

“Hay que crear campañas con gente especializada. A través del ejemplo de nosotros mismos, que una vez tuvimos respeto y lo perdimos, van a pensarla muy bien antes de tomarse una fotografía que dañe su imagen como personas. Mandando fotografías no van a encontrar al amor de su vida”. Enrique, víctima de la difusión de imágenes provocativas en Corinto, Chinandega.

A los tres días empezaron los problemas. La foto se difundió como un virus hasta que llegó a manos de su mamá, quien hasta ese momento desconocía que su hijo era homosexual. “Tuve que enfrentar todos los problemas de un solo, con mi familia, con mi trabajo. Yo trabajaba en un instituto donde me bloquearon porque me dijeron que daba mala imagen”, se lamenta.

Se alejó de muchos amigos porque sufría de bullying. También terminó la relación con su pareja y la relación con su mamá resultó dañada después del episodio.

Enrique decidió tomar represalias legales, pero Pamela, la difusora de las imágenes, lo amenazó a través de redes sociales, asegurándole que si la demandaba tendría aún más problemas y que se anduviera con cuidado en la calle.

“Hablé con un abogado pero me dijo que no podía hacer nada porque desde el momento en que yo le facilité mi teléfono yo estaba autorizando que ella hiciera con el teléfono lo que ella quisiera. Mi error fue facilitar mi teléfono”, explica la víctima, por lo que creyó que perdería el caso y solo sería gasto de dinero para él.

Según Álvaro Leiva, abogado especialista en derechos humanos, haber entregado el celular es un atenuante en la comisión de un delito. “Si vos me prestás mi teléfono y yo te lo cedo, asumo la información que está en mi teléfono y que la estoy disponiendo a tu persona”, explica.

Sin embargo, pueden valorarse las agravantes, como el hurto, que es cuando hay confianza entre dos personas y una sustrae lo que es de la otra sin su autorización. “En ese caso, podría hacerse una revaloración de la conducta delictiva de la persona”, dice Leiva.

En el cine nicaragüense

La Pantalla Desnuda es una película original de Camila Films, también productora de La Yuma, en la que retrata la historia de una pareja de enamorados, Alex y Esperanza. Alex decide guardar un recuerdo de la relación y se filma con su celular teniendo relaciones con ella. Sin embargo, su amigo Octavio se apodera de su teléfono y difunde el video en toda la ciudad, arruinando la vida de ambos amantes.

Al contrario de Enrique, pocas víctimas se deciden a tomar acciones legales en contra de sus victimarios, según los abogados consultados, por miedo a seguir dañando su imagen y exponiéndose, o por desconocimiento de la protección que brindan las leyes en los casos de filtración y publicación de imágenes e información privada.

“A veces se me baja el ánimo. ¡Cómo no hemos llamado nosotros a las muchachas! Vengan, aquí estamos nosotros, somos mujeres, estamos trabajando preocupadas por esto, le vamos a dar asesoramiento. Pero nadie llega, nadie quiere. Tienen miedo”, se lamenta Alba Urey, abogada de Corinto, quien se ha encargado personalmente de “atemorizar” a quienes pueden tener esas fotografías, advirtiendo que la Policía está investigando y que si encuentran las fotos en algún teléfono “se los va a llevar la madre”.

En palabras de Álvaro Leiva, las víctimas que inician un proceso contra su victimario “son casos muy aislados. Prefieren tener silencio ante un delito o difamación de esta índole, puesto que quien realiza esta violación son personas íntimamente ligadas a las víctimas y a veces optan por el silencio y no por acudir a las autoridades competentes para su debida sanción y castigo, o para intuirle un proceso a una persona que, sin autorización expresa, difame a un ciudadano”.

Si usted ha sido víctima de este tipo de situaciones, debe saber que es un delito, y que puede ampararse en la Ley, ya que esta contempla delitos como: Apertura o interceptación ilegal de comunicaciones, Acceso y uso no autorizado de información, Injuria y Propalación.

Además de estos delitos contemplados en el Código Penal de Nicaragua, acciones como la filtración y difusión de imágenes violan el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por las religiones del mundo.

El abogado experto explica además que cuando la víctima sea menor de edad, será un agravante del delito y la pena será mayor.

Los psicólogos, sexólogos, abogados y expertos en estos casos llaman a las víctimas a presentarse ante las instituciones correspondientes y denunciar este tipo de casos, pues es necesario hacer saber que se está cometiendo un delito, penado por el Código Penal nicaragüense.

Lo que dice la Ley

Delito de Apertura o interceptación ilegal de comunicaciones, contemplado en el artículo 192, del Título III de Delitos contra la vida privada y la inviolabilidad del domicilio, Capítulo I del Código Penal: “Quien ilegítimamente abra, intercepte o por cualquier otro medio se entere del contenido de una carta, un pliego cerrado o un despacho telegráfico, telemático, electrónico o de otra naturaleza que no le esté dirigido, será penado con prisión de seis meses a dos años. Si además difundiera o revelara el contenido de las comunicaciones señaladas en el párrafo anterior, se impondrá prisión de uno a tres años”.

Delito de Acceso y uso no autorizado de información, artículo 198 del Título III de Delitos contra la vida privada y la inviolabilidad del domicilio, Capítulo I del Código Penal: “Quien, sin la debida autorización utilice los registros informáticos de otro, o ingrese, por cualquier medio, a su banco de datos o archivos electrónicos, será penado con prisión de uno a dos años, y de doscientos a quinientos días multa”.

Delito de Propalación, artículo 195 de la Ley 779, Ley integral contra la violencia hacia las mujeres: “Quien hallándose legítimamente en posesión de una comunicación, de documentos o grabaciones de carácter privado, los haga públicos sin la debida autorización, aunque le hayan sido dirigidos, será penado de sesenta a ciento ochenta días multa”.

Delito de Injuria, artículo 203, Título IV de Delitos contra el honor, Capítulo II del Código Penal: “Quien mediante expresión o acción, lesione la dignidad de otra persona menoscabando su fama, imagen, reputación, honor o atentando contra su propia estima, será sancionado con pena de cien a doscientos días multa”.

Artículo 14 del Código de la niñez y la adolescencia: “Las niñas, niños y adolescentes no serán objeto de abusos e injerencias en su vida privada y la de su familia o en su domicilio, pertenencias, propiedades o correspondencia, salvo en los casos establecidos en la ley, ni de ataques a su honra o reputación”.

Artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por las religiones del mundo:

  1. Toda persona tiene derecho a la privacidad. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia.
  2. Toda persona tiene derecho a una buena reputación.
  3. Es el deber de toda persona proteger la privacidad y la reputación de todos.

“Hay que crear campañas con gente especializada. A través del ejemplo de nosotros mismos, que una vez tuvimos respeto y lo perdimos, van a pensarla muy bien antes de tomarse una fotografía que dañe su imagen como personas. Mandando fotografías no van a encontrar al amor de su vida”.

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