Román “Chocolatito” González subió con la presión de seguir impresionando como el boxeador número uno del mundo que es, pero al final estaba consciente que el combate no fue como se esperaba. Ganó fácil, pero el deleite que acostumbraba a brindar sobre la tarima no fue constante, fueron lapsos nada más.
Una vez terminado el combate Román, que lució pérdida del cabello producto del estrés, como lo catalogó su entrenador Arnulfo Obando, sabía que el sazón de la victoria no estuvo entre los ingredientes.
“El muchacho se movía mucho, por eso se me complicaba acorralarlo y así noquearlo, tengo que darle mérito porque cuando lo conecté con fortaleza Arroyo soportó y respondió”, indicó “Chocolatito”.
Lea: “Gallo” Estrada vuelve al trabajo después de operación
“Quería fajarme, siempre lo buscaba, pero todo el tiempo se marchaba, sabía que si se quedaba lo noqueaba. Hay que decir que en el boxeo no hay rival pequeño, ambos teníamos manos y no nos podíamos confiar por completo”, explicó González, como uno de los principales factores de que el combate se fuera a la distancia.
Arroyo sabía que había perdido, por eso cuando se dijo el fallo ya estaba con la cabeza hacia abajo, su esquina era un velorio y para ellos era un martirio tener que escuchar las tarjetas como mazos en el oído y el orgullo, porque una cosa era sobrevivir y deleitar, él vivió el final para contarlo, pero ahora nadie querrá contar con él por lo evasivo que se vio.
“Andaba en buenas condiciones y di lo mejor de mí, a veces las cosas no salen tan fáciles como una quiere, tiene que emplearse a fondo, pero al final conseguimos lo importante que era triunfar. Pienso hacer una pelea más en las 112 libras y luego partir a las 115”, concluyó “Chocolatito”.
