14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Evangelizando, templos
Gonzalo Cardenal M.

La hombría cristiana (II entrega)

En mi reflexión del sábado pasado describía algunos antihéroes que el mundo está presentando a nuestra juventud, distorcionando el modelo que Dios nos presenta en las escrituras.

Tan anticristiano es el prototipo violento como “drop-out” que se escapa del mundo, el avasallador como el pasivo. El bisexual como el supermacho.

La confusión es real y nuestros jóvenes —nos guste o no— son arrastrados de un modelo a otro. Creo que a todas estas generaciones les faltó un modelo claro de hombría cristiana, si no lo encontraron en sus padres. El Señor nos está llamando hoy a no permitir entre nosotros otra generación de jóvenes confusos. Necesitan del modelo cristiano y nosotros estamos llamados a ser ese modelo.

El Señor no nos llama a repetir necesariamente las acciones del viejo testamento, pero sí a ver en sus hombres un modelo de lo que Él los llamó a ser.

En mi comunidad hemos difundido mucho una alegoría tomada del ejemplo de Josué. De lo que Dios espera de él. Se sintetiza en el mandato del Señor de cruzar el Jordán y abrir brecha hasta conquistar la tierra prometida que hasta ahora sigue siendo territorio enemigo.

La alegoría es muy hermosa, pero sintetiza además muchos aspectos que van ligados al carácter masculino. Les voy a pedir que lean Josué 1:1-9,18. En este pasaje Dios le dice: “Arriba pues, pasa ese Jordán, tu con todo este pueblo, hacia la tierra que yo les doy… yo estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré… se valiente y firme… no tengas miedo ni te acobardes”.

Le manda hacerse obedecer de su pueblo. En el cap. 24 lo vemos mandando a los suyos el temer al Señor y servirle con fidelidad.

Josué es alguien que guía a su familia y a su pueblo y que hace uso de su autoridad. Es valiente y firme, recto y fiel. Conoce la palabra de Dios y de su ley. Por eso teme a Dios más que a los hombres y busca cumplir su voluntad aún a riesgo de perder, su posición, su prestigio o incluso su vida en la conquista de un territorio peligroso y hostil. Son algunos de los rasgos de carácter necesarios para este continuo quehacer de ocupar un territorio para Dios.

La alegoría se vuelve aún más hermosa y descubrimos muchos otros matices en ella cuando vemos el papel de la mujer. Si la metáfora básica era para el hombre la de conquistar el territorio, la metáfora básica para la mujer es la de “hacer un lugar para él” o “dar calor al nido”. No encuentro la frase exacta para describirlo por lo que recurro a una descripción del hogar cristiano muy bella que hizo mi amigo Chale Mántica. Dice así:

“El hombre construye la casa, la construye fuerte, la guarda y la protege. La mujer la convierte en hogar. La hace habitable. El hombre conquista el territorio de la sexualidad, la mujer lo embellece y sublima. El hombre es pilar de fe, la mujer fuente de amor. El hombre se hace respetar, la mujer se hace amar. El hombre es riesgo, la mujer seguridad. El hombre es trabajo, la mujer descanso para él. El hombre es fuerza, la mujer fortaleza. El hombre es iniciativa, la mujer paciencia. Dios la hizo distinta para ser complemento y no rival. Ayuda adecuada, no competencia. El hombre lleva el liderazgo en la familia. La mujer lo asiste y lo sostiene”. La visión de la mujer cristiana está sintetizada en Proverbios 31. Léanlo esta noche.

El autor es miembro del Consejo de Coordinadores de la Ciudad de Dios.

[email protected]

Opinión cristianismo Fe Hombría archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí