Libertad y democracia
Recientemente le he enviado una carta abierta al presidente de la República Argentina, ingeniero Mauricio Macri.
Le he dicho que el triunfo de la agrupación política, bajo su dirección en las últimas elecciones, ha sido acogido con júbilo por la inmensa mayoría de las organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos y de las instituciones democráticas y libres en Hispanoamérica
La Argentina de los Kirchner había sumido al país en un estado de crónica postración económica, social y cultural al servicio de sus abominables, intereses. La ley estaba al servicio de la arbitrariedad, de la corrupción y de la persecución a los que se consideraba enemigos por haber osado defender la justicia social y el equilibrio de las instituciones republicanas. Y todo esto bajo una pátina revolucionaria y la solidaridad internacional de gobiernos de vocación totalitaria (Cuba-Venezuela).
El presidente Macri ha devuelto la esperanza en el futuro de una nación libre del odio y de la miseria.
Es evidente que el trabajo de reestructuración del orden social es arduo y que todos los males no pueden ser suprimidos de una sola vez. Pero un tema debería ser objeto principal de sus desvelos, a saber, el que se refiere a los casi dos mil presos políticos, condenados por magistrados prevaricadores al servicio del fanatismo político, que perviven en condiciones deplorables, por no decir inhumanas.
El presidente Macri sabe mejor que nadie que en la lid guerrera que tuvo lugar hace decenios —promovida por la conjuración de las izquierdas totalitarias (“Convertiremos los Andes en la Sierra Maestra del continente”, dijo Fidel Castro)— ambas partes cometieron actos de barbarie que deben ser expiadas. Injusto a todas luces es sin embargo que la justicia haya soslayado los desmanes del terrorismo y se ensañe en el castigo indiferenciado de la totalidad del Ejército argentino (al que el gobierno constitucional de la época había encomendado la tarea de aniquilar la insurrección).
Más de 300 de estos presos —muchos sin juicio ni condena legal— han perecido en las mazmorras. Liberar a estos presos —inocentes mientras no se demuestre lo contrario— es un imperativo moral urgente. Confío en la rectitud de su conciencia.
Dr. José Leopoldo Decamilli. Berlín.
Desaforación y deforestación
Desde el mismo momento de la firma del pacto Alemán-Ortega el panorama político se oscureció en Nicaragua. Gracias a esto el derrotado dictador regresó al poder en el 2007 para que se olvidara la década perdida o la gran noche oscura que recordó el papa santo Juan Pablo II: tiempo de robos, exilios forzados, confiscaciones y miles de muertos que siguen esperando justicia.
En esta nueva dictadura Ortega cambió su sistema de gobernar. Ya no es revolucionario ni izquierdista, solo se esfuerza para estar en la lista de los nuevos millonarios. Su alianza con el gran capital le ha dado resultado ya no defiende a “los pobres del mundo” y permite que su círculo de confianza agrande su capital bajo el alero del Estado. Muchos orteguistas: diputados, ministros, generales, alcaldes y amigos cercanos son denunciados como depredadores del bosque, incluido Alba Forestal propiedad de la familia gobernante la que es protegida por el “Ejército ecológico”. Las autoridades encargadas de proteger nuestros recursos naturales se hacen los ciegos, sordos y mudos mientras jueces y magistrados buscan agradar al dictador demostrando que la ley no es ciega porque ve con el ojo del oportunismo.
La ley es como la serpiente, solo muerde al que anda descalzo: un productor segoviano cortó en su propiedad 60 árboles de pino para sembrar café, el pecado está en que es diputado de oposición, la jueza orteguista que lo acusa ya lo obligó a renunciar a su inmunidad y es seguro que lo condenarán para encarcelarlo. Esto que solo pasa en este país propiedad del dictador, debe verse por el lado positivo; quizás así despierten y se les quite el miedo a los diputados y concejales del PLI que solo reciben el salario y se les ha olvidado que fueron electos para que el bien derrote al mal y saben que Dios está con ellos porque siempre la luz se impone sobre las tinieblas.
Leopoldo Villalta López.
Educación y discriminación
¿Quién no ha escuchado en reiteradas ocasiones este consejo: “Estudiá para que seas alguien en la vida”? “Ser alguien”, en nuestro contexto nacional, no se refiere a concluir la escolaridad básica, sino a culminar una carrera universitaria y obtener un trabajo bien remunerado que conceda grandes privilegios.
¿No estudiar, sea por cualquier razón, significa entonces “ser nadie”, o sea “no valer” ante quienes sí han tenido la oportunidad de profesionalizarse? Esta es, lastimosamente, la concepción de la educación que letrados e iletrados tienen y de la cual se aprovechan los primeros para dominar a los segundos.
Jamás olvido que una vez una profesora del Ministerio de Educación pasó por todo el barrio exhibiendo su título universitario, viendo con inferioridad a los vecinos. Se detuvo ante una muchacha que cargaba a su hijita y le dijo: “Mirá, esto (el diploma) nunca lo vas a tener vos porque no estudiaste y sos una burra”. Desde ese día muchas personas tuvieron problemas con la recién graduada, pero nadie decía nada porque las autoridades judiciales, dado su cargo en la institución mencionada, se ponían de su lado.
Con base al hecho narrado y a experiencias similares que he conocido, me pregunto: ¿Cuántas personas han sido tratadas injustamente por los “profesionales” de nuestro país? ¿Cuántos casos han quedado impunes por la sencilla razón de que las partes en conflicto son un profesional que ocupa un cargo importante en alguna institución del Estado y una persona que es “nadie”?
Mientras nuestra educación se base en los privilegios de unos por encima de otros; mientras la mentalidad profesional ambicione enormes salarios para pisotear la dignidad de los demás; mientras las instituciones públicas no supervisen el trabajo de sus empleados ni incorporen el componente humano en los servicios que prestan, la escritura seguirá siendo un instrumento de dominación y la base de la discriminación, jamás del desarrollo.
Sobre nuestro sistema educativo actual aún queda mucho por reflexionar y construir.
Ricardo Guzmán Sánchez.
Equívocos con Tipitapa
Dentro de las peculiaridades de los residentes de Tipitapa, está la de que en su mayoría no son autóctonos, han inmigrado de diferentes partes del país, eso sugiere una convergencia multicultural. Igualmente se puede catalogar a la ciudad como puerto terrestre debido a la conexión con la zona norte, sur, este y oeste del país. Una buena parte de los ciudadanos poseen empleo fijo fuera de la jurisdicción .
Creo que los gobernantes municipales se equivocaron en designar a la ciudad como turística a sabiendas que la infraestructura era insuficiente para acompañar el nombramiento. El municipio cuenta con apenas tres sitios con capacidad para el albergue a turistas nacionales y extranjeros, siendo estos; 1) La Hacienda San Jacinto, lugar histórico del país; 2) el centro turístico El Trapiche y 3) los Baños Termales.
Por otra parte, en algunos restaurantes de la circunscripción aún ofertan el famoso pescado a la Tipitapa, es un enorme guapote (sin espina) frito. Sin embargo este potencial gastronómico no ha sido explotado por los actuales gobernantes, a los que les sugiero se apropien y promuevan tan suculento platillo.
Hay registros de esfuerzos que se hicieron para elaborar un Plan de Desarrollo Municipal en el año 2002 y la conformación de un Comité de Desarrollo Municipal. Este plan contemplaba acciones para la mejora de la infraestructura y desarrollar una verdadera ciudad competitiva y turística. Sin embargo, es notoria la presencia de Zonas Francas, mismas que no dejan ingresos a la municipalidad por múltiples exoneraciones de impuestos referidas en la Ley de Zonas Francas y su reglamento.
¿Este contexto es la pauta para designar a la ciudad como industrial? Es obvio que los ciudadanos esperamos que los actuales y futuros gobernantes del municipio, revisen el descuido de tan inminente equívoco.
Salomón Samuel Mendoza Suárez, municipalista.