14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Juan Carlos Ampié, crítico de cine.

Juan Carlos Ampié, crítico de cine.

X-MEN: Apocalipsis

La mejor secuencia es básicamente un refrito de la película anterior: Quicksilver (Evan Peters) recurre a su pasmosa velocidad para salvar vidas en una situación mortal.

La franquicia de X Men se ha convertido en uno de los territorios más fértiles para Marvel. Han extraído dos ciclos de películas corales, una serie de “origen” sobre Wolverine, otra de bajo costo y alto rédito con Deadpool. X Men: Apocalipsis es probablemente la peor de todas. También es un punto bajo para Bryan Singer, quien ha dirigido un total de cuatro películas de esta estirpe.

El prólogo nos lleva al antiguo Egipto, donde una multitud vitorea fuera de una pirámide, mientras en su interior se ejecuta un extraño ritual En Sabah Nur, un avejentado coloso azulado de extraña armadura, trata de transmigrar su conciencia a un cuerpo más joven. La ceremonia es interrumpida por saboteadores que dejan la edificación en ruinas y el ente adormecido bajo los escombros.

La secuencia de créditos nos trae a 1983. Los mutantes se encuentran dispersos en el mundo, en diferentes grados de ostracismo y marginación, pero el despertar de En Sabah Nur los convoca a enfrentarse en dos bandos. El gigante es, aparentemente, el primer mutante. Su poder le ha permitido traficar con bandera de Dios a través de los tiempos, responsable en diversas ocasiones de exterminar y reiniciar a la civilización humana. Es justo eso lo que pretende hacer, si es que los mutantes “buenos” no lo detienen a tiempo.

La película anterior, X Men: Days of Future Past, hacía un buen trabajo a la hora de plantar a sus personajes fantásticos en el escenario de la Guerra Fría. En Apocalipsis, la proyección a la historia antigua, imbuida de elementos sobrenaturales, solo sirve para invocar kitsch egipcio. A veces, pareciera que estamos en una copia de las ya de por sí malas películas de La Momia (1999-2008). Coquetean con criticar la religión, pero un producto comercial como este no puede generar mucha controversia. La animación digital es omnipresente y evidente, dándole a muchas escenas una cualidad artificial y poco convincente. La mejor secuencia es básicamente un refrito de la película anterior: Quicksilver (Evan Peters) recurre a su pasmosa velocidad para salvar vidas en una situación mortal. El escenario de los ochenta justifica el abuso del detrito de la cultura popular. Logos, marcas, ropas y peinados llaman la atención, pero el contexto histórico de la época es desechado, más allá de un guiño a la carrera armamentista nuclear.

Nada de eso importaría si la narrativa funcionara, pero no es el caso. Tenemos largas escenas en que un persona expone sus motivos mientras los otros lo escuchan pacientemente, todo para que estemos claros del desarrollo de la trama. Reina el diálogo expositivo. Las peores víctimas de esto con Rose Byrne, regresando como la agente de la CIA Moira McTaggert, quien despierta inadvertidamente al villano; y el mismísimo en Sabah Nur, re bautizado como Apocalypse —aunque nadie lo llama por ese nombre—. El pobre Oscar Isacc es irreconocible, con voz distorsionada y fisonomía oculta bajo prótesis y maquillaje. Aquí termina la buena racha que lo llevó a la cúspide del arte (Inside Llewyn Davis) y el comercio (Star Wars: El Despertar de la Fuerza).

Los mutantes han servido como alegoría todo propósito para representar a grupos socialmente marginados. En Apocalipsis, la mitología monopoliza el escenario. Mientras más colosal es la destrucción, menos humana se vuelve la película. Algunos personajes, en su afán por integrarse, terminan atrapados en una “historia de origen” que no termina. Véase el caso de Magneto (Michael Fassbender). El estancamiento es evidente. El segundo ciclo de X Men cierra en una nota menor. Bostezo pensando en la inminente reiniciación.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí