La denuncia que una exprovedora del Estado presentó en la Comisión de Probidad de la Asamblea Nacional, sobre irregularidades en la contratación y pago por los altares y otras decoraciones públicas que el Gobierno manda a instalar en Navidad y Año Nuevo en el centro de Managua, es un botón de muestra de la gran corrupción gubernamental que todo mundo percibe.
El régimen orteguista no permite el acceso de los medios independientes a la información sobre el manejo de los negocios públicos, pero de todas maneras cada vez y cuando la corrupción sale a la superficie. La corrupción no se puede ocultar porque, como dijera Claudia Frixione —vicecontralora general de la República en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro—, es como un ratón muerto: no se sabe donde está pero el tufo se siente. De allí que a pesar del hermetismo informativo del régimen orteguista, Nicaragua ocupara el año pasado el lugar 133 en el Índice de Percepción de Corrupción en el mundo, que elabora anualmente Transparencia Internacional.
Las irregularidades en el negocio de los altares navideños representan un caso de corrupción pequeño, pero muy significativo. Es una muestra de la corrupción generalizada en la administración del Estado, propiciada por un sistema de gobierno que maneja los negocios públicos con discrecionalidad absoluta, donde los órganos de control son inoperantes o cómplices de los corruptos y a los medios de comunicación independientes se les impide el acceso a las fuentes oficiales de información.
Dice el presidente de China, Xi Jingping, que en la corrupción en el Estado participan “ moscas y tigres”. El líder chino está impulsando una enérgica lucha contra la corrupción que, a pesar de que sus adversarios la califican como pretexto para librarse de sus adversarios políticos, desde el año 2012 ha permitido que más de cien funcionarios de alto rango del partido comunista y el Estado fueran encarcelados, procesados y algunos de ellos inclusive fusilados.
En Nicaragua, por el contrario, solo son atrapadas algunas “moscas” de la corrupción. Precisamente ayer, LA PRENSA dio a conocer la noticia de que en el último informe de la Procuraduría General de la República (PGR), se dice que desde 2007 hasta febrero de este año solo hubo 45 casos de corrupción, todos ellos “raterías” de pequeña monta cometidas por cajeras, vigilantes, jefes de bodega, recolectores, asistentes ejecutivas, y otras “moscas” del mismo nivel.
A los grandes “tigres” de la corrupción no los tocan. Ellos amasan sus grandes fortunas al amparo del Estado con toda impunidad, en la oscuridad del secretismo gubernamental. Pero aún así, de vez en cuando se logra conocer algunos casos de los “tigres” corruptos, gracias al esfuerzo excepcional y admirable de los periodistas que investigan la corrupción.
