INTERROGANTES
No nos equivoquemos, aquí las grandes interrogantes para estas próximas votaciones no están en saber quién será la formula de Daniel Ortega, ni si invitarán o no a la observación electoral “oportuna y creíble” o si habrá o no una distribución justa entre los funcionarios electorales. No. Esas son preguntas que casi se contestan solas. La gran interrogante para mi es cuántos diputados les dará esta vez Daniel Ortega a la oposición. ¿Se recetará él más de los 63 diputados que tiene ahora para demostrar que su popularidad avanza o, al contrario, cederá algunos escaños al PLI o al PLC para que vean que hasta él pierde escaños con este Consejo Electoral que “dicen” que controla? ¿Cuántos le tocarán al PLC y cuántos al PLI? ¿Será capaz de desbaratar al PLI para quedarse siendo elegido ya descaradamente solo entre puros compadres hablados?
DUEÑO ELECTORAL
Seamos sinceros. Daniel Ortega bien podría ganar con el cien por ciento de los votos si quisiera. El sistema electoral dejó de ser del Estado para ser suyo. Privado. Puede dejar participar o eliminar a cualquier partido que quiera. No se siente obligado por ninguna ley a nada, porque desde hace unos años para acá él es la ley. Entonces, si puede disponer del cien por ciento de los votos a su favor, si puede decidir quién participa en el juego y quién no, y si puede asignar los diputados que le ronque al partido que quiera, todo, todo, lo que consigan los opositores serán concesiones, regalos que haga, porque hoy por hoy no hay ninguna presión, ni interna ni externa, que le obligue a hacer lo que la ley y el sistema democrático manda. Estas son las elecciones que vienen.
GOLPES BAJOS
El fraude hasta podría no estar esta vez en el conteo de votos. El día de las votaciones podría ser un modelo matemático: tantos votos depositados, tantos votos contados. Hasta podrían los votos ser adjudicados al partido que le corresponden, y, ya de magnánimos, hasta ser leídos por Roberto Rivas tal cual corresponden. Y aún así habría fraude. Es que la técnica que están usando para el fraude es la que le recomiendan generalmente a los boxeadores: golpear a las partes bajas del rival para que luego la cabeza caiga sola. Desde hace tiempo vienen desbaratando cualquier posibilidad de crear una oposición digna, los echan a pelear con sus mercenarios en litis judiciales que nunca resuelven, manipulan las fechas, parecen más bien interesados en demostrar que se robarán los votos para estimular el desánimo, y así, poniendo mil obstáculos, haciendo mil triquiñuelas, esperan llegar a unas votaciones donde no haya rival que los enfrente ni ciudadanos que quieran participar. Y dirán que ganaron limpiamente, tal como lo decían las encuestas.
CANDIDATO
La trampa está en un proceso electoral tan manifiestamente viciado y corrupto que excluye a los ciudadanos de participar. Ni como candidatos ni como votantes. Daniel Ortega no es un candidato imposible de derrotar como lo ponen las encuestas. Los que pasa es que han creado las condiciones para que quienes le podrían ganar no puedan o no quieran participar. Aquí hay un buen grupo de personas que podrían estimular el entusiasmo de la población pero que jamás aceptarán una candidatura porque no tiene sentido alguno participar en unas elecciones donde los resultados serán los que Ortega diga que sean. Es probable que usted como yo tenga varios nombres en la cabeza. Pero, no hay chance de competir. Sería como participar en un combate donde usted lleva balas de salva y su adversario balas vivas. Plomo, pues.
BERTA VALLE
Es que si aquí existiese un sistema mínimamente confiable, aparecerían más candidaturas como la de Berta Valle, una muchacha popular, buena persona, inteligente y, no se equivoquen, es más que una cara bonita de la televisión. Ojalá los partidos entendieran que si de verdad quieren disputarle el poder a Ortega no lograrán resultados distintos haciendo las mismas cosas de siempre. Entender a los partidos como un espacio de socios donde la cúpula se reparte las candidaturas en pago a sus correrías, es estar cayendo en la trampa del sistema. A mí me gusta ver gente como Berta Valle en las papeletas electorales porque precisamente busca darle candidatos por quién votar a ese 40 por ciento de los ciudadanos que ya no creen es los partidos políticos. Escoger candidatos solo entre los que “les cuesta la causa”, los condena a pellizcar votos en ese pobre cinco por ciento que simpatiza con ellos.