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Edna Medina. LA PRENSA/Uriel Molina.

Edna Medina. LA PRENSA/Uriel Molina.

Edna Medina: “No quiero morir acostada”

Revista Domingo trae la historia de Edna Medina, una mujer que sin perder su sonrisa batalló durante 20 meses contra un cáncer que estuvo a punto de matarla. Hoy dice: “Sobreviví”

De Edna Medina se podrían decir muchas cosas. Podría comenzarse diciendo que es una morena guapísima, alta y de ojos negros brillantes. Podría decirse que es una persona que habla de ella misma en tercera persona: “No me desvinculé de la Edna”. O que sorprendió a todos cuando al cumplir 30 años le diagnosticaron cáncer en los senos y acometió la lucha contra su propia enfermedad con un entusiasmo que no se había visto antes. Podría decirse que es una luchadora de causas sociales, y que, entre el receso de las quimioterapias y las operaciones que sufrió, participó en Managua en dos marchas contra el Canal, entregó 300 filtros de agua en comunidades de Chinandega y Matagalpa, y le alcanzó tiempo y energías para un “Zumbatón Baila por la vida”. Podría decirse que escribía cada vez que podía en su blog www.ednamedina.wordpress.com. Pero prefiero comenzar diciendo que es una mujer pura sonrisa. Y que esa sonrisa la mantuvo incluso en los 20 meses que batalló contra el cáncer. Que tanto sonreía que muchos ni le creían que estuviese a punto de morir por 15 tumores que invadieron sus senos y cruzaron hasta sus pulmones. Y ahí estaba esa sonrisa imborrable, sostenida apenas en el rostro demacrado después de la quimioterapia. Y ahí estuvo en el peor momento, en ese cuando tuvo la certidumbre que iba a morir y comenzó a poner sus asuntos en orden. Esta, entonces, más que una entrevista a una paciente que se recuperó del cáncer, es la historia de una sonrisa que lo derrotó.

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Comencemos por el inicio: ¿cómo se recibe una noticia de este tamaño: tenés cáncer?
Creo que mi reacción fue bastante típica. Fue difícil pero natural. Creo que el mayor miedo sobre el cáncer creo que es, uno, la relación a la muerte inmediata, y dos, el miedo a lo desconocido.

¿Cómo le dieron la noticia?
Yo fui donde el ginecólogo en enero (2014) y me mandaron a mi casa con un mal diagnóstico. Y luego tuvo que crecer otro tumor que no estaba en enero para que yo fuera otra vez donde el doctor y ahí si dijera: “Vamos a revisarte, vamos a ver lo que pasa”.

Luego, estábamos en el hospital. Era la hora de almuerzo. Yo me había hecho la biopsia una semana antes. Estaba con unas amigas. Cuatro señoras porque tenía una amiga en cuidados intensivos. Me llamó el ginecólogo y me dijo que si podía ir a su consultorio, que tenía los resultados de mis exámenes. “Te los quiero entregar”. Para mí eso era normal. Si había nerviosismo. ¡Claro que sí! Una de las señoras que estaba conmigo me acompañó a la consulta y fue raro porque no estaba mi ginecólogo. Se había ido de viaje. Estaba su asistente. Los resultados: son positivos para células malignas. Cáncer. En ese momento yo lloré. Le dije a mi amiga, doña Ana Quiroz: “Ya sabemos lo que viene”. “Sí —me dijo— ya sabemos lo que viene”. Ver a la gente que me quiere con temor de que me voy a morir, eso es muy fuerte. Muy fuerte, muy fuerte.

¿Le incomodaba “el pobrecita la Edna”?
Me incomodaba porque miraba el miedo en los ojos de las personas que me quieren. La agresividad del cáncer era un tema bastante importante en mi caso. No poderle decir a las personas que querés, “no te preocupés, que lo que pase estará bien”, es difícil.

Un cáncer en Nicaragua es casi una sentencia de muerte.
Sí, porque tenemos demasiadas deficiencias en el país. En mi caso no solo es que era cáncer, es que tenía 15 tumores cancerígenos. Si tratar uno es difícil, tratar 15 ya le cambia la perspectiva a los doctores, a mí, y a todas las personas que han convivido con el cáncer.

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¿Pensó en la muerte?
Sí lo pensé. Y decía: “Bueno, tal vez hasta aquí llegué”. Lo que sí pensé es que mi vida no iba a estar enfocada en que llegara la muerte de esa sentencia. Yo no iba a estar pensando si me moría o no. Estaba pensando que el día en que yo abriera los ojos era un día en el que yo iba a vivir. El miedo que podía sentir a la muerte para mí se convirtió en la alegría de vivir. Este día podría haber estado muerta, pensaba.

Usted asumió su enfermedad con una frase: “Rockear el cáncer”. ¿Qué significaba exactamente en ese contexto?
(Ríe) Tuvo un impacto que jamás me imaginé. La empecé a usar en mi primera quimio. Rockear es como “ponerle ganas”. Yo no quería recibir la quimioterapia. Mi primera gran decisión fue pasar de un tratamiento natural, que era el que yo quería seguir, a sentarme con oncólogos, con naturistas, y ver las realidades. Que las personas que conocen el poder de lo natural, de las plantas, me dijeran: “Edna, no tenés tiempo, no podés”. Que la guanábana cura el cáncer, que si te tomás el veneno del alacrán azul cubano se te va a quitar… ¡Y yo probé todo! Pero ellos mismos me dijeron: “Lo que no podés es no tener quimio”. La quimio es el tratamiento más duro cuando uno tiene cáncer. No lo quería pero no me voy a oponer, porque de esto depende mi vida y esto me va a dar una oportunidad. Pero tampoco lo voy a recibir como una imposición.

Edna Medina durante el tratamiento de su enfermedad. LA PRENSA/Archivo.
Edna Medina durante el tratamiento de su enfermedad. LA PRENSA/Archivo.

En las redes sociales siempre se miraba una Edna optimista, sonriente… ¿Así era o solo veíamos una cara de la moneda?
Lo que pasa es que después de la quimio yo pasaba diez días en cama y durante esos diez días no se veía la Edna. Desaparecía.

¿Se deprimía?
Deprimirme no es la palabra. Entré en momentos de angustia. De mucha angustia y decisiones difíciles. Y eso me hizo replantearme muchas cosas del tratamiento y de mi vida. Esos momentos los viví en silencio. Pero en el momento en que yo me sentía bien, que dejaba de tener náuseas, yo me iba al mar. Luego me iba a la montaña.

¿Cómo asumió la pérdida del cabello?
Perder el pelo fue difícil, pero no fue algo que me marcó. Cuando te ves en el espejo y ves que tu esencia está ahí, que sos vos misma, el pelo no tiene tanta importancia. Si recibí mucho (insulto) de personas de todo tipo y clase social, vendedores en los semáforos que me decían lesbiana porque no tenía pelo y lo hacían de una forma ofensiva. Hasta personas que me veían en restaurantes de mucha clase, digamos, y se reían de mí. Yo me corté el pelo incluso antes de comenzar el tratamiento. Y me lo corté para donarlo a Conanca, para que hicieran pelucas a los niños (con cáncer). A pesar de la clara diferencia de mi pelo largo a mi cabeza pelona, creo que también hubo mucha comprensión de la gente que me quería. Yo no sé si me lo decían porque me quieren, pero todo mundo me decía: “Que bella que te ves pelona”. Yo decía que la gente está un poco loca. “Qué bonita está tu pelona o parecés Nefertiti en las fotos”. La gente realmente me daba ese mensaje de “te ves bien”.

Otro símbolo tradicional de la feminidad que sufrió estragos son los senos.
La imagen puede ser un poco fuerte. No me avergüenza, no me hace sentir incómoda. Del seno izquierdo perdí el pezón. Hay una herida que cruza todo el seno. Fue una mastectomía completa. Entré al dilema de ¿me operaba una o me operaba las dos? Durante el tratamiento de la quimioterapia aparecieron dos tumores en el seno derecho. Ya no se hizo biopsia porque ya estaba en quimio. Si están saliendo tumores, ya se daba por hecho que es algo más complicado. Luego entré a la fase de implantes. ¿Me pongo o no me pongo? Si me los pongo ¿cuál es la razón? No quería ponérmelos porque no quería hacerme una cirugía estética, que en realidad no es estética, porque es como una prótesis, igual que si no tuviera un brazo o una pierna. No quería tomar esa decisión por alguien más, la quería tomar por mí. No por cómo me vaya a ver la gente, no porque la gente note en mi camisa que tengo senos o no tengo senos. Y es curioso porque la gente me ve ahora y lo primero que hace es ver cómo se mira.

¿Cuál fue su peor momento a nivel anímico?
El tema de la muerte lo asumí desde mi primer blog. Estaba reconociendo con la enfermedad de forma muy cruda y muy dura, muy de pronto, a mis 30 años, la fragilidad de la vida. Y haber llegado a un momento de mi tratamiento en que el doctor me había dicho, primero vamos a darte seis quimioterapias y luego, a la cuarta, decirme que “mirá tengo que cambiarte el tratamiento, no está funcionando, necesitamos cambiar de medicamento, te voy a dar cuatro más”. En ese momento es que yo dije, okey, no quiero seguir en eso. No porque me rindiera sino porque hay cosas que dan resultado y otras que no. Ese fue el momento que dije, si lo que tiene que pasar es que voy a morir, no quiero morir acostada, postrada en una cama. Quiero disfrutar, quiero hacer lo mejor que pueda en el tiempo que me queda. Ese fue el momento más duro, y tuvo que entrar toda mi familia al rescate.

Dijo que la certidumbre de la muerte le hizo tomar algunas decisiones.
La primera decisión es que esto tenía que ser algo mío, no podía poner a mi familia a tomar una decisión si yo estaba mal. La segunda decisión fue hacer el viaje ligera. Emocionalmente habían pasado muchas cosas antes de la enfermedad: problemas personales, familiares, causas en las que me había metido. Las decisiones fueron tomadas más a nivel personal o nivel interno. Mi terreno en el cementerio lo pagué desde hace cinco años. Y mi doctor me decía: ¿cómo alguien que tiene 29 años tiene un terreno en el cementerio? Tengo muchas cosas pendientes que quiero hacer y tengo muchas cosas que hice por primera vez estando enferma.

Edna Medina. LA PRENSA/Uriel Molina.
Edna Medina. LA PRENSA/Uriel Molina.

Ha anunciado que ya está libre de cáncer. Dijo en su blog que es un milagro. ¿Por qué un milagro?
Yo pasé de tener dos tumores en los pulmones a tener tres, después a tener seis, y después a no tener ninguno. El milagro está en los tumores de los pulmones y está en mi vida. Yo no debería estar sentada aquí hoy. Mucha gente no lo cree, porque no asocia a la Edna que estaba llena de vida cuando estaba en quimioterapia, que sonreía, que daba entrevistas, con la Edna que estaba punto de morir. Para mí, estar hoy igual de sana a como estaba antes, con los cambios físicos que tuvo mi cuerpo después de haber pasado por todo el tratamiento del cáncer es un milagro. Yo creo en Dios y para mí Dios es amor. El milagro de vivir y poder dar testimonio y de haber hecho de esta enfermedad un instrumento para llegarle a otras personas, es verdaderamente un milagro. El milagro es que yo ya no tenga cáncer, pero hay milagros mucho más allá. Un amigo me decía durante el tratamiento: “Edna, ¿vos le pedís a Dios que te sane?” No, no le pido eso a Dios. “¿No tenés fe?” Claro que tengo fe. Pero a veces el milagro no es sanar. Hay otros milagros que son más difíciles de ver.

¿Por ejemplo?
Creo que la propia actitud con que tomé la enfermedad y haberla vivido desde la gratitud y el amor.

¿Cómo fue que recibió la noticia de que estaba libre de cáncer?
Me llegaron los resultados de los exámenes y yo estaba sola. Y no sabía a quién preguntarle qué significa esto. Decía: “No hay lesiones significativas”. Me hicieron exámenes completos. ¿Esto dice que estoy limpia? Era difícil entrar en la alegría y tuve que esperar que llegara alguien más y preguntar: ¿Esto significa que yo ya no tengo cáncer?

¿El doctor no te dio la noticia?
Me llamaron por teléfono. Uno trae los resultados y después se los llevás al médico. Me tomó como cuatro horas llamar porque no quería llamar y preguntar. ¿Esto qué significa? ¿Estoy sana? Porque había entrado en un proceso de angustia, porque ya no sabía lo que pasaba.

¿Y qué sintió cuando le confirmaron la noticia?
Lloré. Lloré de alegría. Y ahora que ya no voy al hospital ¿qué va a pasar? Porque el hospital me daba cierta seguridad. La seguridad que estaba enferma pero también la seguridad que estaban haciendo algo por mi vida.

¿Cómo está su vida ahora?
Yo tuve la ventaja que no me desvinculé de la Edna, porque nunca dejé de ser la Edna. Y aún entre las quimios, entre la operación, hubo momentos en los que fui a la marcha contra el Canal, con mi turbante en la cabeza para que no se me quemara la pelona. Dejé de trabajar y lo inmediato que tengo que hacer es conseguir trabajo. Necesito sobrevivir y volver a retomar mi experiencia profesional. La Edna política, que es una ciudadana, no cambia con un cáncer o no. Incluso estoy más comprometida porque vi las deficiencias del sistema. Para mí, el tema de la política pública de salud es vital ahora. Sé el valor que tiene, no el dinero, sino las oraciones y la solidaridad que la gente tiene con uno.

Dijo “el dinero no es importante…” pero estas enfermedades son muy costosas. Mucha gente muere porque no tiene dinero para pagar el tratamiento.
Carísimo. El dinero tiene su valor, pero para mí (también) el valor de las campañas de solidaridad, donde vos podés ayudar a alguien y cambiarle la vida. Es que yo creo que las oraciones te sostienen en los momentos de dificultad.

 

“Había desde vendedores en los semáforos que me decían lesbiana porque no tenía pelo y lo hacían de una forma ofensiva, hasta personas que me veían en restaurantes de mucha clase y se reían de mí”. Edna Medina, sobreviviente de cáncer.

Edna Medina optó por nunca perder su sonrisa. LA PRENSA/Cortesía.
Edna Medina optó por nunca perder su sonrisa. LA PRENSA/Cortesía.
Plano personal
  • Edna Medina, soltera, tiene 31 años y nació en Ticuantepe. Tiene siete hermanos.
  • A los 18 años comenzó a involucrarse en causas más sociales a través de una comunidad católica que trabajaba con niños en riesgo.
  • Dice no ser noviera ni enamoradiza. “Eso es de familia”, asegura.
  • Un día perfecto es estar en la montaña, con un libro.
  • Durante los 20 meses de su enfermedad se organizaron dos conciertos en solidaridad que tenían por lema: “Rockeando al cáncer”.
  • Al primer concierto llegó sin mascarilla y se contagió de gripe, que se le complicó por el proceso de quimioterapia que vivía.
  • Dice ser “siempre feliz”, a pesar de los momentos duros porque cree haber encontrado el balance en su vida: “No todo es terriblemente malo, pero no todo es felizmente bueno”.

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COMENTARIOS

  1. Geovanny Martínez
    Hace 8 años

    Gracias por tu historia. No tenés idea de lo poderosa que es en otras vidas.

  2. Espíritu de Libertad
    Hace 8 años

    Edna Medina, tienes una linda sonrisa que nunca se apago si no que se mantuvo viva hasta tu sanación, una historia de vida hermosa, como Nicaragüenses debemos trabajar por mejorar nuestro sistema de salud y amar la vida. Nicaragua necesita de todos. Bendiciones y éxitos para esta joven damita de bella sonrisa.

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