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Las madres dolorosas

La celebración del Día de las Madres es una excelente oportunidad para rendir a las madres nicaragüenses el homenaje que merecen, a todas ellas, desde la más humilde hasta la más prominente en la sociedad.

Se conoce que en la fe católica ocupa un lugar muy especial la Virgen María, en su condición de Madre de Dios. Pero también como Madre Dolorosa, que representa los siete inmensos dolores que debió sufrir María, desde el primero, que le causa “la profecía de Simeón” durante la presentación de Jesús en el templo, cuando el profeta le augura que una espada traspasará su alma —con el sacrificio de su hijo—, hasta el séptimo, que lo siente cuando Jesús es sepultado.
El significado de la Madre Dolorosa se puede entender como la representación literal de los sufrimientos de María por la inmolación de su hijo Jesús. O se puede interpretar como la metáfora de que además de gozar la gloria de la maternidad, las madres sufren al parir con dolor a los hijos, al sentir como propias sus enfermedades, y a veces, al tener que verlos morir y darles sepultura cuando pierden la vida de manera prematura. Y, lo que es peor todavía, cuando la vida de sus hijos es cortada de manera brusca, violenta e injustificada.

Al decir esto pensamos en todas la madres dolorosas de Nicaragua que han sufrido y siguen sufriendo por la muerte de sus hijos. Y en algunos casos recientes en particular, como el de doña Irinea Mejía, cuyos hijos Josué Sael, de 23 años, y Elmer, de 39, fueron asesinados el 8 de noviembre de 2011, junto con su padre Mercedes Torres. A los hijos de doña Irinea, igual que a su esposo, los asesinaron activistas del partido oficialista y policías al servicio del régimen, sin ningún motivo, solo por un irracional odio político homicida hacia las personas que apoyan al PLI, el partido de la oposición.

Al hablar de madres dolorosas nos referimos igualmente a la señora Yelka Ramírez, cuyos menores hijos José y Aura Marina, de 13 y 11 años de edad, respectivamente, así como su hermana Katherine Anielka, de 25, fueron asesinados de manera atroz el 11 de julio del año pasado, en Las Jagüitas de Managua, por una patrulla de policías que pretendieron justificar su crimen con el pretexto de que el carro en el que viajaban las víctimas no se detuvo cuando ellos dieron la orden de alto, y por eso lo ametrallaron.

Pero pensamos también en las madres de los alzados en armas contra el régimen, que han muerto en combate o ejecutados extrajudicialmente por las fuerzas represivas. Y en las madres de los policías y soldados que han perdido la vida en la lucha contra los rebeldes, unos y otros hermanos nicaragüenses. Nadie, de cualquiera de los dos bandos debería morir ya por motivos políticos, después de tanta sangre que se ha derramado para que haya libertad, democracia y elecciones limpias en Nicaragua.

Vayan, pues, para las madres que tienen vivos a sus hijos, nuestro deseo de que disfruten con ellos este día sagrado. Y para las madres que han perdido a sus hijos en cualquier circunstancia, la comprensión de su dolor inconsolable y el sentimiento de nuestra solidaridad.

Editorial madres Nicaragua archivo
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