Las socias de tres cooperativas del occidente del país cumplieron el sueño de alcanzar la independencia económica al establecer pequeñas empresas en las que dan valor agregado a productos agropecuarios.
“Este es un sueño hecho realidad… yo empecé llevando estos productos (elaborados lácteos) hechos de forma artesanal a la universidad, en Somotillo, ahí la gente me compraba y vi que era un buen negocio y había demanda”, dice Cony Carrasco, presidenta de la cooperativa agroindustrial Mujeres Solidarias de La Carreta, en Somotillo, Chinandega, con 13 socias.
Para Carrasco este es solo el inicio, “porque nosotras soñamos en grande, vamos a empezar con poco, pero en unos años yo veo esta cooperativa procesando grandes cantidades de leche y vendiendo productos con calidad en el país y en el extranjero”.
Por su parte las veinte socias de la cooperativa agroindustrial Fidelina Artola, también ubicada en La Carreta, optaron por elaborar, con la carne de los cerdo que ellas mismas procesan, chicharrones, moronga, nacatamales y otros productos y actualmente gestionan un tramo en el nuevo mercado, “para tener una venta fija y destazar todos los días”, expone Hilda Carrasco García, vicepresidenta de la cooperativa.
En tanto, 25 socias de la comunidad La Danta, decidieron procesar maíz para elaborar rosquillas. La instalación y equipamiento de las tres plantas de procesamiento se concretó con el apoyo del proyecto empoderamiento económico de mujeres organizadas, ejecutado por el Centro para la Promoción, Investigación y el Desarrollo Rural (Cipres), con el apoyo de Oxfam.
RETOS PENDIENTES
Para Gloria Cardenal, directora del Cipres, el establecimiento de las pequeñas empresas es un primer paso porque estas mujeres tienen que superar muchos retos todavía.
“Además de sacar adelante las plantas, les queda el reto se seguir trabajando con la Alcaldía y avanzar en las relaciones cotidianas para que en su vida familiar también las vean como unas mujeres empoderadas y vivan cada vez mejor”, dijo.