La sentencia condenatoria contra un guatemalteco y una nicaragüense, en el caso de trata de personas en la modalidad internacional con fines de explotación sexual, fue dada a conocer este 24 de junio por Marbely Blandón, jueza de Distrito Penal de Audiencia y de Distrito Penal Especializado de Violencia de Género en Nueva Segovia.
La sentencia detalla que para la procesada Ángela Fonseca García, de 48 años, alias “La Changa” y originaria de Ocotal, deberá purgar 19 años de prisión y mil días multa por el delito de trata de personas en modalidad internacional con fines de explotación sexual. Además, por el delito de lesiones psíquicas leves, la jueza dictó seis meses de prisión y la inhabilitación absoluta mientras dure la condena.
Para el guatemalteco Marlon Estuardo Osorio, la jueza Blandón dictó 19 años de prisión y mil días multa por el delito de trata de personas en modalidad internacional con fines de explotación sexual. Además, deberá cumplir 8 años de prisión y 300 días de multa por el delito de proxenetismo y 6 meses de prisión por el delito de lesiones psíquicas leves e inhabilitación absoluta mientras dure la condena.
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La jueza Blandón resolvió no dar lugar al incidente de nulidad del juicio solicitado por la defensa, a cargo del abogado Gabriel Díaz. Una resolución del Tribunal de Apelaciones manda al judicial a cargo del juicio a incorporar una prueba de la defensa, anulada en la fase de audiencia de ampliación de pruebas.
La representante del Ministerio Público en Nueva Segovia, Sandra Mata, comentó que “esa sentencia está firme y es válida, pero en ningún momento el Tribunal ordenó a la jueza que anulara el juicio ni el fallo de culpabilidad. Eso, según la Ley, lo podrá hacer la defensa en segunda instancia si apelara de la sentencia condenatoria y lo pidiere al Tribunal de apelaciones”.
NIÑAS VÍCTIMAS
El Ministerio Público comprobó que Ángela Fonseca García era la persona que, disfrazada de vendedora de ropa casa a casa en una comunidad rural de Nueva Segovia, captaba a las muchachas, las convencía y las transportaba a Guatemala bajo pretexto de que tendrían trabajo cuidando a un niño en esa localidad.
El guatemalteco Marlon Estuardo Osorio fue identificado como el contador de un club nocturno, socio principal de la propietaria del centro de prostitución, que paga a la tratante por cada nicaragüense conseguida y cobra a los clientes por “el alquiler” de los cuerpos de las muchachas, no sin antes obligarlas a consumir cocaína y violarlas.
Ambos fueron capturados por la Policía Nacional el 16 y 17 de julio del 2015.