Son magníficas aliadas para la reducción de peso por sus características nutricionales, bajas en contenido de calorías, mucha fibra, vitaminas, minerales y agua. Proporcionan saciedad, frescura y distintos fitoquímicos o antioxidantes protectores de la salud.
Nos referimos a la lechuga. La fibra está relacionada con prevención de enfermedades cardiovasculares, cáncer y buen funcionamiento digestivo.
El aporte de vitaminas y minerales varía de acuerdo con el tipo de lechuga, entre más oscuras, mayor contenido de vitamina K, A, E, folatos y antioxidantes. La vitamina K favorece la coagulación sanguínea.
Personas que toman warfarina, medicamento para arralar la sangre, no deben consumirla.
Otras sustancias presentes en la lechuga son vitamina C y complejo B, apoyan las actividades metabólicas y funcionamiento del sistema nervioso central, favorecen la conciliación del sueño.
Entre sus minerales destacan magnesio y potasio, requeridos para deportistas y para el control de la presión arterial, pero desaconsejado en personas con elevación de potasio como en casos de insuficiencia renal crónica.
Recomendaciones: lávelas con agua clorada o yodada para evitar contaminación bacteriana. No las sumerja en agua, pierde nutrientes.
Use aderezos livianos a base de aceite o yogurt, vinagre, limón y naranja agria. Combínelas con otros vegetales, frutas, pan, pastas y variedad de carnes.
Disfrútelas diariamente en cualquiera de los tiempos de comida.