El patio de la casa de los Roque termina en un precipicio. Ellos y todas las familias de la hilera final del barrio Daniel Enrique Chavarría, Managua, se acostumbraron a vivir al límite. Sus terrenos limitan con el borde de un barranco cuyo fondo es un terreno del plantel Batahola de la Alcaldía de Managua.
Los niños juegan y se asoman temerarios desde los cercos, mientras los adultos afirman que “aquí ya no hay peligro”. “Era peligroso cuando estaba el hoyo. Hace más de diez años que empezaron a cavar los de la Alcaldía para sacar material, pero después lo cerraron porque había casas que estaban por caerse ahí”, asegura Rosa María Roque, de 56 años, matriarca de una familia de nueve miembros.
En junio de 2012, 22 familias del caserío que estaban al borde del enorme hoyo fueron trasladadas por el Ejército a lugares seguros, la zona quedaría bajo resguardo de la Alcaldía pero las familias que quedaron fueron avanzando en el terreno. Con la actividad símica de abril de 2014 hubo un derrumbe que afectó a diez familias, nuevamente las autoridades movilizaron a quienes estaban en mayor riesgo, pero otros se negaron a irse.
“Nos dijeron que teníamos que movernos, pero no quisimos, no sabíamos dónde nos iban a mandar”, expone Fátima González, de 33 años. “A veces vienen de la Alcaldía a hacer inspecciones aquí, pero luego se van y no nos dicen nada, nosotros no pensamos movernos de aquí”, sostiene.
Fue hasta septiembre de 2015 que la Alcaldía rellenó con tierra y escombros el inmenso hueco que había al pie del paredón, para que no se siguiera tragando casas a medida que el terreno se derrumbaba. Incluso con el trabajo de la comuna hay más de diez familias de hasta quince miembros que viven al borde del precipicio.
Puntos críticos
La zona de “El Hoyo” de Batahola Sur fue un punto crítico categoría A (de alto riesgo para la vida de sus habitantes) por más de diez años hasta que el terreno fue rellenado por la alcaldía.
Según Fidel Moreno, secretario general de la Alcaldía de Managua, hay 65 puntos críticos por inundaciones en la capital.
Aunque la cantidad de puntos críticos es igual a la de 2015, Moreno aseguró que el nivel de vulnerabilidad se redujo, y que la población expuesta en un primer nivel ha disminuido.