Con la expulsión de Nicaragua del ciudadano estadounidense Evan Ellis, profesor del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, el pasado 14 de junio, se ponen en relieve una serie de implicaciones para la democracia y estabilidad en la región además de aspectos relacionados al proyecto del Canal por Nicaragua.
Ellis, llegó a Nicaragua para realizar una investigación sobre el proyecto del Gran Canal Interoceánico y tenía programadas entrevistas con funcionarios del gobierno nicaragüense.
En un texto escrito por Ellis y publicado por el sitio web latinamericagoesglobal.org, el académico aborda sus impresiones sobre su breve estancia en el país y sus reflexiones sobre la situación política del país, más allá del proyecto del Canal por Nicaragua.
El texto titulado “El Canal Interoceánico el compromiso constructivo de Estados Unidos hacia Nicaragua”, expone desde la expulsión de Ellis, hasta un panorama con Canal por Nicaragua, financiado por la República Popular China.
Ellis afirma que “a como fue resaltado con mi propia expulsión, el gobierno de Nicaragua ha manejado el proyecto del Canal bajo una capa de secretismo, posiblemente para encubrir los beneficios personales de los que están involucrados por el lado nicaragüense. La falta de habilidades linguísticas tanto en español como en inglés de parte de Wang Jing podría impedir su compromiso con la sociedad nicaragüense, pero mis colegas me aseguraron que ha sido el liderazgo nicaragüense lo que ha evitado que el público conozca detalles del proyecto, incluyendo el control para el acceso de la prensa durante eventos oficiales”.
Según Ellis, Wang Jing y el gobierno de Ortega “parecen estar decepcionados unos de otros sobre el tema del Canal”.
ELECCIONES Y FINANCIAMIENTO CHINO
“Mi nada placentera experiencia con el gobierno de Nicaragua, profundizó mi preocupación de que el proyecto irá adelante si el gobierno Chino (República Popular China) lo financia y pone esfuerzos en la construcción, complementado con lucrativas concesiones para los amigos de la familia Ortega, o colapsará una vez que las elecciones de noviembre de 2016 tengan lugar. Para ese momento, el gobierno no necesitará la ilusión de que el proyecto está avanzando para evitar el costo político de reconocer que es un fracaso”.
Asimismo, Ellis plantea que si se produce un apoyo Chino al Canal, se podría generar una guerra diplomática, ya que Nicaragua tiene relaciones diplomáticas con Taiwán.
“Más allá del daño que está haciendo el régimen de Ortega al desarrollo y prosperidad de su propio pueblo, la audacia de expulsar a tres funcionarios estadounidenses, sugiere que la estrategia de un compromiso respetuoso y constructivo con el régimen nicaragüense, no está funcionando”, afirma Ellis.
Sobre el proceso electoral, Ellis señaló que “el gobierno de Estados Unidos tiene el derecho y la obligación moral de trabajar con grupos de sociedad civil para avanzar en una democracia significativa, con el mismo entusiasmo que se aplicó en grupos de sociedad civil que se pronunciaron en contra de las prácticas de gobiernos que no pertenencen al ALBA, como Honduras y Guatemala”.
“Los Estados Unidos también deben trabajar con socios en la región para imponer costos al liderazgo sandinista por acciones que aminoren la democracia en el país, tales como negarse a permitir observadores del gobierno de los Estados Unidos y del Centro Carter para las elecciones de noviembre. El tiempo para prevenir que Nicaragua se degenere en un régimen autoritario como el venezolano, es ahora, antes que las instituciones de sociedad civil sean aminoradas y antes que las instituciones de gobierno estén completamente sometidas por los sandinistas”, plantea Ellis.
En su texto, el académico también hace referencia a los tanques rusos, y señala que Estados Unidos debe trabajar más activamente con vecinos nicaragüenses como Costa Rica, sobre estos asuntos.
Ellis concluye su texto apuntando a que “si el gobierno de Nicaragua decide continuar con el proyecto del Canal con fondos de la República Popular China, los Estados Unidos deben trabajar con Europa y otros socios globales, para insistir en la supervisión internacional y la transparencia, los compromisos legales de estricta neutralidad en cuanto al acceso a los cánones de la navegación, de priorización y de uso, y una junta de supervisión internacional. Si la República Popular China construye el Canal sin salvaguardas internacionales, los Estados Unidos y otros contrapartes, deben estar preparados para tratarlo como una amenaza económicamente hostil”.