Perder la cabeza significó ver evaporado su reinado fugaz. Cuando “El Gallito”, valiente y ripostador, se encaminaba a una victoria producto de un boxeo mejorado con la técnica panameña, la pérdida de la paciencia y la ceguera de los sentidos como resultado de los amarres lo condenaron al fracaso, como Sísifo, vio rodar la piedra cerca de la cúspide de la montaña. No pudo conseguir Byron Rojas triunfar en su primera defensa del título de las 105 libras de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), frente al tailandés CP Freshmart y se doblegó en la tierra del heredero al perder una decisión unánime (115-113) este miércoles.
La desesperación caló profundamente en el interior de Rojas, a tal punto que olvidó que la cabeza de Freshmart estaba partida, que el plan de golpear a los bajos estaba mostrando resultados evidentes, que en medio de los amarres la distancia era lo más indicado o las recomendaciones de su esquina de golpear y salir con pasos hacia atrás. Todo lo tenía a su favor, pero como un fósforo que se consume a la velocidad de la luz, ya no pensaba en alternativas de combate, ya no escuchaba a su entrenador Rigoberto Garibaldi y como si todo lo aprendido en Panamá, reflejado en la primera parte del combate, se había desvanecido sin dejar rastro, dando lugar al rústico peleador.
INICIO ALENTADOR
Ver al “Gallito” entrando en las calderas de su oponente en los tres primero asaltos, golpear y dar marcha atrás, moverse en el ring, como si dijera que le perteneciera, quedándose en el cuerpo a cuerpo, lanzar jabs y ganchos constantes, ver sangrar a su oponente después del cabezazo del segundo asalto, le daba el tiempo suficiente de maniobrar la pelea que tenía un buen augurio. En el tercer asalto es cierto que Rojas recibe un poco de castigo, pero era el sacrificio que tenía que pagar por haber decidido dejar sin hígado y estómago a Freshmart, y todavía cerrar con una derecha a la mandíbula que hizo retroceder al asiático .
En el cuarto asalto, a pesar de haberlo perdido, Rojas lució sus piernas, las repeticiones de jabs, pero la izquierda de Freshmart hizo estragos, penetró la humanidad de Rojas sin visa y sin pasaporte, fue la mano más efectiva, pero tampoco evocaba un giro del combate. En el quinto Rojas regresó a escena con su upper cut como arma principal, terminó siendo un round complicado de puntear, porque Freshmart inteligentemente sabía que sus habilidades no eran suficientes para vencer al matagalpino y empezó la operación amarre, sacó ligera ventaja y se adueñó del episodio.
EL JUEGO Y LA DESESPERACIÓN
El patrón de la pelea siguió con la operación amarre y Freshmart no solo enderezó la reyerta con un anti boxeo, sino que logró pacientemente desenfocar a Rojas. La gráfica de la impotencia quedó grabada para todo el público expectante en el noveno asalto, cuando “El Gallito” es abrazado, como si fuera una novia que Freshmart o veía en años, y el matagalpino lleno de enojo e ira quiere soltarse bruscamente con sus manos, y tira la cabeza con alarma de golpear al tailandés producto de sus provocaciones. Ahí ya fue donde todos nos dimos cuenta que “El Gallito” había caído en el pozo profundo de angustias.
Así como Sísifo, la piedra que cargaba Rojas se le vino en rodada, ayudó que el boxeo sucio de Freshmart se limpiara para los jueces con un réferi que lo avalaba, sin embargo con los avances en técnica mostrados, Rojas podría conseguir otra oportunidad titular y por fin dejar la piedra de la desesperación en la cima de la montaña. “El Gallito” perdió la cabeza y perdió la corona.