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Errores médicos

  A principios de mayo fue hecho público el estudio que realizaron Martin Makary y Michael Daniel, ambos de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, quienes analizaron errores médicos que, desde 1999 hasta 2015, terminaron en muertes. Fíjese bien, no se está hablado de lesiones y otros daños, sino de fatalidades atribuidas […]

 

carlos flores

A principios de mayo fue hecho público el estudio que realizaron Martin Makary y Michael Daniel, ambos de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, quienes analizaron errores médicos que, desde 1999 hasta 2015, terminaron en muertes. Fíjese bien, no se está hablado de lesiones y otros daños, sino de fatalidades atribuidas a mala praxis por parte de galenos.

La conclusión más impactante fue que el total de muertes producidas por errores médicos en ese país, fue un promedio de 250 mil personas anualmente, equivalente al 9.5 por ciento de todos los fallecimientos, cifra solamente superada por las enfermedades cardíacas y el cáncer —flagelos supremos de esa sociedad híper-alimentada— pero superando de calle a las enfermedades respiratorias, las que también mandaron a la tumba a más de 147 mil personas.

La segunda conclusión fue que no hay registros estadísticos para clasificar este tipo de muertes —debido obviamente— a las sensibilidades de los casos, y al hecho siempre curiosamente humano, de una resistencia marcada por parte de los gremios médicos a revelar la frecuencia de esas situaciones, puesto que se supone que al no haber dolo –mala intención– la responsabilidad puede ser filosóficamente debatible, haciendo que esas inexistentes estadísticas tengan que ser elaboradas, ya que de otra manera, quedarían tan enterradas como las víctimas de esos errores.

Abona también a que esa información no sea revelada, la ausencia de una codificación estandarizada para el error médico en el catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD) por sus siglas en inglés, guía que es usada en 117 países del orbe.

Para consuelo de algunos, dichos investigadores también concluyeron que el error humano siempre existirá en alguna proporción como una causa inevitable, al ser la práctica médica una labor en donde existen sistemas complejos de causación, en los cuales cada componente no necesariamente trabaja en sincronía con el resto, permitiendo incluso situaciones que escapan de la responsabilidad médica, siendo producto de la entropía —interacción de innumerables factores en un proceso, para ponerlo en definiciones prácticas— y su inevitables “glitchs” o fallas en la interacción continua de miles de variables internas como externas, con tecnologías que introducen y mantienen incertidumbres acerca de cómo y cuándo las cosas fallarán.

No obstante, allá existe un sistema jurídico robusto en el cual la retribución por un error médico puede costar muchos millones, —incluyendo frecuentemente— una condena penal personal, que puede acarrear posteriormente el cambio de ocupación del neurocirujano más brillante, para reiniciarse como “burger-flipper”, que es el término coloquial para quienes laboran allá, como última instancia, en las archiconocidas cadenas de hamburguesas.

El problema de fondo en algunos países como el nuestro, es la carencia de un sistema jurídico que pueda desentenderse de las implicaciones políticas que puede revestir un caso, en donde se condene a algún miembro del gremio médico, en cualquiera de sus rangos, siendo entonces siempre la vía de menor resistencia trasladar los costos humanos a la familia de la víctima, evitando así sentar un precedente que para analizar —al menos referencialmente— casos futuros.

Las recomendaciones que hicieron los autores de ese estudio, pensando en la reducción de estas fatalidades, es compartir información sobre los casos conocidos entre los diferentes países, desvelando así las causas para establecer procedimientos y verificaciones más rigurosas por parte del personal médico, sobre las variables críticas que podrían salirse de control en cada caso.

No obstante, reconozco que estas líneas podrían ser útiles si acaso apenas para una charla de café, o como una anécdota más, ya que en el surrealista lugar donde vivimos se sabe sobradamente que la vida humana tiene un ínfimo valor.

www.noalosaccidentes.wordpress.com

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