IRRACIONALES
Cuando uno cree que ya lo ha visto todo, viene este régimen y ¡zas! se supera a sí mismo. Ahora resulta que un incidente en un fogón se volvió tema para hacer una redada de ciudadanos, para la captura, robo y deportación de seis extranjeros, para la movilización de la Policía y Migración, para roces simultáneamente con cuatro países, para que el presidente que casi nunca da la cara ante nada se pronunciara por “manipulación de explosivos” , para que un diario nacional le dedicara sus ocho columnas en el mismo sentido y, para colmo, que un país advirtiera a sus ciudadanos de las consecuencias que podría tener visitar a Nicaragua. ¿Alguien le haya sentido a esto?
VERGÜENZA
Si algo de vergüenza quedara, deberían estar pidiendo disculpas todos aquellos que hablaron de “manipulación de explosivos“, comenzando por Daniel Ortega, para justificar el abuso gratuito que sufrieron todos estos ciudadanos. Los nacionales y los extranjeros. Es que si aceptamos que a un accidente casero con gasolina le llamen “manipulación de explosivos” pronto estarán llamando “explosiones” o “gases contaminantes” a cualquier flatulencia que se tire algún ciudadano al que quieran enjuiciar.
LO REAL Y LO FALSO
Hay gente que cree que esto es un asunto del derecho legítimo que tiene Nicaragua como país de sacar a un extranjero en situación irregular o delincuencial. Otros, creen que este es un asunto sobre la potestad de la Policía de investigar explosiones. Esa no es la discusión. Los que dicen eso usan una premisa legítima, pero falsa, para sacar una conclusión que justifique la arbitrariedad. Aquí de lo que se trata es de un delito inventado y sobredimensionado, se trata de la violación de los procedimientos que la ley establece, se trata del acoso por razones políticas que el gobierno hace contra los opositores y se trata de cierta paranoia que ya raya en lo ridículo.
DERECHOS Y DEBERES
Y da tristeza ver a la Policía, que tanta falta hace en tantos lugares para combatir tanto delito, dedicando tantos esfuerzos a este disparate como si esas fueran sus funciones. En algún momento de estos años, esta Policía pasó de ser una institución para brindar seguridad a la sociedad, a los ciudadanos, a ser una institución para el exclusivo servicio de cuidar y proteger al régimen. Aclaremos: tanto la Policía como el Ejército, la Fiscalía y los tribunales, existen para salvaguardar los derechos constitucionales de los nicaragüenses, incluso contra cualquier persona que llegando al poder quisiera usar esa posición para violentarlos, como es el caso actualmente.
PINOCHOS
Cuando la Policía dijo que era “manipulación de explosivos” y los campesinos de La Fonseca, Nueva Guinea, dijeron que era un incidente en un horno casero, todos supimos a quien creerle, salvo los que por conveniencia se hacen los locos. ¿Cómo creerle a aquellos que aseguraron un día que en Managua cayó un meteorito, que dicen que la cocaína se convierte en talco, que afirman que OcupaINSS no ocurrió, que aseguran que un hombre se ahorcó en sus celdas con una camisa que nunca tuvo cuando lo capturaron, que presentan a un mexicano con los ojos morados y dicen que “se autolesionó”? Si quieren respeto y que la población crea en su comunicados, es fácil: dejen de mentir.
DE MAL A PEOR
Aquí nos tiene Daniel Ortega tratando de entender cuál es el sentido en todos los dislates que se han visto últimamente. Y a lo mejor la respuesta es sencilla: no tienen sentido. Punto. ¿Cómo puede tener sentido que un presidente sin amenaza alguna de perder el poder, con posibilidades incluso de barrer limpiamente en elecciones libres, según sus propias encuestas, esté haciendo de todo para descomponer el país y colocarse en una posición que a corto o mediano plazo lo sacará del poder? ¿Tiene sentido que algo que estaba bueno para unos y malo para otros, lo ponga peor para todos?
MAÑOSOS
Miren nomás como las elecciones pasaron de “fiesta cívica” a “concurso de mañosos”. Desde Daniel Ortega para abajo están convencidos que “elecciones” significa un concurso de trampas y puñaladas donde merece ganar el más mañoso, el que tiene menos escrúpulos. Que gane el más vivo. Y no importa si eso significa saquear las urnas, alterar las cuentas, eliminar a los partidos opositores o no dejar que nadie más observe. Quienes pensamos que las elecciones son un derecho ciudadano, no solo somos locos para los mañosos, sino que nos consideran sus enemigos.