El título de este artículo lo tomé de una anécdota contada por mi amigo, el empresario Milton Arcia, que la sacó a colación en una ocasión después de varias horas de tratar infructuosamente de encontrar la lógica de la actuación de ciertos políticos, los que de la noche a la mañana echan por la borda sus principios y con la mayor desfachatez del mundo se anuncian como los iluminados dispuestos a sacrificarse para liberarnos del gobierno totalitario que nos oprime.
Es decir, de esos que ya comenzaron a aparecer en estos momentos en que nos encontramos a las puertas de unas elecciones nacionales atípicas, ya que no solo careceremos de una supervisión internacional creíble como el Centro Carter, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA) sino que a ello debemos agregarle el que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) le acaba de allanar el camino al partido de gobierno defenestrando a dos partidos políticos opositores, me refiero al Partido Liberal Independiente (PLI) el cual lo entregó en manos de quien yo llamo “Pedro el suertudo”, y al Partido Acción Ciudadana (PAC) al cual le aplicaron la operación torre de babel, mandándolo a ponerse de acuerdo con quien ya tiene la orden de no ponerse de acuerdo.
Así las cosas, la “contienda” electoral será entre el partido de gobierno que lleva al mismo de siempre, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que lleva como candidato a Maximino Rodríguez, quien anda de la seca a la meca pidiendo que creamos en él, aunque hasta el día de hoy yo creo más en el Arnoldo Alemán que todos conocemos; el PLI del suertudo, que a propósito no encontró a nadie que le aceptara hacer el ridículo y tuvo que asumir la candidatura él mismo; y el otro es el Partido Conservador (PC), el mismo que inventó unas primarias a las que nadie asistió y cuyo candidato a la presidencia no se los menciono porque les juro que no recuerdo su nombre.
A estos desmanes y malabarismos inventados ya sabemos por quien, agreguemos la estupidez de haber expulsado a tres funcionarios del gobierno norteamericano, al joven mexicano no sin antes haberlo vapuleado y haber hecho el ridículo en la reciente reunión en la OEA, tratando de proteger un gobierno como el venezolano que es repudiado por el mundo entero. Con estos antecedentes preelectorales, la encuestadora M&R nos sale con que el 6 por ciento de opositores al régimen por arte de magia decidieron pasarse a las filas gobiernistas como premio a los desmanes antes mencionados, haya quien quiera creerse ese cuento.
Perdonen pero con todo lo expuesto, se me olvidaba contarles la anécdota. Dice don Milton que en una ocasión, ya muy cerca de las votaciones del 2006, se encontraban reunidos en su casa de Rivas una buena cantidad de políticos discutiendo sobre cómo era posible que fulanito y zutanito —para no mencionar nombres—, se prestaban al juego del frentismo y por más que se devanaban los sesos tratando de comprenderlo, no acertaban en las razones. Hasta que del fondo de la sala la abuelita de don Milton, doña Beatriz Cruz Marín, con 97 años de experiencia, dirigiéndose a todos les dijo: es el hambre hijo, es el hambre. Yo no sé ustedes, pero personalmente no conozco mejor calificativo para estos sujetos y no les quepa la menor duda que muy pronto comenzaremos a descubrir más de un hambriento.
El autor es analista político.
