Durante una reciente visita a Taiwán pude apreciar en el Museo Nacional del Palacio, en Taipéi, y en el Museo de Cerámicas de Yingge, las hermosas imágenes de una deidad china y taiwanesa muy parecida a la Virgen María de la religión católica: Matsu, la diosa del mar que también es llamada “reina del cielo”.
Realmente, de no ser por sus vestiduras típicamente chinas —y sus facciones inequívocamente asiáticas—, la imagen de la diosa Matsu podría pasar fácilmente por la de María de Nazareth, la madre de Jesucristo en la religión católica.
Matsu no es una deidad estrictamente taiwanesa. También es una diosa de China continental. Sin embargo, en Taiwán se le rinde culto de manera especial, tanto así que en el año 2009 fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, gracias a las gestiones de las autoridades culturales taiwanesas.
Matsu —igual que la Virgen María—, originalmente fue una persona humana. Nació en la ciudad de Meizhou, en la provincia de Fukien, China continental, a comienzos de la dinastía Sung (960-1279).
Fue la séptima hija de un pescador llamado Lin Yuan, quien le puso el nombre de Lin Moniang (“niña silenciosa”) porque no lloró al nacer. A pesar de vivir en una aldea de pescadores Lin Moniang aprendió a nadar muy tarde, cuando tenía 15 años, pero pronto se convirtió en una magnífica nadadora.
Lin Moniang solía vestirse de rojo encendido y pasear en la costa del mar, orientando a los barcos de los pescadores cuando hacía mal tiempo. Ella era como un faro de luz.
Un día, mientras el padre y hermanos de Lin Moniang andaban mar adentro, en labores de pesca, la embarcación en la que faenaban fue azotado por un poderoso tifón. Como no regresaban a tierra, sus angustiados familiares temían que que hubieran muerto. Lin Moniang rogaba a los dioses protección para su padre y hermanos, con tanta intensidad y fe que cayó en un profundo trance. En sueños miraba que sus seres queridos se estaban ahogando, pero ella los tomaba enérgicamente de los brazos, para salvarlos.
La madre de Lin Moniang, al oír los gritos de su hija la sacudió para despertarla. Entonces, en su sueño la muchacha soltó a uno de sus hermanos quien por eso murió ahogado.
Cuando el pescador Lin y su hijos sobrevivientes regresaron a tierra, contaron a los aldeanos que se habían salvado gracias a un milagro, pues una fuerza poderosa los sacó de las aguas.
Algún tiempo después, cuando Lin Moniang cumplió 27 años de edad subió a la cima de la montaña Meifeng, desde donde voló al cielo para convertirse en una diosa protectora de toda la gente, pero en particular de los navegantes y los pescadores.
En otra versión de la misma leyenda se cuenta que Lin Moniang, para tratar de salvar a su padre y hermanos que habían sido atrapados por la tormenta, nadó muy lejos en el mar hasta que murió de cansancio y su cuerpo fue llevado por las olas a las islas Matsu. Desde allí voló al cielo y, precisamente por eso, al convertirse en una diosa tomó el nombre de Matsu.
A lo largo del tiempo los emperadores otorgaron a Matsu distintos títulos honoríficos, entre ellos los de Madre Celestial, Reina del Cielo, Divina Abuela y otros.
Se dice que el culto a Matsu lo practican unos doscientos millones de fieles, no solo en China y Taiwán sino también en por lo menos otros veinte países en los cuales hay colonias chinas numerosas.
El centro principal de culto a Matsu está en el Templo Chenlan, en Dajia, distrito de Taichung, que es la tercera mayor ciudad de Taiwán. Allí, cada año se realiza una multitudinaria procesión de los fieles de Matsu que recorre una gran distancia y se prolonga durante ocho días.
Quienes han observado el desarrollo de la festividad religiosa de Matsu dicen que es muy parecida a la celebración de la virgen de El Carmen, en España, donde esta advocación de María es venerada como patrona del mar.