A Silvia Zúniga y su cuadro
¿Llegó ya el mensajero,
corrió sobre las colinas en medio de la tempestad?
No. Sólo su corcel vino.
Pero la doncella de dorada
larga, ligera cabellera
sale a recibirlo.
Relincha el potro de alegría.
Ella lo acaricia. Roza
con sus pechos los carnosos belfos.
Lo besa. Escudriña en sus ojos
un ignoto pasado de pasión sin culpa;
bosques frondosos donde dioses disfrazados
correteaban ninfas y confundían los géneros,
creando bellos y tristes monstruos
que no escapan ahora de su condición.
Y nosotros, los que esperamos
noticias del reino,
¿hacia dónde cabalgamos?
Jinotepe – León (La Cuchilla), abril 2016-