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Martha Justina González, Máster en nutrición. LA PRENSA/ ARCHIVO

Salud por la alimentación

Cocinar saludable es el arte de preparar los alimentos en forma apetitosa y minimizando los riesgos para la salud que a veces implica la cocina con alimentos procesados o ultraprocesados

Un alto porcentaje de la población mundial enfrenta riesgos de salud debido a que siguen un régimen alimenticio que propicia el desarrollo de enfermedades no transmisibles (ENT) como la obesidad, colesterol y triglicéridos elevados, hipertensión arterial, síndrome metabólico y diabetes tipo 2.

Con comidas saludables, más actividad física, durmiendo suficiente, divirtiéndose sanamente y manejando el estrés, es decir mejorando el estilo de vida, se puede disminuir este problema que constituye un problema de salud pública.

Cocinar saludable es el arte de preparar los alimentos en forma apetitosa y minimizando los riesgos para la salud que a veces implica la cocina con alimentos procesados o ultraprocesados. Consiste en regular el consumo de grasas, colesterol, sal y azúcar e incluir variedad de alimentos.

En cuanto a las grasas lo recomendable es usar pequeñas cantidades de aceite vegetal, aguacate y semillas.

No hacer preparaciones fritas en inmersión. Evitar grasas saturadas como manteca de cerdo, crema, mantequilla. Eliminar piel de pollo y partes gordas de las carnes. No utilizar grasa trans como manteca y margarina.

Aumentar el consumo de fibra y de fitoquímicos, por eso una de las pautas más importantes es incrementar las proporciones de alimentos de origen vegetal, como cereales integrales, legumbres, frutas, verduras sin almidón, hortalizas, especias y hierbas aromáticas culinarias.

Por supuesto, el éxito de la cocina sana es lograr más salud conservando e incluso aumentando los sabores naturales. Los productos industrializados contienen mucho sodio (sal) o mucha azúcar y no necesariamente poseen gusto muy salado o dulce. Por eso a veces podemos creer que un alimento es conveniente cuando en realidad sería mejor evitarlo.

Las salsas, condimentos concentrados, embutidos y otras carnes procesadas por los preservantes, son altos en sodio. Lea la etiqueta de información nutricional y no use productos que tienen un aporte mayor de 15  por ciento de sodio.

Las reposterías, galletas, y panes en general aunque sean dulces aportan mucho sodio. Evite el uso de polvo de hornear, prefiera la elaboración de panes que no requieran este ingrediente.
La necesidad diaria de sodio se puede cubrir con el sodio que se encuentra naturalmente en los alimentos, pero comúnmente se añade sal porque realza el sabor o se añade sodio como preservante.

Así se llega a duplicar o triplicar la cantidad que necesitamos. No conviene llevar el salero a la mesa.
Utilice hierbas aromáticas y especias, que añaden aroma y sabor sin aumentar el nivel de sodio y las calorías. Por otra parte, otorgan la posibilidad de combinarse de múltiples formas.

El azúcar (sacarosa) añadida a los alimentos no es un indispensable para la nutrición humana. Su consumo excesivo constituye un factor de riesgo para ENT.  El azúcar natural contenido en leche, frutas y los carbohidratos de granos y cereales pueden aportar la energía que el cuerpo necesita.

Mejoremos la forma de cocinar para beneficio de nuestra salud y de las nuevas generaciones. Recordemos las sabias palabras de Hipócrates (460-370 a.C.) “que tu alimento sea tu medicina y tu medicina el alimento” .
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