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Acarician el éxito de lo intangible

Esta es la historia de un matrimonio que decidió moldear el éxito a base de tecnología y sudor

Alejandra Romero estaba en la universidad cuando su celular comenzó a sonar. Era su entonces novio Ramsés Rivas quien llamaba para comunicarle una decisión que la dejaría estupefacta: “renuncié a mi empleo y voy crear mi propia empresa. ¿Te querés sumar?” Ella estaba en su último año de la carrera de Derecho y él tenía varios años trabajando para una empresa instalando redes, reparando computadoras o desarrollando software para compañías comerciales, pero ninguno tenía experiencia en cómo manejar un negocio, cómo dirigir un personal o cómo obtener un capital semilla para echar a andar una idea de negocio. Pronto entrarían a un terreno desconocido, pero prometedor.

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De lo que estaban claros es que querían emprender y Alejandra estaba ahí para ayudar a Ramsés a hacer realidad un sueño que agarró más fuerza desde que estudiaba Ingeniería en Sistema en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Ramsés se afianzó de su convicción de que: “nosotros los nicaragüenses tenemos la capacidad de crear tecnología desarrollando software tan competitivos como los que vienen de afuera”.

Fue así como con su liquidación y un préstamo facilitado por un amigo y tras hacer números llegó a la conclusión de que para comenzar el negocio necesitaban: una computadora portátil, un celular, un escritorio, una pequeña oficina y una persona que se encargara de los aspectos administrativos del negocio, lo que asumió Alejandra. El capital semilla: 3,000 dólares.

Cuando Ramsés renunció a su empleo sintió miedo. “Tenía miedo saber que ya no iba a ir al cajero los 15 y 30 de cada mes a recoger mi salario y que ahora debía salir a las calles a buscarme la vida”, relata.
Los primeros pasos de lo que hoy es Beê Business Suite fueron difíciles. Ambos emprendedores tuvieron que talonear las calles en busca de clientes. Ramsés aprovechó su contacto con las empresas donde había ofrecido su servicio y fue así como logró de entrada garantizarse cinco clientes.

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En el portafolio comenzaron a ofrecer software estándar, es decir que no son modificables y que solo los vendían a negocios vinculados al sector comercio. Alejandra explica que el salto de la empresa se dio cuando optaron por el diseño de software desarrollados a la medida, que son aquellos que se diseñan según la necesidad del cliente.

El estándar por ejemplo se usa en los restaurantes, farmacias, librerías, empresas de servicios, ferreterías, entre otros, mientras que el software a la medida es demandado por empresas de transporte, control de ganado, control de producción, control de óptica, control de centros médicos, explica Alejandra. Esta innovación en la carpeta de servicios de la empresa junto con la calidad de cada uno de estos productos, fue lo que permitió que la empresa creciera rápidamente hasta tener hoy en su base de clientes a más de 200 empresas.

Pero Ramsés y Alejandra no solo se limitaron a innovar en sus productos, sino que también apostaron por un nicho de mercado al que muy pocos lo hacen: las pequeñas y medianas empresas (pymes). En este segmento de mercado ambos emprendedores descubrieron que no solo hay necesidad adaptar estos sistemas digitales, sino que también se requiere de capacitación porque “el conocimiento ahí es muy empírico” en el uso de estas herramientas tecnológicas. La capacitación y asesoría es otro valor agregado del negocio. Hoy por hoy las ventas de esta empresa crecen más del 90 por ciento anual.

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“La mayoría de nuestro crecimiento es de boca en boca, un informático le cuenta a otro, otra empresa le cuenta de la calidad de nuestras soluciones tecnológicas, así hemos crecido, casi el ciento por ciento de nuestro crecimiento ha sido por eso”, afirma.

Desde que nació, en 2004, Beê Business Suite se han diseñado 30 tipos de software, algunos de los cuales han sido patentizados, otros no porque, según Ramsés, el problema es que registrar en Nicaragua este tipo de producto es carísimo (unos 120 dólares) cuando en países de la región cuesta unos 20 dólares. Además cada vez que se actualiza un software se paga como si fuera un nuevo producto, algo que no es así en otros países.

LOS MOMENTOS DIFÍCILES

A Ramsés una sensación de angustia mezclada con alegría lo embarga cuando mira hacia atrás. Recuerda que una vez obtenida las herramientas básicas para comenzar el negocio y a medida que este venía creciendo se vieron en la necesidad de contratar a otro ingeniero en sistemas para cumplir en tiempo y forma los pedidos de los clientes.

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Fue así como la planilla pasa de dos a tres personas, pero el salario del tercer trabajador siempre era motivo de preocupación porque cada mes debían garantizarlo. “Si en el momento que decidí emprender este negocio hubiese sabido todo lo que debía pasar para llegar hasta lo que hoy somos, creo que lo hubiese pensado y posiblemente hoy sería un empleado”, sonríe.

Y no es para menos. Con grandes dificultades, ambos empresarios cada mes reunían el salario del tercer trabajador y para garantizar la compra de la leche de su hija, que nació tras contraer matrimonio, al mismo empleado, que era un amigo cercano a ellos, les prestaban dinero para suplir esa necesidad.

A medida que iban creciendo la planilla también se incrementaba. Pero Ramsés y Alejandra se topan con un nuevo obstáculo: no sabían administrar personal, pero además la presentación de ambos no era la adecuada. “Nosotros no entendíamos qué era ser empresario, había una alta rotación de personal pese a que los tratábamos bien. Luego supimos que no habíamos puesto las reglas claras de la empresa”, admite Alejandra.

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LA CAPACITACIÓN

Actualmente estos emprendedores forman parte de un programa de capacitación de la organización de soluciones empresariales contra la pobreza, TechnoServe, donde han aprendido a mejorar la imagen de la empresa, cómo buscar más clientes potenciales, cómo presentar el producto. “El problema de nuestro producto es que no es tangible y toca trabajar mucho con la mente de la persona para convencerlo de que te compre”, afirma la empresaria.

Después de varios años de maduración, Ramsés y Alejandra ven a su compañía dentro de cuatro años en un local de tres plantas, con uso de energía solar, incrementar la planilla de 11 a 22 y las ventas esperan que crezca un 320 por ciento.

Ambos emprendedores aconsejan a las personas que tienen idea de negocios a no tener miedo y dar el paso decisivo de una vez. “Hay que lanzarse al mercado, ¿qué es lo peor que te puede pasar?”, dice Alejandra.

 

Contacto
P ropietarios: Ramsés Rivas y Alejandra Romero.
Dirección: Autolote El Chele de Altamira 2 cuadras al oeste, una cuadra al norte y cuadra y media al oeste.
Teléfono: 82375012 / 83314890
Correo: [email protected]
Web: www.beesys.net

Economía emprendimiento jóvenes Nicaragua tecnología archivo

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COMENTARIOS

  1. comentarista 2000
    Hace 8 años

    Felicidades muchachos, ustedes dan un gran ejemplo de que el poder de querer es un magnifico don. Adelante y mayores éxitos.

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