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La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece una relación directa entre el consumo de alimentos ultraprocesados y el aumento de peso. LA PRENSA/ ARCHIVO

Panamá batalla contra la obesidad en escuelas

Las autoridades de este país centroamericano, de casi 4 millones de habitantes, están conscientes de que no bastará reglamentar la venta de alimentos en las escuelas.

Alitas de pollo, carnes y papitas fritas, sodas, hojaldres, patacones … ninguno de esos alimentos típicos de la dieta panameña deben venderse en las escuelas o cerca de ellas. O al menos eso pretenden el Gobierno y los docentes comprometidos en atacar la obesidad infantil que encendió las alarmas en Panamá.

Los datos estadísticos disponibles, de 2008, reflejan que en Panamá el 11 % de los niños menores de 5 años son obesos, el 27 % de los niños entre 5 y 9 años padecen obesidad o sobrepeso y el 25 % de los adolescentes también sufre de esta enfermedad.

Las autoridades de este país centroamericano, de casi 4 millones de habitantes, están conscientes de que no bastará reglamentar la venta de alimentos en las escuelas, para lo que ya se están dando los primeros pasos, sino que se requiere un cambio cultural, de mentalidad, frente a la comida y la forma de hacerla.

Más allá de que las fritangas están en cada esquina en Panamá, “los padres no se preocupan” en adquirir alimentos saludables, “no se levantan temprano para preparar sus alimentos de forma adecuada, y prefieren darle dinero a sus hijos para desayunar”, dijo la directora nacional de Nutrición y Salud Escolar del Ministerio de Educación, Flavia Fontes.

“Así es difícil que esa alimentación mejore”, aseveró la funcionaria en entrevista con Acan-Efe, en la que destacó que los niños en Panamá sufren ahora enfermedades que antes eran típicas de adultos, como diabetes tipo II e hígado graso, ambas relacionadas con una alimentación inadecuada.

A pocos días de iniciarse el presente año escolar, el dirección que lidera Fontes envió una lista oficial con 38 alimentos recomendado y 28 no recomendados para ser vendidos en los kioscos y cafeterías de los miles de planteles que funcionan en el país.

En los no remendados, además de las frituras en todas sus presentaciones, aparecen las sodas, maltas, golosinas, gelatina, té frío, bebidas de sabores y aperitivos salados, entre otros.

Las frutas, especialmente las tropicales, que se pueden cosechar en Panamá, los yogures, los frutos secos, emparedados de atún, huevo, jamón, queso, y la leche con sabores son algunos de los alimentos recomendados por el Gobierno.

El Ministerio de Educación además ha elaborado un decreto, que aún debe ser aprobado, que busca regular la venta de comida ambulante en un perímetro de 500 metros alrededor de las escuelas, no solo por razones nutricionales sino también sanitarias.

La maestra de preescolar Teresa Sealey, que imparte clases en una escuela privada de la provincia atlántica de Colón, aseguró a Efe que la lista de alimentos recomendados ha logrado evitar que se vendan solo dulces, frituras y gaseosas en los kioscos escolares.

La profesional sin embargo resalta el papel de los docentes en la batalla por la buena alimentación y predica con el ejemplo.

“Lo primero que los escolares quieren sacar de su lonchera son los dulces y no está permitido en mi salón de clases, eso se les confisca”, asevero.

El azúcar pone a los pequeños “inquietos e hiperactivos y además no ayuda en nada al área cognoscitiva” recalcó la maestra mientras esperaba la hora de entrada de sus alumnos.

“Lo que recomendamos en el colegio son jugos naturales, emparedados, vegetales o frutas; siempre le comunicamos ese punto a los padres al inicio del año lectivo”, sostuvo Sealey.

La nutricionista del Instituto de Alimentación y Nutrición de la Universidad de Panamá, Julissa Camargo, recalcó a Acan-Efe que en el país existen unas Guías Alimentarias, lanzadas en 2014 por el Ministerio de Salud, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, que buscan orientar a los padres sobre las comidas adecuadas para un desarrollo saludable de los niños.

Las guías pretenden ayudar a los padres a proveer “una mejor calidad de vida y salud a sus hijos” a través de “hábitos correctos de alimentación y actividad física”, prácticas adecuadas para prevenir enfermedades crónicas no transmisible como la obesidad, hipertensión, diabetes, problemas cardiovasculares y cáncer.

“Tenemos la costumbre de consumir frituras como chicharrón, tortilla, hojaldre y menudencias. Debemos modificar esa ingesta, es por eso que se lanzaron las guías alimentarias, para reducir el consumo de esos artículos”, añadió.

La profesional resaltó que a la problemática de la alimentación hay que sumar la publicidad engañosa de productos que se venden como inofensivos pero que son peligrosos para la salud por su alto contenido de azúcares, sales, grasas y químicos.

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