El haber estado cinco años al frente de la Dirección General de Ingresos (DGI) durante la administración Enrique Bolaños, convierten a Róger Arteaga en una voz autorizada para hacer una radiografía a una de las entidades públicas más polémicas de este Gobierno: la DGI.
Arteaga en 2007 entregó a la administración del gobierno sandinista una entidad moderna, dotada de mejor capacidad de recaudación de impuestos, directrices marcadas para regular lo que parece imposible de fiscalizar (juegos de azar y precios de transferencia), personal capacitado en Estados Unidos y números contables cuadrados.
Para Arteaga, poco o nada de lo que fue la DGI durante su administración, queda una década después. Y advierte que el gran costo social de una administración que considera ineficiente recae sobre los contribuyentes que no tienen ni voz ni voto cuando se negocian o diseñan políticas fiscales en Nicaragua.
¿Cuál es el principal problemaque afronta la recaudación de impuestos en Nicaragua?
En primer lugar: ineficiencia, que se refleja en el comportamiento de las recaudaciones. ¿Cuál ha sido el problema? Entre el 2002 y el 2007 las recaudaciones mantenían una tendencia de aumento constante como porcentaje del Producto Interno Bruto. Sin embargo, con el cambio de Gobierno esa tendencia empezó a declinar, las recaudaciones se cayeron.
Pero se han hecho reformas fiscales e inclusive una ley con fines recaudatorios…
Cuando terminó el gobierno del señor Enrique Bolaños, las nuevas autoridades de la Dirección General de Ingresos se volaron a casi todos los que estaban en la administración tributaria: los fiscales, los inspectores, la gente que andaba promoviendo la inscripción del nuevo contribuyente, se los volaron a todos.
¿Cuál era la preparación de los técnicos que estaban en la DGI durante los cinco años que estuvo al frente?
En el periodo nuestro logramos que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos nos pusiera cuatro personas para capacitar a los recaudadores de impuestos, nos ayudaron a hacer una propuesta de ley para los juegos de azar porque en el Departamento del Tesoro se dieron cuenta que el lugar más fácil donde se puede lavar dinero es en los casinos. ¿Por qué? Porque si vos llegás con 10 mil dólares a la ventanilla del casino, comprás fichas, le entregás los 10 mil dólares, te tomás un par de whiskies y ya cuando te lo tomaste entonces te vas de nuevo a la ventanilla y le decís cámbieme estas fichas que las gané en el casino y te dan un cheque. Desde ese momento ya lavaste el dinero, porque el dinero que vos metiste ahí es dinero sucio de la droga, ese fue el dinero que entregaste vos, pero cuando vos entregás la ficha y te dan el cheque, ese cheque lo llevás al banco y de ¿dónde proviene esto? me lo gané en el casino. Nadie te puede probar que ese dinero que llevaste era del narcotráfico, entonces el Departamento del Tesoro dijo: “ojo, ahí se les está yendo una gran cantidad de recaudación porque ustedes no tienen especialistas que supervisen y hagan una vigilancia en los juegos de azar”. Entonces pusimos a diez personas para que trabajaran con el Departamento del Tesoro, los llevaron hasta Las Vegas para enseñarles cómo es que se fiscalizan los juegos de azar. Pero ahora estos jóvenes que habíamos preparado trabajan en consultoras privadas, a todos ellos los despidieron.
¿Qué otros esfuerzos se habían hecho?
Habíamos formulado la Ley de Precios de Transferencia, esa propuesta de Ley la llevamos a la Asamblea y (a los entonces diputados) Wálmaro Gutiérrez, Bayardo Arce, Wilfredo Navarro, a todos les explicamos cómo era que las multinacionales estaban dejando de pagar impuestos aquí en Nicaragua y los pagaban a otros países donde la tasa de impuesto es más baja. Nunca nos hicieron caso, ahí se quedó, pero con el tiempo vino el Frente Sandinista y lo presentó como propuesta de ellos. Pero la gente que ayudó a preparar esa Ley de Precios de Transferencia igual las despidieron. El Fondo Monetario Internacional vino en el 2004 y dijo que era ineficiente la administración tributaria, hizo un plan de trabajo, nos dejaron a un técnico dos años fijo en la DGI. Se trabajó para evitar que la gente hiciera aquellas grandes filas para pagar impuestos, entonces se formuló un proyecto para pago de impuestos en los bancos, porque nos dijeron que nosotros éramos fiscalizadores no bancos, entonces sistematizamos toda la recaudación, la centralizamos, todo esto se desmanteló después de 2007.
A mediados de 2017 debe entrar en vigencia la regulación de los Precios de Transferencia, ¿cree que la DGI está preparada para aplicarla?
Se los hicimos saber cuando presentamos la propuesta, les dijimos que administrar los precios de transferencia es el ejercicio más caro, porque estás tratando con empresas multinacionales, empresas muy poderosas y a una empresa poderosa vos le ponés una disposición y te pone otra cosa, siempre van adelante. Por eso necesitás tener gente muy actualizada y especializada, los precios de transferencia es la administración fiscal más cara que hay, se los dijimos. Si no han podido manejar cosas tan simples como es la ampliación de la base tributaria, menos que puedan manejar los precios de transferencia, menos que puedan manejar el asunto de los casinos, todo esto se resume en ineficiencia.
Entonces, ¿en manos de quiénes está el trabajo de recaudar impuestos en Nicaragua?
Después de despedir al personal técnico especializado, contrataron a un montón de gente para ir a las rotondas a estar con la bandera (sandinista), estos eran los nuevos fiscalizadores. Suspendieron temporalmente los pagos a través de los bancos, porque dijeron que no, por qué se le debía estar dando negocio a los bancos, pese a que el dinero de los impuestos que agarraban los bancos lo ponían luego en el Banco Central, no podía ir a otra cuenta. Hoy me dicen que de nuevo están volviendo al sistema de recoger los impuestos a través de los bancos. Entonces, qué ocurre, la gente que hoy está trabajando en la administración tributaria no tiene experiencia y eso se adquiere, como lo hicimos nosotros, con educación, entrenamiento, capacitación con gente de primera. El problema en la DGI es de administración, hay mala administración y peor aún es la corrupción.
En los últimos años la DGI se ha visto envuelta en escandalosos casos de corrupción, ¿cómo afecta el hecho de que nadie haya sido llevado a la justicia?
Byron Jerez estuvo preso por fraude, por corrupción, pero ¿qué ocurrió con Walter Porras? Los medios lo dijeron, robó a través de devoluciones, creó un equipo de gente que andaba vendiendo devoluciones, pese a que las devoluciones es un dinero que no le pertenece al Estado ni a la DGI, las devoluciones son del contribuyente, porque el contribuyente va pagando mensualmente y al final si ha depositado más de lo que debía, esas devoluciones son de él. Cuando yo asumí el monto de devoluciones andaba por los 80 millones de córdobas, y se dejó en 30 millones de córdobas, se le devolvió a la gente el dinero que era de ellos, pero Walter Porras lo que hizo fue mandar un ejército de gente a decirle “yo te consigo que te devuelvan lo que es tuyo, pero me tenés que dar (algo)”. Por esa razón lo despidieron, pero ya no vive aquí, vive en Canadá. ¿Qué hizo el dinero? No se sabe.
¿Pero por qué no vemos a exfuncionarios de la DGI ante la justicia? ¿Cómo le afecta a la gente?
Porque es gente de ellos (del Gobierno) y al ser gente de ellos y procesarlos es reconocer que hay corrupción; segundo, se dan mala imagen… Entonces aumenta la corrupción, la gente dice: para qué voy a pagar impuestos si los roban. Cuando hay transparencia hasta los mismos empresarios llegan a hacer sus arreglos, los bancos no pagaban impuestos. Cuando fui representante del BCIE durante diez años, mis clientes eran los bancos, entonces yo le tenía que prestar a los bancos porque Nicaragua estaba insolvente, entonces no le podía prestar al Gobierno, pero sí a los bancos. Entonces qué hacían, exponían que los ingresos de los bancos eran equis, sus egresos y por ende sus utilidades, sin embargo financieramente aquí habían utilidades grandes. Cuando llegué a la DGI le pregunto a los inspectores ¿y los bancos pagan? Les respondo: ¡Cómo no van a pagar impuestos si tienen grandes utilidades! Los bancos reportaban pérdidas fiscales, pero tenían ganancias financieras. Hablamos con ellos y se diseñó una disposición administrativa para que pagaran el uno por ciento sobre los depósitos, de esa manera fue que comenzaron a pagar impuestos, pero todo fue porque sabían que había una administración eficiente y honrada.
¿Por qué no vemos a los empresarios exigiendo mayor eficiencia y transparencia al Fisco?
Realmente no veo al empresariado moviéndose hacia esa dirección, el gremio ahora está resolviendo caso por caso para sacar a los héroes. El que resuelva un caso, ese es héroe y aquí hay un héroe en el sector privado que es el que se sienta con el Gobierno para resolver un problema de equis empresa. Pero esto implica un costo económico alto porque lo único que se está haciendo es dar una solución selectiva no una solución general, y una solución general es exigirle a que cumpla con la ley. Al final el gran perdedor de todo esto es el pueblo, los trabajadores que deben pagar más impuestos y esto trae muchas veces inestabilidad social porque se ve que hay injusticia, donde unos pocos se están echando el dinero y el resto está empobreciéndose más.
