El FSLN se inscribió para participar en las elecciones como Alianza Unida, Nicaragua Triunfa, la cual está integrada por 17 agrupaciones de distinto color político, desde somocistas y antiguos contras hasta evangélicos y neoliberales.
A juzgar por la variedad de la alianza electoral orteguista, más el hecho de que también otros partidos van a participar en la comedia electoral del próximo 6 de noviembre, se podría creer que en Nicaragua hay un vibrante sistema político pluralista y multipartidista. Pero no es así. El pluralismo político y el multipartidismo son propios de una sociedad abierta y democrática y, por lo consiguiente, se basan en una genuina competencia electoral por el poder, lo cual no es el caso de Nicaragua. Aquí ningún aliado del FSLN ejerce ni un átomo de poder, solo son clientes del presupuesto nacional; y los otros partidos y alianzas que participarán en la comedia electoral de noviembre, no tienen ninguna oportunidad ni posibilidad real de disputarle a Ortega el gobierno y el mando del Estado.
El modelo de pluralismo fingido que practica Ortega no es nuevo. Fue implementado por el régimen sandinista de los años ochenta, cuando formó el llamado Frente Patriótico de la Revolución (FPR) para aparentar que la revolución era pluralista. El FPR estaba integrado por varios partidos no sandinistas que reconocían la hegemonía del FSLN. En el fondo era lo mismo que el régimen de partido único, con la diferencia de que se aceptaba la colaboración de otros partidos políticos sin derecho a cogobernar y mucho menos aspirar a sustituir en el poder al partido “de vanguardia”, o sea el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Tampoco este falso pluralismo es original de Nicaragua. Fue una invención del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) para implementarlo en los países de Europa del Este y Asia donde después de la II Guerra Mundial se establecieron estados comunistas. Por oportunismo táctico los comunistas decidieron que no era conveniente replicar el modelo de partido único vigente en la Unión Soviética, que era preferible simular un pluralismo político controlado de hecho por el partido comunista de vanguardia, y que el sistema de gobierno no se llamara comunista sino “democracia popular”.
En Nicaragua, después de tomar el poder en julio de 1979 la dirección del FSLN discutió qué modelo era más conveniente seguir, el soviético y cubano de partido único y dictadura del proletariado, o el “pluralista” y de “democracia popular” de Europa Oriental y la República Popular China. Obviamente, el modelo escogido fue el de Europa Oriental y China y para eso formaron el Frente Patriótico de la Revolución (FPR), el cual, sin embargo, no fue consistente y se disolvió apenas cinco años después.
Ahora que Daniel Ortega dice que está dirigiendo una segunda etapa de la revolución sandinista, se ha revivido el modelo político de pluralismo simulado, en el cual el FSLN es apoyado por un grupo de aliados colaboracionistas enchufados en puestos menores del Estado. Y además, permite que participen en el simulacro de elecciones otros grupos políticos que no tienen ninguna capacidad ni posibilidad de ser una alternativa de gobierno.