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LAPRENSA/ARCHIVO

Grit

Grit es el término inglés que describe aquella característica positiva de las personas que demuestran una pasión por perseguir y alcanzar un objetivo o un estado de cosas producto de un esfuerzo dirigido, implacable en vencer todos y cada uno de los obstáculos que se presenten.

Grit es el término inglés que describe aquella característica positiva de las personas que demuestran una pasión por perseguir y alcanzar un objetivo o un estado de cosas producto de un esfuerzo dirigido, implacable en vencer todos y cada uno de los obstáculos que se presenten. Es también el título del extraordinario libro de Angela Duckworth, el cual en realidad es un estudio sobre casos específicos, en donde por medio del impulso personal y perseverancia, se han logrado los objetivos más difíciles considerados virtualmente imposibles.

Actualmente en algunas empresas de clase mundial, en el proceso de reclutamiento de ejecutivos para puestos de alto nivel, esta característica es buscada preferencialmente más allá de otros factores que anteriormente se consideraban predictores imprescindibles de una gestión exitosa, puesto que en realidad, los gerentes son remunerados principalmente por su capacidad de resolver problemas, de enfrentar situaciones difíciles o de apariencia irresoluble, y sobre todo, por alcanzar objetivos extraordinarios, y no la simpleza de unos magros resultados normales.

Esa actitud de nunca darse por vencido, de enfocarse en un objetivo, de orientar todas las acciones personales —por pequeñas o insignificantes que parezcan— son conductas que distinguen a las personas que pudieran ser “normalmente” exitosas y aquellas en que la devoción y alcance de una meta se convierten en una epopeya.

Este libro absorbe al lector por las referencias a diversos casos documentados, cuestionando el mérito de aquellas personas que solamente han enfrentado situaciones normalmente difíciles, proponiendo que el supremo mérito de un individuo es cuando sale avante a coyunturas imposibles, cuando impone sus principios personales de lucha ante las adversidades extremas, y que en ausencia de obstáculos, el individuo sea solamente un material no probado, alguien aún en expectativa.

Existen empresas cuya rentabilidad es tan generosa que soporta no solamente sus propios gastos, los embates de la competencia, instituciones que las asfixian, sino que también hasta aquellas decisiones incorrectas basadas en pifias e improvisaciones, incluyendo aquellas resultantes de las prácticas o novatadas de aprendices con poder de decisión. En esas empresas el mérito puede ser escaso como talento gerencial.

Esto ocurre cuando se tiene personal que administra empresas cuyos productos o servicios se venden solos y que frecuentemente no se puede hablar de una verdadera gestión, sino de un opaco “mantenimiento del estatus quo” o de la posición competitiva que se disfruta, frecuentemente fácil y sin sobresaltos. Lo importante que se debería valorar es aquel tomador de decisiones que reta continuamente la postura competitiva convencional, asumiendo riesgos evidentes para destacarse entre la competencia, de esa capacidad para lograr resultados extraordinarios.

La autora enfatiza en que lo que se llama normalmente “fracaso” es solamente un crédito o inversión en aprendizaje, frecuentemente imprescindible, y que vale mucho más una serie de aparentes “derrotas” que una victoria fácil o súbita o un camino despejado, puesto que evitan que el individuo demuestre su voluntad de prevalecer, su verdadero carácter interno.

Un punto que llama la atención es sobre la definición del motto o lema personal; definir cuál es aquella expresión neta del propio carácter, cuál es esa declaración personal que contiene la voluntad o el modo de enfrentarse a la adversidad. Es interesante siempre hacerse esta pregunta y adoptarla como regla de vida.

Concluye que el talento, ese don o supuesta predisposición para una actividad específica, es engañoso, muy poca cosa sin la práctica deliberada, y que el perfeccionamiento en cualquier campo se alcanza por medio de la repetición exhaustiva, pero sobre todo, que la administración de la inteligencia propia es más importante que la cantidad que uno suponga tener, porque no hay nada más poderoso que la perseverancia misma.

www.noalosaccidentes.wordpress.com

Economía Carlos R. Flores Competitividad Empresarial archivo

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