A escasos cien días de las elecciones el dilema entre los opositores al régimen sigue siendo votar o no votar, aclaro, me refiero a los verdaderos opositores. Excluyo de esta disyuntiva a ciertos personajes que se dicen opositores pero que en realidad son apéndices del Gobierno y que asisten a estas elecciones con el único propósito de taparle el ojo al macho como se dice popularmente. Estos tienen la difícil tarea de tratar de legitimar un proceso en que al decir de muchos ya se tienen los resultados, faltando solo la fecha del proceso para darlos a conocer.
Pero siguiendo con el análisis, la guerra mediática a la que desde ya está siendo sometido ese 42 por ciento de nicaragüenses que las encuestas identifican como sin partido es intensa, entre ellos destacan el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), un buen número de organizaciones afines al gobierno, inclusive las iglesias tanto católica como las protestantes, ya fijaron sus posiciones en favor de la necesidad de salir a votar.
Este es el escenario al que se encuentra enfrentado el genuino opositor, el que hasta la fecha de escribir este artículo no ve un candidato digno de su confianza y que está más que consciente que si sale a votar, ese voto será manipulado y si no asiste al sufragio, su voto le será asignado al partido que más le convenga al amo del señor Rivas y sus secuaces. Así las cosas, considero que es necesario analizar con lupa la oferta electoral, la cual hasta la fecha no está concluida en su totalidad, pues todavía quedan uno o dos partidos que podrían dar la sorpresa ofertándonos hombres y mujeres conocidos por su vocación democrática y constancia en la lucha contra la dictadura.
Entre ellos me atrevo a mencionar el partido Alianza por la República (Apre) partido que nació durante el mandato de don Enrique Bolaños y del que no se puede decir que tiene nexos con el gobierno, porque siempre se ha presentado solo a las elecciones y tengo entendido que en esta ocasión piensan darnos una sorpresa.
Pero mientras tanto, sigamos insistiendo en la necesidad de una observación internacional con organismos serios como el Centro Carter, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea y no olvidemos que los vientos que soplan en nuestra América son vientos de libertad, los astros ya no favorecen dictaduras ni gobiernos totalitarios. Bajo esa nueva influencia países como Argentina, Brasil, y Perú han sufrido cambios distanciándose de la nefasta influencia que en algún momento ejerció la Venezuela de Chávez.
Para finalizar y siempre insistiendo en la necesidad de sopesar la posibilidad de ejercer nuestro derecho al voto, les recuerdo no olvidar que si la oferta opositora no nos satisface, queda la opción de asistir y anular el voto de tal forma que le sea imposible al partido de gobierno usarlo en su beneficio. Siendo infidente y con la disculpa de rigor para quien me lo comentó, les transmito lo dicho por un personaje de calidad mundial a uno de nuestros connacionales en su reciente visita a los Estados Unidos: Nicaragua no es Venezuela, hagan su parte que nosotros haremos la nuestra.
El autor es analista político.