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El joven jinotegano de 26 años se marcha el 10 de agosto a Brasil. LAPRENSA/ CORTESÍA

Erick Rodríguez, un sinónimo de valentía

Mientras hablamos con Erick Rodríguez se oye el ruido de un infante. El joven está medio respondiendo porque se distrae en otras funciones. Hoy le tocó hacer el papel del padre que cuida a su hija de tres años en su casa.

Mientras hablamos con Erick Rodríguez se oye el ruido de un infante. El joven está medio respondiendo porque se distrae en otras funciones. Hoy le tocó hacer el papel del padre que cuida a su hija de tres años en su casa. Su esposa está laborando y no había nadie quien la cuidara, ya la tuvo por un buen rato la abuela, por eso decidió adelantar su sesión de entrenamiento para Río 2016 en los 1,500 metros y así compartir el oficio.

Cuando no está corriendo o cuidando a su hija, Rodríguez enciende su moto y se marcha a su pequeña finca de ocho manzanas, donde cultiva café, ese es el medio de subsistencia del joven de 26 años que estará a la par de los mejores corredores de 1,500 metros del mundo, aunque no tiene oportunidad de entrar a conquistar medallas, está contento porque siente que después de haber tumbado una marca nacional, que poseía Róger Miranda desde 1988 (3:53:23), con 3:49:64, tiene la expectativa de mejorarla más en Río.

tabla paly

El jinotegano se levanta a entrenar a las 5:00 a.m., no corre en una pista de tartan, sino en caminos pedregosos ocho kilómetros diariamente, a veces confiesa que termina con los pies lastimados. “Es parte del sacrificio, a mi me gustaría ser mejor y entrenar con las condiciones, pero aquí se hace lo que se puede”, comenta.

Erick es sinónimo de coraje y mucha valentía. Cuando escucha el sonido de salida empieza a correr como un robot sin control, sin pausas y sin miedo a perder el oxígeno. Ver a los otros competidores lo alienta a no quedarse de último. “Muchos de los entrenadores me dicen que tengo talento y que mi coraje está por encima de los demás. En una competencia en El Salvador un adiestrador estadounidense me contactó y me dijo que le gustaría darme una beca deportiva y que representara a la universidad, ojalá se de para que pueda salir adelante”, agregó.

Rodríguez quiere ser agrónomo y su sueño de profesionalizarse está latente. Hasta el momento siente que lo más doloroso vivido fue abandonar el deporte por dos años. “Nadie me quería apoyar y no tenía los recursos para seguir. Lo dejé y me dolió y luego me llamó la federación que regresara. Lo hice porque me prometieron una pequeña ayuda” indicó Rodríguez.

Inició a los 17 años. Veía como sus amigos lo derrotaban fácilmente en las pruebas de velocidad, pero cuando tocaba abrir los pulmones para las largas distancia, el propulsor llamado coraje hacían al joven destacar en el país.
Actualmente es el mejor en 1,500 y 3,000 metros en Centroamérica, pero esta vez, mientras otros están reconcentrado., a él le tocó cuidar de su pequeña hija.

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