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Etílico, alochol, Carlos Mayoral

Portada del libro Etílico del escritor Carlos Mayoral.

Etílico, de Carlos Mayoral: Escritores entre alcohol

La obra bucea en los autores que necesitaban el alcohol para crear versos

Scott Fitzgerald, Hemingway, Poe, Bukowski y Silvia Plath son algunos de los autores que hicieron realidad la leyenda del narrador maldito que acudía al alcohol para enfrentarse a la escritura.

Una íntima relación que hoy ha cambiado y que repasa el español Carlos Mayoral en su libro, Etílico.
“(El vodka) no sabía a nada, pero bajaba directamente hasta mi estómago como la espada de un tragasables y me hacía sentir poderosa y semejante a un dios”, confiesa la poeta Silvia Plath (EE. UU., 1932-1963) en su obra La campana de cristal.

Este pasaje y una velada de copas con sus editores fueron, según ha confesado en una entrevista con Efe, la inspiración de Mayoral (Madrid, 1986) para profundizar en el vínculo entre creación literaria y alcohol en su nueva novela.

El tema que aborda Etílico —que edita Libros.com— admite este filólogo y colaborador de distintos medios de comunicación, está “muy trillado”, aunque siempre se había abordado desde un punto de vista “demasiado informativo y ensayístico”.

Por eso, el autor se lanzó a darle forma de novela, apoyándose en “situaciones reales contadas en toda esa bibliografía trillada” para reconstruir “el pensamiento, los sentimientos y la imaginación” de los personajes desde la ficción.

Fitzgerald, Hemingway, Poe, Bukowski y Plath son los protagonistas de esta historia, por la que también desfilan otros grandes como el poeta parisino Charles Baudelaire y en la que bien lo podrían hacer otros literatos como Quevedo, Góngora o el británico Malcolm Lowry.

Y es que, “ya desde el Siglo de Oro español”, el vínculo entre creación literaria y alcohol es tan estrecho que, a causa de su accesibilidad, es “casi imposible” no recurrir a él.

“Solo en la generación Beat americana y los movimientos musicales que la siguieron, como el punk o el glam, —asegura Mayoral— se utilizaba el alcohol como sustancia complementaria a la que otorgaban menor importancia que a otras como el LSD y la cocaína”.

“HOY HA PERDIDO “AUTENTICIDAD”

Sin embargo, desde el punto de vista del madrileño, este “gusto por el malditismo” ha perdido “autenticidad” en la literatura actual porque el escritor, que antes no gozaba de popularidad y sabía que iba a “morir pobre”, es ahora “parte del producto”.

“El consumo de alcohol por parte de los creadores era antes una necesidad pero —concluye— quienes enarbolan esa bandera lo hacen más por una cuestión de imagen que de deseo”.

Cuando seleccionó a los autores que formarían parte de Etílico, Mayoral elaboró una lista de más de cincuenta nombres entre los que se decantó por los cinco autores antes citados porque, en sus casos, el alcohol bien fue “clave” en sus vidas, bien ejerció una “fuerte influencia” en su obra.

DIFERENTES BEBIDAS

La impronta de la bebida en cada uno de ellos fue diferente, desde el caso de Edgar Allan Poe, a quien le sentaba “estupendamente” el consumo para escribir, hasta el de Hemingway, autor de El viejo y el mar, quien decía que “escribía borracho y editaba sobrio”.

De entre los elegidos, todos ellos estadounidenses, solo hay una mujer, Sylvia Plath, algo que se corresponde con el porcentaje femenino hallado en la primera “radiografía general”.
“Nos encontramos con que habían muy pocas mujeres. Es fruto de un estereotipo que no tiene que ver con ninguna cuestión fisiológica sino con el machismo histórico que ha reprimido a las mujeres a la hora de dar rienda suelta a su escritura”, subraya el autor.

INFLUENCIA

“Etílico es un relato múltiple que habla del alcohol y la literatura como forma de subsistencia. Nace en torno a la idea de cómo el alcohol afecta en el proceso creativo de autores como Poe, Hemingway, Fitzgerald, Plath o Bukowski. Un viaje introspectivo en el que Carlos Mayoral retrata, de manera intensa y lírica, la relación de estos autores con el alcohol y la literatura”, dice Carlos Mayoral, autor del libro.

Agrega, “no me interesa el alcohol como fin, es decir, no me interesa la parte exhibicionista. Me interesa de qué manera les afectaba a ellos como medio de supervivencia y cómo les influía a la hora de escribir, de enfocar su literatura”.

AUTORES Y DÍAS

Poe, Hemingway, Fitzgerald, Plath, Bukowski. Nuestros cinco protagonistas han encontrado un propósito: mantenerse con vida. Para ello, tendrán que recurrir a sus dos métodos favoritos.
Por un lado, la literatura como reflejo de una existencia desgarrada. Por otro, el alcohol como forma de defenderse, a la vez, de los recuerdos y del futuro.

Eddie observa la tumba inerte de Virginia. A Scott no le basta con destruirse a sí mismo. Ernest ve cómo medio mundo se viene abajo al otro lado de la ventana. A Sylvia le asusta salir de su habitación. Buk sueña con no despertar más.

Las desgracias van sucediéndose y ellos, valientes, se empeñan en acudir a sus párrafos cada día, sin descanso.

En el otro plano, la realidad empieza a mezclarse con la fantasía. El sueño etílico les permite despertarse cada mañana.

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