La Unión Europea (UE) emitió este miércoles en su sede de Bruselas, una declaración muy importante sobre la situación política de Nicaragua.
En su pronunciamiento “la UE subraya la importancia del Estado de Derecho, incluyendo la separación de los poderes ejecutivo y judicial, el pluralismo democrático y la libertad de expresión, como valores fundamentales sobre los que se construye el gobierno representativo”.
En una clara referencia a la exclusión de las elecciones de la verdadera o principal fuerza de oposición de Nicaragua, y a la expulsión de los diputados opositores de la Asamblea Nacional, la declaración europea razona que “la competencia política conduce a un mejor gobierno y da como resultado un mejor rendimiento socioeconómico para hacer frente a la pobreza, que es el núcleo de nuestra agenda de cooperación con el Gobierno de Nicaragua”. Y, como conclusión señala que “la UE está dispuesta a trabajar con las autoridades y otras partes interesadas para promover la consolidación de una democracia representativa sólida”.
De esta manera la UE se ha sumado a la ola de preocupación internacional por la escalada autoritaria del régimen orteguista, y a las múltiples manifestaciones de rechazo a las medidas dictatoriales que liquidan, o vacían de contenido, los valores democráticos de pluralismo, competencia política, Estado de Derecho separación de poderes y demás instituciones de la democracia que son indispensables para que este sistema político civilizado funcione correctamente.
El gobierno de Estados Unidos, por medio de su Departamento de Estado; la OEA, a través de su secretario general, Luis Almagro; México, por boca de su representante en el Consejo Permanente de la OEA; la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) integrada por casi todos los expresidentes iberoamericanos; las asociaciones internacionales de partidos políticos democráticos; diversas organizaciones no gubernamentales del hemisferio occidental que promueven la democracia y defienden los derechos humanos; y los grandes periódicos de Europa, Estados Unidos, y América Latina, se han pronunciado en defensa de la abusada democracia nicaragüense y en repudio al avance autoritario del régimen de Daniel Ortega.
Para esperanza y aliento de la atropellada oposición democrática de Nicaragua, los tiempos políticos están cambiando y, como dice el diplomático y analista internacional Emilio Cárdenas, exembajador de la República Argentina en las Naciones Unidas, después de los silencios cómplices del pasado reciente en las Américas se comienza a llamar a las cosas por su nombre, ahora de cara a la verdad, sin temores.
Pero además de hablar claro la comunidad internacional plantea o sugiere las debidas soluciones. Tal es el caso de la UE, que ha manifestado su disposición de “trabajar con las autoridades y otras partes interesadas para promover la consolidación de una democracia representativa sólida”.
Esta declaración de la UE conlleva, a nuestro juicio, la propuesta o sugerencia de que en Nicaragua se hagan unas elecciones verdaderas, abiertas, competitivas y transparentes. Lo cual podría ser acordado en un diálogo del Gobierno con la oposición con el respaldo de la comunidad internacional, como fue con las elecciones de 1990. Sin embargo, esto requiere que Ortega recupere la razón y la inteligencia política que dicen que tiene.