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Marianela

Se despertó desnuda en un cuartucho de mala muerte, y muy consternada salió al patio en donde logró ver el brillo de sol de la mañana

Se despertó desnuda en un cuartucho de mala muerte, y muy consternada salió al patio en donde logró ver el brillo de sol de la mañana, y en el viejo retrete dejó caer su orina onírica que reflejaba las exteriorizaciones del contenido psíquico del inconsciente colectivo, asesinada por un psicópata-violador. —Gracias a Dios todo fue un sueño, pero… ¿qué estoy haciendo en este espantoso lugar y desnuda? qué es esto; acaso me volví loca, que horror Dios mío— Se dijo llena de pavor; mientras en uno de los cuartos del cuchitril se encontraba sentado en el suelo de tierra un famélico e inmundo hombre sin camisa leyendo un amarillento periódico. La mujer al entrar de nuevo al tugurio sintió pánico al ver aquel vetusto esperpento de hombre ¿Quién es usted, qué hace aquí, porque estoy en este lugar, que significa todo esto…? —Shiiiiiii cállate y dime cómo puta hiciste para revivir si hace una semana que te moriste… no jodás— le respondió la aparición y tirándole el periódico en la cara se hizo éter entre los infinitos agujeros surrealistas de metal y cartón de la casa en donde la realidad era tan desabrigada como su delicado y ebúrneo cuerpo de modelo de pasarela, hecha una energúmena tomó el diario toda helada y pudo al fin ver la foto en donde aparecía su cuerpo mutilado por un psicópata y un encabezado que decía en grandes letras “atroz crimen de hija presidencial conmociona al país”. Se quedó perpleja e inmóvil mirándose muerta en el diario y se dijo temblando de frío —un día como hoy me violaron y asesinaron de igual forma que en el sueño de esta mañana— y de inmediato salió corriendo de la habitación en dirección al patio en donde la fúlgida luna se había instalado inexplicablemente como un quiebra plata iluminando todo en derredor, buscó desesperadamente la salida entre las hiedras enrolladas de las barrocas y oxidadas verjas de hierro, y luego de un rato de forcejeo una de las puertas crujió sobre sus goznes dándole suficiente espacio para salir corriendo por el ignoto y dantesco páramo.

Antes de que el gallo cantara negó su cuerpo congelado y mutilado en la morgue muchas veces ¿es usted verdad? No, no soy yo, ya le dije, ¿y entonces de quién se trata? No, no, no lo sé, ya se lo dije cien veces, pero si es usted señorita cómo es posible que pueda negar tanto su propio cuerpo, no lo sé señor, no lo sé, pero no soy yo le repito, déjeme en paz por favor le terminó respondiendo al encargado de los cuartos fríos. Se quedó muda y sumergida en un marasmo de siglos mirando su deplorable cuerpo sin poder comprender todo lo que le estaba pasando y sin poder decir nada salió del sanatorio enajenada, “señorita, señorita a qué hora vendrá a traer su alma, recuerde que ya lleva un siglo varado aquí, señorita por favor dígame a qué hora vendrá a retirar su cuerpo…” Marianela caminó aturdida y confusa sin rumbo cierto y al llegar al empedrado camino de las percepciones espirituales comprendió que había muerto a como mueren las mujeres muertas de miedo por culpa de la vanidad y el poder hasta que al fin logró aceptar su nueva condición espiritual, y con la vista fija en el bermejo crepúsculo de la aurora se perdió sonriendo al atisbar una enorme casa dorada cuyas puertas se encontraban abiertas de par en par.

Cultura Cuento marianela muerte archivo

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COMENTARIOS

  1. Esteban
    Hace 8 años

    Me gustó mucho es muy interesante

  2. Xarlie Alvarez
    Hace 8 años

    Precisa descripción de muchas tragedias q lastimosamente son una realidad, me encanta la redacción y manera de interpretar la angustia y el sentir de una vida q expiró de manera terrible y trata encontrar una explicación q le permita descansar en paz

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