El mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua sobre el irregular proceso electoral que está en marcha, desilusionó a quienes esperaban de los obispos una posición más directa y vigorosa, como han sido sus declaraciones anteriores sobre el tema político, particularmente la carta que entregaron a Daniel Ortega el 21 de mayo de 2014 y el comunicado de junio pasado, en el cual los pastores de la Iglesia advirtieron que “todo intento por crear condiciones para la implantación de un régimen de partido único en donde desaparezca la pluralidad ideológica y de partidos políticos es nocivo para el país…”.
Sin embargo, los obispos tienen razón en ser prudentes y equilibrados en su mensaje sobre el tema electoral, considerando que muchos católicos son partidarios del Gobierno —inclusive algunos curas y monseñores—. De manera que es comprensible su llamado a que “cada ciudadano frente a este proceso electoral decida y actúe desde el interior de su conciencia, libremente y sin miedo a ningún tipo de coacción exterior”. Y sobre todo su reflexión acerca de que “la decisión de votar o no votar o la de votar por determinada opción debe ser tomada por cada persona desde la luz de su conciencia”.
Expresa el mensaje de la Conferencia Episcopal que cada ciudadano debe estar “consciente de que si con la opción que elija está colaborando a la construcción de una sociedad más justa, favoreciendo el bien común de toda la población y abonando al fortalecimiento de un sistema político democrático y pluralista en el país”.
En Nicaragua nadie puede poner en duda que el objetivo que persigue Daniel Ortega con la farsa electoral programada para el 6 de noviembre próximo, es instaurar y perpetuar una dictadura familiar dinástica, imponer un régimen de partido único o hegemónico, consolidar un sistema de gobierno injusto, intolerante y corrupto. O sea, todo lo contrario de una sociedad más justa, de bien común para todos y de fortalecimiento de una democracia pluralista como quieren los obispos para Nicaragua.
De manera que ir a votar en la farsa electoral, y peor todavía, votar por el orteguismo, significará actuar contra el evangelio y la doctrina social de la Iglesia, que según la Conferencia Episcopal es lo que debe alumbrar la decisión de los ciudadanos, por lo menos la de los católicos.
Es muy correcta por otra parte la recomendación de los obispos de que no hay que ceder a la tentación de la violencia, aunque el mensaje de la Conferencia Episcopal advierte —para que lo tomen en cuenta quienes detentan el poder y lo ejercen de manera abusiva—, que la paz es “también fruto de la justicia y del compromiso humano”.
Finalmente, sobresale en el mensaje de los obispos su exhortación “a no perder nunca la esperanza, sobre todo en los momentos más oscuros y adversos” (como los que se viven hoy en Nicaragua, agregamos nosotros). “Tener esperanza —dicen los pastores— no es cruzarse brazos. No es resignarse pensando que la realidad no puede ser mejor, ni ser indiferentes pensando que no podemos hacer nada por mejorarla. No hay que ser espectadores de la historia, sino protagonistas de la misma”.
Además de prudente es sabio el mensaje de los obispos.