Tenía 70 años, pero en realidad aparentaba muchos más. Se había arrugado y encogido tanto por el paso del tiempo, el asedio de múltiples enfermedades y descuidos personales, que pocos chavalos le creían cuando les contaba que había jugado beisbol.
Y sin embargo, Herradora había sido una figura ampliamente conocida en el beisbol de Nicaragua. Sobre todo a inicios de los años setenta, cuando con la Selección Nacional, había vencido a Cuba en República Dominicana en el Torneo de La Amistad.
“Ese es el momento más grandioso de mi vida. Todo el país se emocionó. Recuerdo que uno de los locutores viejos, ni sé si Sucre Frech o Evelio Areas, me envolvió con la bandera de Nicaragua y ahí lloré de la emoción”, recordó Herradora en el 2007.
Y aunque no se elevó tanto como Oswaldo Mairena, quien llegó a las Grandes Ligas, ni lanzaba tan fuerte como Adolfo Álvarez, Herradora construyó su prestigio con base en su valentía, detalle que siempre reiteraba en medio de sus conversaciones.
“No sé si fui bueno, pero cobarde no fui”, insistía Herradora, quien falleció este jueves en La Trinidad, Estelí, donde residía junto con familiares. “Se puso mal el miércoles por la noche y este jueves en la mañana se nos fue”, indicó Vielka Ponce, una de sus nietas.
Dueño de una curva de amplia rotación y un control excepcional, Herradora tenía fama también de su viraje sorprendente, pero sobre todo por su coraje, factor del que echó mano continuamente a través de su carrera y pudo salir a flote en la mayoría de veces.
“Herradora siempre estaba dispuesto a lanzar. No había eso de que estaba cansado. Y recuerdo que Vicente López lo molestaba, diciéndole que tiraba tan suavecito, que así cómo jodidos se iba a cansar, y Herradora se enojaba”, recuerda Calixto Vargas.
Al igual que Vicente (q.e.p.d.) y César Jarquín, Herradora nació en San Isidro, donde se destacó en ligas locales. Luego pasó a jugar a La Trinidad y eventualmente al Managua, equipo de donde lo captó Heberto Portobanco y se lo llevó al Granada.
“Jugar en el Granada-Marfil me gustó mucho. Me sentía cómodo ahí. Heberto siempre me trató bien y la ciudad me gustaba”, señaló Herradora, quien cerró su carrera con un balance de 53-32 y 1.93 en el beisbol nacional, más sus labores con la Selección.
Su victoria ante Cuba en Dominicana en 1971 es recordada por su magistral relevo, en una jornada en la que vencer a Cuba tenía ribetes de milagro y el coraje de ese equipo, con Herradora al frente, provocó una noche histórica para el beisbol nacional.
DETALLES
Antonio Herradora nació el 25 de diciembre de 1945 en San Isidro, Matagalpa. Sus papás fueron Santiago Herradora y Victorina Fajardo. Tuvo siete hijos.
Sus mejores años fueron con el Granada, con el que tuvo 9-7 y 2.06 en 1971; 13-4 y 1.52 en 1972; 10-2 y 2.63 en 1973 y 10-5 y 1.70 en 1974.
Aunque se uniformó con el UNAG en los años ochenta, Herradora lanzó en una campaña por última vez en 1977 con Granada y tuvo 3-2 y 4.03.