14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
pintura surrealista, Managua
Eduardo Estrada Montenegro

Pintura surrealista en Managua

Una exposición de pintura surrealista, la corriente pictórica de mediados del siglo XX, interesada en plasmar en el arte el inconsciente del comportamiento humano, se ha presentado desde junio pasado en la Fundación Ortiz Gurdián, y se prolongará hasta el mes de septiembre del año en curso (2016).

La exposición consiste en trece ilustraciones de Salvador Dalí sobre Alicia en el País de las Maravillas, e igual número de obras de March Chagall para los Cantos de la Odisea y varias litografías de la serie Maravillas con variaciones acrósticas en el Jardín de Miró.

“Surrealista” es una palabra comodín empleada para describir una obra de arte que puede ser extraña o excéntrica, nos recuerda el crítico de arte, Will Gompertz, que también destaca que su fundador, André Breton, describía el surrealismo como escribir o pintar algo espontáneamente, libre de cualquier asociación consciente, idea preconcebida o intención concreta.

Por su parte, el destacado ensayista de arte Robert Hughes calificó al surrealismo como el movimiento que más se preocupó por la búsqueda de la libertad absoluta, pero el arte que inspiró no solo fue una solemne parodia de las amenazas revolucionarias, sino que como movimiento tuvo sus dogmas y sus rituales, catecismos, santos, bautismos y excomuniones.

Hughes enfatiza que el surrealismo nos hace evocar la famosa pintura de Goya, El sueño de la razón produce monstruos, donde un hombre sueña reclinado en su escritorio. El objetivo de este movimiento era anatomizar esos monstruos, pues Breton, quería preservar la locura y la neurosis en las obras de artes. Sus recursos predilectos eran la asociación al azar, una técnica inspirada en las doctrinas freudianas.

Los surrealistas se inspiraron en tres tipos de expresión: el arte de los niños, el arte de los locos y el arte primitivo, que aunque ya existían, no se habían sobredimensionado.

Nos aventuramos a visitar la Fundación Ortiz Gurdián, ubicado en un pequeño edificio de Plaza España, y ahí, en una sala de paredes cremas e iluminación adecuada para apreciar las litografías, nos encontramos en ese mundo fantasioso y contrastante, con las ilustraciones de Dalí, Miró, y Chagall.

En la primera litografía, aparece Alicia saltando con una cuerda con su sombra reflejada y en lontananza se aprecia una serranía, mientras un artista con su estilo exótico la visualiza… Cayendo por la madriguera del conejo, es un cuadro alucinógeno, con un conejo sobre una especie de hongo, y Alicia vuelve aparecer con la cuerda pendiendo de sus manos, en un ambiente de colores inverosímiles.

Alicia persiste con la misma imagen en El estanque de las Lágrimas, donde sobresalen colores verdes celestes y trazos curvilíneos, un torrente de lágrimas verdes y azules… salpicadas de blanco…

Alicia sigue presente con su imagen en todas las litografías que representan en verdad todo un mundo “surrealista”: imaginario, desconcertante, paradójico… En su conjunto, la obra de Dalí es una representación mimética de Alicia en el país de las maravillas, claro con la pretensión freudiana de representar ese mundo fantástico y desconcertante de la obra de Lewis Carroll.

De ahí nos pasamos a un mundo menos fantasmagórico y más bien a la pintura infantil de Joan Miró, con su serie Maravillas con variaciones acrósticas en el Jardín, dedicadas a algunos poemas del poeta de izquierda Rafael Alberti.

Encontramos en estas litografías trazos inconexos, niños, pájaros, líneas gruesas de grafitos, estrellas, triángulos, con colores rojos y amarillos, azules y verdes… estamos frente a toda una gama de pintura infantil propia de un niño… pero hechas por los trazos de quien se dice fue el mejor de los surrealistas.

Luego seguimos a paso lento en la sala de exhibiciones observando las obras de Cantos a la Odisea de March Chagall, una colección que se caracteriza por representaciones infantiles de los grandes acontecimientos de esa obra clásica, como en Atenea guía la nave de Telémaco, o el Sacrificio en honor a la misma diosa o Fiesta en el palacio de Menelao.

El amor, la sensualidad, la desnudez, el dolor, y la guerra van apareciendo en esta fantástica obra de tinte surrealista, y que muchos años después, no deja de sorprender la libre asociación pictórica de estos grandes pintores del siglo XX.

Terminamos exhaustos de ver las litografías, en una búsqueda de significado que no se consigue, pues al final solo queda la sensación pictórica de haber entrado en la sala de unos niños, que armados de buenas técnicas, plasmaron sus más complejas y alocadas representaciones de obras de la literatura universal.

Joan Miró, según Hughes, fue el mejor pintor puro entre los surrealistas, cuya primera obra La masía, fue una especie de Arca de Noé, obra en la que ilustró la casa de campo de Montroig, donde creció. Ahí se refleja la multiplicidad de la vida, un lagarto, un caracol, una cabra, un perro que ladra, la grupa de un caballo, un conejo, una paloma, prefigura la aglomeración zoológica de imágenes.

La exposición nos hizo recordar Perro ladrándole a la Luna, El carnaval del arlequín, entre otras obras.

La exposición también evoca cuadros famosos de Dalí, como la Persistencia de la memoria, Metamorfosis de Narciso, entre muchas obras de este exótico pintor, de quien Hughes dijo que su celebridad se debió a presentarse como heredero de Velásquez y Vermeer, y como fenómeno anormal, amén de su estilo estrafalario.

El surrealismo como movimiento murió mucho antes de 1966, año en que falleció Breton, y dejó un fértil depósito de ideas para los artistas de los años sesenta y setenta, nos recuerda el crítico norteamericano, que al preguntarse ¿qué quedó del surrealismo? nos contesta:

Por supuesto menos de lo que los artistas una vez esperaron… El surrealismo nunca realizó sus intenciones declaradas, el reino de la imaginación no está ni siquiera más cerca que el de los santos.

Ha dejado un testamento de obras de arte, un perfume de rebelión, pero no ha cambiado el mundo.

El autor es periodista, director de Cultura & Economía, revista digital.

Opinión Managua Pintura surrealista archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí