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Alejandro Serrano Caldera

La libertad: condición esencial del ser humano

En Nicaragua se vive actualmente un momento difícil y confuso. Difícil, en tanto se están produciendo una serie de acciones provenientes del poder, las que progresivamente van cerrando los espacios de ejercicio de la libertad política y social. Confuso, en cuanto no existe una razón clara que explique por qué el cambio de estrategias y tácticas utilizadas, mediante las cuales se han venido manipulando la ley y las instituciones, para dar una apariencia de legalidad a los objetivos alcanzados

Este cambio ha producido una reacción interna y externa y, en consecuencia, ha generado críticas para el Gobierno y dificultades adicionales que antes no tenía, al menos en la forma en que están presentándose actualmente.

En los sectores políticos, sociales y económicos del país se preguntan ¿por qué crearse estos problemas?, ¿por qué oponerse a la observación internacional que podría dar legitimidad al proceso electoral y al resultado de las elecciones?, ¿por qué eliminar prácticamente a la oposición la que, según las encuestas y las estimaciones hechas, no tenía posibilidad ante la ventaja considerable que sobre ella presenta el FSLN?, ¿por qué instalar una aparente “oposición” cuya credibilidad está muy debilitada?, ¿por qué destituir a 28 diputados de la oposición real, entre propietarios y suplentes, siendo que estos eran los que podían dar una impresión de democracia en el parlamento sin tener ninguna posibilidad de hacer prevalecer sus puntos de vista, pues el gobierno tiene en la Asamblea una mayoría superior a los dos tercios?

Estas preguntas aparecen reiteradamente en esas y muchas otras situaciones semejantes, y aunque persista la duda sobre la respuesta apropiada para cada caso específico, del contexto general que resulta de las actitudes del poder político se desprende la idea de que de unos cuantos meses a esta parte se ha producido un cambio en la forma de ejercicio del poder y un nuevo cuadro y paradigma político se ha hecho presente y sustituye al que hasta hace poco tiempo constituía la realidad política nicaragüense.

Pareciera que hay una voluntad de mayor concentración de poder y de un ejercicio más autoritario y absoluto, en cuya práctica va explícito, o implícito, el mensaje a toda la ciudadanía, principalmente a aquel sector de la misma que se opone a la forma y fondo de ejercicio del poder.

Todo esto redunda en un cierre de los espacios políticos y en una restricción de la práctica de la libertad, lo que constituye una transgresión o al menos una amenaza inminente a este derecho humano fundamental, sin el cual no es posible ni la democracia ni el Estado de Derecho.

No hay que olvidar que la libertad es un elemento constitutivo del ser humano, sujeto y destinatario de la misma, como persona integrante de una colectividad determinada. Por ello, la lucha por la libertad es ya en sí, y aún antes de su resultado, un acto libre. El carácter histórico y el carácter consciente son pues elementos esenciales de la libertad.

Es permanente en su ejercicio la voluntad de adecuación del medio a las necesidades del ser humano, la transformación de los elementos y de la sociedad en la historia, y el esfuerzo colectivo por forjar una comunidad libre y creativa, en la cual encuentra su plenitud la persona.

El sujeto individual es libre, cuando la comunidad a la que pertenece también lo es. La libertad individual necesita la libertad colectiva y solo puede plenamente reafirmarse en un pueblo libre y en una nación libre.

Estas reflexiones, sin embargo, no deben llevarnos a concluir en un condicionamiento de la libertad individual a la libertad colectiva. No existe la libertad en su consideración esencial, si esta no puede referirse a la persona individual. Al hablar de su historicidad y de ciertos aspectos de su naturaleza social, no se deben diluir las libertades fundamentales, tradicionalmente reconocidas como inherentes a la persona, en ningún tipo de conveniencias ideológicas o de oportunidades políticas.

Más allá de lo histórico y convencional que amolda y perfila el ejercicio de la libertad en el medio social, existen condiciones esenciales inherentes al ser humano, las que han sido reafirmadas en el largo y difícil accionar por los caminos de la historia.

La idea de la libertad ha sido uno de los grandes temas de la filosofía y la política. Para Kant la libertad es un tejido de posibilidades y límites entre los que discurre la actividad individual, de manera tal que pueda formularse una ley universal para “la libertad de todos sin interferir con la libertad de cada uno”.

Para Rousseau la libertad individual es fruto del contrato social, mediante el cual se transforma la libertad natural en la libertad civil que nace del acuerdo de voluntades.

Para Hegel la libertad se encuentra en la estructura del Estado, en la ley que establece los espacios en que puede ejercerse y las fronteras que fijan los límites a su acción. “La libertad es la conciencia de la necesidad”, dice. Esto significa la conciencia de los límites establecidos en la ley que señala hasta donde se puede actuar libremente sin transgredirla.

El sentido filosófico y político moderno de la libertad parte, entre otras cosas, de considerar a la persona frente al Estado y de atribuir un origen racional y natural a las libertades fundamentales contenidas en la Declaración de Derechos del Hombre. Al ser la razón una condición natural del género humano, los privilegios y diferencias entre las personas fueron abolidos, al menos teóricamente, y se proclamó la igualdad y la libertad como elementos esenciales al sujeto y como divisa política y bandera de lucha.

La libertad es pues una condición inherente al ser humano. El respeto a la misma es una obligación ineludible del poder para justificarse y existir con legitimidad. La violación de este derecho humano fundamental le hace perder toda justificación de ser y actuar.

Cuando el poder actúa violando estos valores y principios o bien manipulando su aplicación, pierde toda legitimidad y razón de ser. Esto ocurre también cuando pretende que tiene la solución y solo le faltan los problemas que el mismo crea; cuando de antemano tiene las respuestas y solo le faltan las preguntas; cuando tiene los resultados previamente preparados y solo le faltan las elecciones.

El respeto a la libertad es imprescindible a la vida individual y colectiva y cualquier transgresión justifica su defensa que es la defensa de la condición humana y de los valores fundamentales de la sociedad, la política y la democracia.

El autor es jurista y filósofo nicaragüense.

Opinión Alejandro Serrano Caldera libertad Nicaragua archivo
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