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El mensaje de los obispos

Ante algunas interpretaciones erróneas del claro Mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua del 22 del mes en curso, creemos necesario referirnos al importante documento

Ante algunas interpretaciones erróneas del claro Mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua del 22 del mes en curso, creemos necesario referirnos al importante documento y analizarlo teniendo presente pronunciamientos anteriores de la misma Conferencia, que nos permitan acercarnos a su mejor interpretación.

Recordemos que en la Carta que los obispos entregaron personalmente a Ortega el 21 de mayo de 2014, le hicieron ver que el Consejo Supremo Electoral (CSE) “no ha sabido ejercer sus funciones con responsabilidad y honestidad”.

Por consiguiente, le pidieron que ofreciera “su palabra de honor para garantizar, en 2016 para Nicaragua, un proceso electoral presidencial absolutamente transparente y honesto, con nuevos y honorables miembros al frente del CSE, en el que brille sin ningún tipo de duda, la voluntad popular…” Sin embargo, Ortega ha hecho todo lo contrario: dejó en el CSE a los mismos magistrados; canceló la observación electoral; despojó al PLI de su personería jurídica; expulsó de la Asamblea Nacional a 28 diputados de la Alianza PLI y se apoderó de todas las estructuras regionales, departamentales y municipales del poder electoral.

A raíz de estos hechos, el 14 de junio pasado, la Conferencia Episcopal, en sintonía con la doctrina social de la Iglesia, emitió un comunicado donde expresó que “todo intento por crear condiciones para la implantación de un régimen de partido único en donde desaparezca la pluralidad ideológica y de partidos políticos es nocivo para el país, desde el punto de vista social, económico y político”.

En su Mensaje, los obispos, iluminados por su fe y como pastores de la Iglesia, hacen sus consideraciones, ante “las situaciones de hecho creadas por decisiones irregulares en torno a las próximas elecciones que han originado posturas y reacciones muy diversas en la población”. En este escenario, la Conferencia Episcopal, sabia y prudentemente manifiesta: “Invitamos a que en cada ciudadano, frente a este proceso electoral, decida y actúe desde el interior de su conciencia, libremente y sin miedo a ningún tipo de coacción externa. Cada quien debe reflexionar con seriedad para decidir lo que considere más justo y conveniente para el presente y el futuro del país”.

A continuación, para mayor claridad, el Mensaje agrega: “Votar es un derecho. La decisión de votar o no votar o la de votar por determinada opción debe ser tomada por cada persona desde el interior de su conciencia”. Por lo tanto, la Conferencia Episcopal no está haciendo un llamamiento a la ciudadanía para que acuda a votar en las próximas elecciones. Esta decisión la deja a la conciencia de cada cual y tan legítimo es votar como abstenerse. Sin embargo, para iluminar esa decisión, el Mensaje agrega que a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia, “un católico debe decidir consciente de que si la opción que elija está colaborando a la construcción de una sociedad más justa, favoreciendo al bien común de toda la población y abonando al fortalecimiento de un sistema político democrático y pluralista en el país”. Esta recomendación es, por cierto, válida para toda la ciudadanía.

De igual importancia son los otros puntos incluidos en el Mensaje como no ceder a la tentación de la violencia, aun en situaciones de crisis como la actual; trabajar por la paz, que es un don de Dios, pero también fruto de la justicia y del compromiso humano y nos recuerda que el papa Francisco ha proclamado que para conquistar la paz es necesario vencer la indiferencia.

Entre las exhortaciones contenidas en el Mensaje, subrayamos la que nos induce a no perder nunca la esperanza, sobre todo en los momentos “más oscuros y adversos”, teniendo presente que tener esperanza no es cruzarse de brazos: “No es resignarse pensando que la realidad no puede ser mejor ni ser indiferentes pensando que no podemos hacer nada por mejorarla”. Tener esperanza debería conducirnos, como lo señala el Mensaje a “no ser espectadores de la historia sino protagonistas de la misma”. Seremos protagonistas si nos comprometemos “a vivir y testimoniar los valores del evangelio en la historia”.

Esta exhortación ojalá la escuchen principalmente los jóvenes, que son los más llamados a construir, mediante su protagonismo, un futuro mejor para Nicaragua y para ellos mismos.

El autor es jurista y catedrático.

Columna del día Mensaje Pastoral Obispos archivo

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COMENTARIOS

  1. el carolingio
    Hace 8 años

    Ellos (los curas), hablan e instruyen con mucha sabiduria que pocas veces he visto,no soy especificamente catolico pero les admiro muchos aciertos aunque no históricamente hablando. Pero respecto a la coyuntura actual de Nicaragua, ellos son admirable. Ahora queda del pueblo oirlos y actuar acorde.

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