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Raoul Shade

Vargas Llosa y Hebe, dos estrellas en un mismo camerino

“Hebe de Bonafini (líder de las Madres de la Plaza de Mayo, de Argentina), entró en el camerino de Vargas Llosa y cerró la puerta”. La acción transcurre no en el desierto, sino en la Feria del Libro de Buenos Aires a finales de marzo de 2011; que viene a ser lo mismo, ya que la literatura está muerta (al igual que la pintura a mediados del siglo XX).

¿Y cuál será el sentido de ese encuentro furtivo? Habían traído una reliquia: la sombra de una cabeza envuelta en un pañuelo blanco. Una especie de momia, que Vargas Llosa intentó resucitar, ya que él no podía resucitar la literatura, si bien no se trata de explicar esta siniestra figura de una madre de un desaparecido, cuya mayor obsesión había sido siempre conservar la fama.

Hebe de Bonafini no había nacido para ser cronopio (en el sentido cortazariano). En sus años dorados se resolvió por un talismán: un pañuelo blanco, para llevarlo en la cabeza, no en el corazón (ya que ella, al igual que los palestinos, celebró la caída de las Torres Gemelas). Pero nada es más espantoso que su rostro, acaso una caricatura de la desdicha.

Este disfraz me lleva a pensar en Halloween y en el desfallecimiento de la izquierda oportunista de Argentina y sus negocios ilícitos de propiedades con el visto bueno de la expresidenta Cristina Kirchner en nombre de los desaparecidos. Kirchner también está imputada por el asesinato de Alberto Nisman. Impunidad absoluta. Bonafini acusa a Mauricio Macri de ser un Hitler y se le olvida la famosa frase siniestra de su ídolo Juan Perón en 1943 (en pleno Holocausto judío): “El combate de Hitler en la paz como en la guerra nos servirá de guía”.

Efectivamente, Hitler y Perón pretendían conquistar Brasil y después el resto de América Latina. Tal vez Bonafini nunca leyó: Le Nazisme en Amérique du Sud (Ramsay, París, 2008) de Sergio Correa da Costa.

El 30 de marzo Vargas Llosa celebró su cumpleaños en Casa América, Madrid, con el altanero título: Literatura y Ética. Pocos días antes de recibir el Premio Nobel su abogado le aconseja sacar su fortuna escondida en la empresa del multimillonario Jürgen R. D. Mossack en Panamá (hijo del nazi fugitivo Erhard Guenther Mossack, que al ser atrapado por los aliados vendió información tan valiosa que quedó libre).

Las vacas sagradas tienen que mantener la leche blanca como el pañuelo de Bonafini. Al igual que el cleptómano de Messi, Vargas Llosa dice que no sabía, porque él es de letras. Y el otro dice que tampoco sabe porque es de pelotas. Y otro dirá que es de balonmano o baloncesto. Pues tienen tanto dinero en la cesta de la Bolsa que anhelan ingenuidad.

Ahora con su “cruzada humanitaria” en el Medio Oriente en solidaridad con los palestinos, Vargas Llosa no tiene tiempo para solidarizarse con los kurdos, los tibetanos, los mapuches, los tarahumaras o los miskitos de Nicaragua.

En Brasil, los guaraníes estaban siendo diezmados y sacados de sus tierras ancestrales de manera violenta por parte de las multinacionales, mientras se celebraban las Olimpiadas. Pero eso no vende. Mientras que demonizar a los judíos sí es rentable. Como siempre se ha hecho durante dos mil años.

La izquierda oportunista nunca protesta contra la barbarie de los chinos y los rusos. Sin duda, hay una complacencia en no querer ver las cosas en su totalidad. Es preciso detenerse en el hecho que la mítica Evita Perón no solamente fue asesorada por el mítico coronel SS Otto Skhorzeny (el que liberó a Mussolini) como controlar a los sindicatos argentinos, sino que además él le sirvió de guardaespaldas de honor en la compra en Suiza, por más de treinta millones de dólares, de las joyas que los nazis le robaron a los judíos. Ellos nunca fueron bienvenidos en Argentina y sufrieron dos masacres en Buenos Aires orquestadas por Irán con la aquiescencia de los kirchenistas.

Mientras que los más grandes criminales nazis encontraron refugio gracias a Juan Perón, al Vaticano y a la Cruz Roja Internacional, a través de la Ruta de los Conventos, ese laberinto de la infamia que comenzó en Roma y a través de Madrid y Lisboa finalizó en Buenos Aires, con la ayuda de los ocho mil pasaportes falsos proporcionados por Perón.

El Oro Nazi: un robo en gran escala gracias al Gran Exterminio. Los alemanes nazis fugitivos de Europa bajaban en Madariaga, Dolores, con cofres repletos de joyas y oro, como los antiguos piratas. Los investigadores Uki Goñi, Tomás Eloy Martínez y Silvano Santander están bien documentados al respecto.

Es tarde para hacerse otra máscara y volver a aprovecharse de la coyuntura glorificada para alcanzar la fama perentoria. Habrá que fijarse de lo que marca el reloj acerca del tiempo, para no ensangrentar más el lago de los cisnes blancos, blancos como el pañuelo de las Madres de la Plaza de Mayo.

Oíd el estampido de los elefantes sin colmillos: Oro blanco de los cazadores furtivos y negocios turbios. Para nosotros quedan los cándidos huesos de las palabras muertas de Vargas Llosa.

Madrid agosto del 2016

El autor es periodista e investigador inglés.

Opinión Mario Vargas Llosa archivo
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