El Senado brasileño destituyó este miércoles a la mandataria Dilma Rousseff por 61 votos a favor y 20 en contra. La salida de Rousseff de la presidencia pone fin a 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT). Bastaban dos tercios de los senadores (54) para que Rousseff fuera condenada a dejar el cargo.
El proceso de “impeachment” ha llegado a su fin después de ocho meses de haber comenzado. Rousseff fue apartada temporalmente del poder el pasado mayo para ser juzgada por maquillaje de las cuentas públicas para asegurar su reelección en 2014 y continuar con esa práctica al año siguiente. Rousseff está acusada de violar las leyes de responsabilidad fiscal en el manejo del presupuesto federal.
Rousseff conservará sus derechos políticos y los beneficios vitalicios que la legislación le garantiza a los ex jefes de Estado, según la sentencia leída por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski. La presidenta depuesta tiene derecho, como exmandataria, a ocho funcionarios públicos para atender sus necesidades y a dos vehículos oficiales.
Pese a que se preveía que su destitución la condenaba automáticamente a la pérdida de los derechos políticos por un período de ocho años, como ocurrió en 1992 cuando Fernando Collor fue sometido a un juicio político semejante, un recurso presentado a última hora por el Partido de los Trabajadores (PT) salvó a Rousseff de la inhabilitación política.
La destitución de Rousseff confirma como presidente de Brasil a Michel Temer, de 75 años, quien seguirá en el poder hasta el 1 de enero de 2019. Temer, primero vicepresidente y aliado de la mandataria se ha convertido en su enemigo.
La tarde de este miércoles, según uno de los colaboradores de Rousseff, la expresidenta dará declaraciones. En todas su declaraciones Rousseff ha asegurado ser inocente de los cargos.
Lea también: Claves del juicio político de Dilma Rousseff
Temer (PMDB, de centro-derecha, enemigo acérrimo de Rousseff, prestará juramento ante el Parlamento, antes de viajar a China, para la cumbre del G20, donde pretende participar ya con el título oficial de presidente.
“Brasil pasó por un período difícil de disputas políticas, pero se ha cumplido con la Constitución. Cuando el presidente es apartado del cargo, asume el vicepresidente porque al final ese es su papel”, indicó Temer al diario O Globo, quien llegará a la presidencia con una popularidad tan baja (13%) como la de su predecesora.
El voto cerrará una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en ruta a su peor pérdida de riqueza en 80 años, cerca del siete por ciento del PIB entre 2015 y 2016, y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.
Ecos del pasado
Lejos quedaron los días del milagro socio-económico que inició el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), padrino político de Rousseff, que sacó a 29 millones de personas de la pobreza y al país del mapa de hambre de la ONU.
Dilma “produjo muchos enemigos por su estilo autoritario (…) Su incapacidad le cobró un alto precio cuando se volvió impopular al hacer exactamente todo lo contrario que había prometido cuando fue reelecta”, escribió Sylvio Costa, director de la publicación Congresso em Foco.
La crisis económico-política se entrelazó con un escandaloso fraude que drenó más de 2,000 millones de dólares de la estatal Petrobras.
