A sus 62 años, el coronel Carlos Brenes dice que se dedica a sembrar aguacates y cítricos en su finca, ubicada en Jinotepe, Carazo. Además de cultivar la tierra, participa en una asociación de militares en retiro denominados patrióticos por su postura crítica al gobierno de Daniel Ortega y a la comandancia del Ejército, del que formó parte como uno de sus más destacados miembros, hasta su retiro en 1992.
Brenes conoció de cerca la doctrina militar de la institución castrense que transitó en la vía institucional desde mediados de los noventa hasta el mandato del general Julio César Avilés (2010- hasta la actualidad), el primer jefe castrense que fue reelegido en su cargo por voluntad del Ejecutivo.
Ortega anunció que Avilés continuará al mando hasta 2020 en la consolidación de una alianza con el estamento militar, que tenía su rostro más visible en el actual vicepresidente, el general en retiro Omar Halleslevens, el antecesor de Avilés. Para las elecciones de noviembre Ortega nominó esta vez como su candidata a vicepresidenta a la primera dama Rosario Murillo, lo que ha provocado que los sectores críticos denuncien la instauración de una dinastía.
Brenes se pronuncia ante la adquisición de tanques rusos y expresa sus puntos de vista sobre el comunicado reciente del general en retiro Humberto Ortega, exjefe del Ejército (1979-1995), quien negó que su hermano estuviese proclamando una dinastía.
El Ejército de Nicaragua cumple 37 años, ¿qué balance puede hacer?
El Ejército ha estado jugando una función menos castrense y más en temas de apoyo al Estado y al Gobierno en sus tareas. Mal que bien apoya (ante) algún tipo de desastre natural, algunos no. En otros campos, como la protección ecológica o grandes reservas naturales del país hace algún papel como el batallón ecológico, pero no incide con profundidad.
Participa ante elementos de desastres de la naturaleza. En la práctica no ha ocurrido un hecho que ponga a prueba ese Hospital Militar, que hasta ahora es una empresa, negocio. Los oficiales del Ejército no son un gran número, es mayor el número de oficiales retirados que están en dificultades de salud y económicas, por un orden de casi 12 mil oficiales, que no son atendidos por ese hospital. ¿En función de qué está ese hospital, en hacer un negocio o contribuir a una sociedad? Un balance: hay algo positivo, trae una oferta pero hace competencia al mercado nacional, en este caso de medicinas, pero abandona y deja a quienes fundaron este Ejército, a quienes más invirtieron plata y no reciben ningún beneficio.
En términos institucionales, ¿en qué ha cambiado el Ejército que usted conoció?
El aspecto conceptual doctrinario del Ejército. No vemos que haya habido, te lo digo desde el punto de vista que fui parte de las comisiones para designación de las nuevas misiones del Ejército en tiempos de paz (1990), y todos estos temas ya se esbozaban; tendrían que madurar y tener una propuesta moderna según las necesidades del país.
Estamos adquiriendo una tecnología (tanques) que no prioriza las necesidades del país y una doctrina militar que no determina cuáles son las amenazas potenciales que el país va a tener que afrontar en los próximos 30 o 40 años. Costa Rica y Panamá no tienen ni territorio ni Ejército convencional ni interés en agredir a Nicaragua, como para sentir que de la parte sur de Centroamérica viene una amenaza.
Si no se está actuando con base en un plan, ¿con base en qué lo hacemos?
Me parece que hay una limitación en la profesionalidad del Ejército. No tiene enfoque militar (…). Hay falta de visión y una interpretación politizada de la concepción doctrinaria de la estructura del Ejército, del esquema de defensa y seguridad. La pretensión es querer fortalecer en este momento, en su diseño, la continuidad, el continuismo del orteguismo en el país.
Pregunta: ¿Por qué los tanques tienen que aparecer en un año electoral y no en un año antes o después? Aquí hay una intención perversa de querer intimidar a la población. Esos 80 tanques no necesariamente son la base de la defensa ante una intervención o agresión extranjera, porque la centroamericana está totalmente descartada.
Argumentaron que se usarían para combatir el narcotráfico, ¿tiene alguna explicación?
Aquí se han metido manos políticas, que sin la preparación debida, sin el conocimiento debido, están tomando decisiones y el Ejército, que tiene ese conocimiento, esa preparación, ha guardado los argumentos militares para darle paso a los pensamientos y ansiedades políticas y económicas de algunos sectores.
¿Por qué hace esto la comandancia?
Está de por medio la permanencia de los oficiales de mando en el cargo. Si no son fieles, aquí conocemos otra parte de la limitante del Ejército, que es la separación de aquellos que no son leales al actual régimen. En especial el (mayor) general (en retiro) (Oscar) Balladares (exjefe del Estado Mayor).
Ver: Balladares retirado del Ejército
¿Qué ruptura marca con la historia, con la institucionalidad del Ejército, la continuidad del actual jefe militar, el general Julio Avilés, y la prolongación del período de permanencia de los otros oficiales?
Hay dos componentes: uno histórico y otro actual. Desde los acuerdos de Sapoá, desde 1990 —la pérdida electoral— ese Ejército pensante y político en esa época comienza a cuestionar el todo y el rumbo del país, la necesidad de la defensa y la posición del Ejército Popular Sandinista (EPS) y determinan con su jefe que el apartidismo era la solución, pero detrás de eso había ya un diseño del proyecto del orteguismo y se muestra desde 1990-2011 un desmantelamiento de los principales cuadros y mandos históricos con preparación, experiencia, comienzan a ser sacados de una y otra manera, siendo el último el general Balladares. Eso fue producto de un esquema, de un proyecto del orteguismo que finamente lo hilvanó.
Ahora que hay esa secuencia de lucha histórica, preparación de cuadros, formación, experiencia, capacitación internacional fue suplantado por la línea de mando del general Halleslevens (actual vicepresidente de Ortega).
Hoy jefes de tropas en su mayoría, en las especialidades de estados mayores o fuerzas navales, es gente afín o de confianza del Gobierno. Son del área de Contrainteligencia, Inteligencia militar. Están en los lugares de manera taponada. Ese es el otro elemento institucional. Has taponeado la formación normal que tenía el Ejército. Tenés al comandante en jefe y a los otros dos jefes anclados diez años y abajo una oficialidad pujando de manera profesional.
Usted que se relaciona con exmilitares, ¿han advertido en sus conversaciones qué efecto provocaría esto?
Hay preocupación que viene en varios sentidos. Al ser taponeados en una carrera militar y no tener opción de salir, teniendo 15 años o 20 de estar en las fuerzas armadas, ¿qué me queda, hasta dónde voy a subir?
Algunos han optado por ya retirarse o por necesidades del Ejército y salen en una condición un poco menos lastimada de la que hemos salido en los años noventa. Ya el que sale no tiene una seguridad después del servicio prestado. Y muchos expresan la preocupación adentro de no permitir el desarrollo y paralelo a esto (se encuentran) las preocupaciones de carácter nacional. Es preocupante que el país no avance a la velocidad que debería avanzar y que se esté queriendo instaurar un tipo de gobierno que no es que el está en nuestras mentes, que se va pareciendo más al cubano y al chino, más distante del venezolano.
¿Es aceptada la candidatura de la primera dama Rosario Murillo en el estamento militar? Avilés no ha comentado nada
Ya han pasado unos cuantos años en que el ejercicio de mando del Jefe Supremo, sujeción al poder civil anteriormente, había logrado establecerse, pero si viste el acto del 19 de julio, estás viendo una adulación del Comandante en Jefe (Avilés) a la candidata a vicepresidente de la República (Murillo), haciéndole un agradecimiento nunca visto en el Ejército nuestro.
Hay una especie de sumisión. Si pasan revista, van a verlo. El Ejército tiene un claro mandato, que es el Jefe Supremo, el presidente de la República. Poner en evidencia públicamente esta relación es un descuido garrafal y una mala señal a las tropas.
¿Qué se puede esperar del Ejército? En estos años se han denunciado las contradicciones del Ejército con sus propios postulados, como el caso de la defensa de la soberanía, pero acompañaban a la gente de Wang Jing (concesionario del proyecto del Canal).
Un proceso más profundo de la pérdida de su naturaleza histórica, combativa, organizativa y conceptual en detrimento de la defensa del país y en el fortalecimiento del actual régimen. Ahí lo ves claramente. ¿Por qué esta jefatura va a estar diez años más? Ni siquiera los jefes más calificados estuvieron ese volumen de tiempo, ni lo más experimentados. Hasta ahora. Pero sí hay una clara inquietud de dónde va a parar la cosa, ¿quién para el cerebro humano? ¿Quién para el conocimiento de la discusión nacional sobre la viabilidad económica del país, sobre la promoción corporativista donde además de los capitales se consolida el poder orteguista?
¿Hasta qué punto tienen un peso los intereses económicos del Instituto de Previsión Social Militar para que haya una identificación del Ejército con el orteguismo?
Están ligados completamente. Tienen intereses económicos, no solo con una parte del estamento de este gobierno, sino con el capital privado.
El general en retiro Humberto Ortega dijo el 2 de septiembre que el Ejército es “reequipado” en el marco del balance razonable de fuerzas, ¿qué opina sobre ese argumento?
No creo que sea técnico (…). Y te repito: no hay cena ni almuerzo gratis. Por lo menos tenés que pagar ese favor en especie. En temas de Relaciones Internacionales, ¿qué significa pagar? El antecedente que manejamos en los ochenta sobre la donación de esa técnica de guerra, al final fue cobrada, fue parte de la deuda externa. No creo que a alguien se le ocurra: ¡tomá, llevate 80 tanques a tu casa y solo me das las gracias! Eso en algún momento va a ser cobrado e implica una relación, compromiso que solo el actual régimen lo conoce.
¿Encuentra usted congruente que el general Ortega por un lado diga al Ejército que sea apartidista y por otro lado alabe la gestión de su hermano?
Es congruente con el interés del orteguismo. Ahí habla la otra parte que siempre está escondida y camuflada del orteguismo: el general Ortega. Es la otra parte que aparece dándole recomendaciones, quitándole las manchas al tinte dictatorial y suavizando, hablando del futuro, diciendo ‘yo soy la llave’. En la Epopeya de la Insurrección está la guía para que ustedes surjan del país. Es mesianismo: yo, el salvador.
La ruptura de la sucesión
A finales de 2013, el Ejército de Nicaragua entró en una nueva etapa. Según expertos, entonces coincidieron los intereses entre “los empresarios de uniforme”, como se refieren a la actual comandancia del Ejército, y el Ejecutivo.
La reforma al Código Militar, que fue aprobada por el oficialismo, permitió la continuidad en el cargo del actual jefe militar, el general Julio César Avilés Castillo.
El cambio ocurrió en un año en que el Ejecutivo reformó la Constitución para permitir la reelección de Ortega de manera indefinida. El Ejército apoyó esas reformas constitucionales.
Avilés se declaró ante los periodistas un “soldado de la patria” que está donde la patria lo necesite y retiró a su segundo, el general Oscar Balladares, quien debió ser el sucesor, según la tradición.
“Están muy alejados (del Ejército original). Están más enfocados en los temas de orden económico, en los temas de la fidelidad y guardarle seguridad al régimen y no a la nación”.
Carlos Brenes, coronel en retiro.
