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Centroamérica se envejece a dos velocidades

Según el informe Estado de la Región, Nicaragua tiene hasta el 2035 para sacar provecho al denominado bono demográfico, conocido así al aumento de manera sostenida y rápida de la población en edad productiva respecto a la proporción de personas dependientes (menores de 15 años y mayores a 65).

Centroamérica se envejece a dos velocidades. Mientras Nicaragua y Guatemala aún tienen margen para aprovechar lo que se conoce como bono demográfico, Costa Rica y Panamá se encuentran en la fase de agotamiento de este proceso, el que culminará en ambas economías en el 2020 para luego acelerar la tasa de envejecimiento en el istmo.
Según el informe Estado de la Región, Nicaragua tiene hasta el 2035 para sacar provecho al denominado bono demográfico, conocido así al aumento de manera sostenida y rápida de la población en edad productiva respecto a la proporción de personas dependientes (menores de 15 años y mayores a 65).
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Las estimaciones apuntan a que Guatemala es la economía que más chance tiene para aprovechar este periodo demográfico, el que se agotará hasta 2050. Le sigue Honduras, que al igual que Nicaragua, se prolongará hasta el 2035.
En tanto en El Salvador el crecimiento de mano de obra en su edad  de mayor nivel productiva se extenderá hasta en 2030. Y a medida que avance este proceso, se prevé que “en los próximos tres lustros, la población centroamericana mayor de 65 años  aumentará del seis por ciento actual a un ocho por ciento. El peso relativo de este grupo seguirá creciendo, sobre todo en naciones más avanzadas en la transición demográfica”.
En este contexto, los investigadores señalan que los beneficios que las economías puedan obtener del bono demográfico dependerá de los esfuerzos que hagan en materia educativa y laboral, lo que permitirá que “las personas en edad de trabajar se conviertan en económicamente activas y altamente productivas”.
Estos esfuerzos deben estar encaminados a que la fuerza laboral en edad productiva se pueda incorporar al mercado del trabajo con empleos de calidad,  para que pueda haber flujos crecientes de ingresos, consumo y ahorro, “y por ende mayor crecimiento económico”.
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En caso de que no hayan mejoras en las habilidades de la fuerza de trabajo y los niveles de educación, alertan a la región de que “el envejecimiento de la población ocasionaría una reducción de los ingresos laborales y el consumo, que de no ser compensada con ingresos no provenientes del trabajo, como el ahorro, tendría efectos negativos en el bienestar económico”.
Pero además, señala, una vez que finalice el bono demográfico habrán mayores presiones financieras sobre los sistemas de pensiones y de salud. En este sentido, se prevé que en Centroamérica el gasto en salud de las personas mayores respecto al gasto total se triplique en 2070 en Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Panamá.
En tanto, en Nicaragua y Honduras se cuadruplicará respecto al 15 por ciento que hasta 2015 tenía la región en gasto de salud en adultos mayores, con relación al gasto total en salud.
REGIÓN QUE EXPULSA  SU POBLACIÓN
Y pese a las mejoras económicas y a la oportunidad que representa el bono demográfico para impulsar el crecimiento, hasta el 2015 la migración centroamericana aún se mantenía dinámica. Al término del año pasado, el ocho por ciento de la población del istmo (equivalente a cuatro millones de personas) residía en el exterior, el 82 por ciento de estos en Estados Unidos.
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Después de El Salvador (21.1 por ciento), Nicaragua es la nación en Centroamérica con la segunda tasa  porcentual de migrantes con respecto a su población más alta de la región. En el 2015, los 618,774 nicaragüenses residentes en el exterior equivalían al 9.9 por ciento de la población total. Costa Rica, con 116,627 migrantes, solo el 2.3 por ciento de su población reside en el exterior.
Y si bien Honduras con 631,872, tiene similar proporción de personas en el extranjero en términos absolutos, como porcentaje de su población esta se reduce a 7.5 por ciento.
Por su parte, Guatemala y El Salvador tenían a 989,072 y 1.35 millones, respectivamente, en el exterior, equivalentes a 6.1 y 21.1 por ciento de sus poblaciones.
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ascenderá la población centroamericana en el 2080, la que luego iniciará un proceso de descenso, según el informe de Estado de la Región, basado en cifras del Celade.
Jóvenes mal
El informe Estado de la Región revela que el 60 por ciento de los jóvenes de 15 a 24 años (5.4 millones) en Centroamérica está fuera del sistema educativo y el 36 por ciento de ellos está en puestos de trabajo de baja calidad.
Alrededor de una cuarta parte de (23 por ciento) no estudia ni trabaja y tan solo el 29 por ciento se dedica al estudio a tiempo completo.
Se alerta de que todavía los niveles de inversión en educación siguen bajos en Centroamérica. Y muestra de eso es que mientras en Costa Rica y Panamá la inversión es de 1,053 y 926 dólares anuales por persona, en Guatemala y Nicaragua es cercana a 200 dólares, revela el estudio.
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Este aumento (de la población centroamericana) acrecentará la demanda de empleo, alimentos, vivienda y servicios básicos, y generará mayores impactos ambientales asociados al incremento en el consumo de agua, las emisiones de gases y la producción de desechos”.
Informe Estado de la Región.

 

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