El escritor que se inspira en la fantasía sin descuidar la exactitud y que ha encontrado el motivo para ilusionarse a diario por más de medio siglo, ha alcanzado ahora su plenitud, sin dejar de desplegar su capacidad de seducción ni el ímpetu que le permitió adueñarse del escenario, sobre el cual, jamás ha dado un paso hacia atrás.
A través de su ingenio, excelente humor, conocimiento enorme y estilo brillante, Edgar Tijerino revolucionó el periodismo deportivo, hasta establecer un punto de inflexión. Y desde entonces, no ha parado de empujarlo con la misma pasión con que Carlos Mejía le puso música a las palabras y Armando Morales vida a la pintura.
Incluso en esta época en la que —como diría Jorge Valdano— el conocimiento ya no es patrimonio de los sabios, sino de gente normal que sabe hacerle la pregunta justa a Google, Edgar sigue conservando su nivel de influencia, atractivo y credibilidad, gracias a su personalidad magnética, su evolución permanente y su compromiso con la excelencia, pero sobre todo, a su pasión ilimitada.
SIN FECHA DE CADUCIDAD
Por más de cuatro décadas, Tijerino ha dado en el punto. Su entusiasmo por hacerse mejor, lo ha introducido en el fascinante mundo del aprendizaje constante. De ahí que siempre tenga a mano, el verbo encendido para agitar pasiones, el adjetivo preciso para calificar el hecho y la metáfora exacta para establecer la relación.
Y quizá lo más admirable es que Edgar ha cabalgado con desespero hacia la grandeza sin competencia a su alrededor. Seguramente porque comprende que compararnos con nosotros mismos es lo que en realidad nos asegura un progreso constante. Alcanzar la cúspide y el reconocimiento no lo ha distraído, porque su nivel de exigencia lo devuelve al punto de partida.
Estamos hablando a la vez, de un escritor que no solo ha puesto su empeño en manejar la palabra con precisión, sino también la vida. Desde su tribuna ánima al país y más que con alocuciones y textos, con su ejemplo, superándose a sí mismo, contagiando a los demás a ser lo mejor que puedan ser, sin importar el ámbito en el que se desempeñen en la sociedad.
Hoy, cuando presente en la UCA a las 6:00 p.m. su libro: Yo, Vago, vamos a entender aún más a Edgar, quien escapó de las limitaciones a golpe de talento y fortuna, pero no se distrajo en las comodidades.
HA TRASCENDIDO EN EL TIEMPO
Edgar Tijerino ha trascendido en el tiempo no solo porque ha administrado con mucho juicio su dilatada y exitosa carrera, sino porque también ha tenido fortuna.
Los acontecimientos principales en la historia deportiva del país llevan la impronta de Edgar Tijerino, quien estaba atento para retratarlos con su pluma apasionada y su gracia sorprendente.
Algún día no estará Tijerino, pero quedará su obra. Y aunque el tiempo lo empuja con firmeza hacia la mayoría de edad, aún conserva el resplandor, el ímpetu y la vitalidad para seguir mejorando.
Pero lo más importante, es que Edgar ha entendido, que los ganadores se olvidan de la carrera. Corren porque les gusta. Tijerino escribe, luego existe.