De la fundación de Troya se ha escrito y hablado mucho, pero muy poco de su fundación.
Troya fue destruida por los griegos después de diez años de asedio, no porque los troyanos fueran vencidos en buena lid, en el campo de batalla, sino por el ardid del Caballo de Troya.
Odiseo (Ulises) ideó hacer un enorme caballo de madera, dejarlo ante la puerta principal de Troya y fingir que los griegos se retiraban. Los mejores guerreros griegos (incluyendo al mismo Odiseo) se acomodaron en el vientre hueco del caballo, que los ingenuos troyanos creyeron era un reconocimiento a su victoria y lo introdujeron a la ciudad. En la medianoche, los griegos salieron del vientre del caballo, abrieron las puertas de la ciudad y los troyanos que dormían fueron masacrados sin poder defenderse.
Troya fue saqueada y destruida. Las troyanas fueron convertidas en esclavas domésticas y sexuales de los vencedores. Todos los hombres fueron asesinados, menos Eneas, yerno del rey Príamo. Protegido por su madre, Afrodita, Eneas escapó cargando en hombros a su anciano padre, Anquises y llevando de las manos a su esposa, Creúsa y su pequeño hijo, Ascanio.
Cuando van en huida, Afrodita aparece en forma de un fuerte viento y se lleva a Creúsa. Esta aparece después ante Eneas, como una sombra, para decirle que debe ir a lejanas tierras y sentar las bases de otra gran ciudad, la Nueva Troya, que según Virgilio con el tiempo habría de ser Roma.
Troya, ciudad legendaria e histórica, fue destruida según cálculos de los historiadores entre el año 1250 y el 1194 antes de Cristo, más o menos un milenio después de su fundación. Según Juan Humbert, mitólogo francés —de cuyo libro Mitos Griegos y Romanos tomo algunos datos para este artículo—, el fundador de Troya, la gran ciudad del Asia Menor, donde ahora es Turquía, fue el héroe Teucro. Por eso en La Ilíada Homero llama “teucros” a los troyanos.
Teucro nació en la isla de Creta de donde emigra cuando el país es azotado por una gran sequía y hambruna y con otros cretenses va a buscar dónde establecer una colonia.
Un oráculo le dice que debe fundar una nueva ciudad en el lugar donde en medio de la noche sean atacados por seres salidos de la tierra. Cuando llegan a Anatolia acampan en una llanura bañada por dos ríos, en una región llamada Tróade. En la medianoche el campamento es invadido por muchos ratones que en la oscuridad parecen salir de la tierra. Para Teucro esa es la señal divina de que allí debe fundar la nueva ciudad.
Teucro adquiere entre los habitantes de la región fama de sabio, honrado y trabajador. Su prestigio llega a oídos del rey, quien lo llama al palacio y le rinde honores. Poco tiempo después el rey casa a su hija con Teucro y lo nombra su sucesor en el trono.
Algún tiempo después, según la versión de Juan Imbert, llega a la región otro griego llamado Dárdano, hermano de Jasio, rey de Arcadia. Dárdano es hijo de Zeus y por eso cree que él y no su hermano debe de ser rey de Arcadia. Dárdano mata a Jasio, pero no puede quedarse con el trono porque el pueblo se levanta, indignado por el asesinato de su rey. Entonces el fratricida huye de Arcadia y cruza el mar hasta llegar a las costas de Anatolia.
Dárdano se casa con una hija de Teucro y poco tiempo después se convierte en rey de la ciudad, pone el nombre de Dardanelos al estrecho que separa a Europa de Asia, hasta entonces llamado Helesponto y llama Dardania a la ciudad fundada por Teucro.
Dárdano es sucedido en el trono por su hijo, Erictonio y a este lo sucede su hijo Tros, quien cambia el nombre de la ciudad de Dardania y la llama Troya en su propio honor.
Ilo, hijo de Tros, hereda el trono de su padre y pone a la ciudad el nombre de Ilion, derivado de Ilo. Por eso Homero titula La Ilíada su poema épico sobre la guerra de Troya. Pero la gente siguió llamando Troya a la ciudad.
Las gruesas e inexpugnables murallas de Troya fueron construidas en tiempos del rey Laomedonte, hijo de Ilo. Las construyeron Apolo y Poseidón, cuando vivieron en la tierra a donde Zeus los envió castigados. Por eso los griegos nunca pudieron derribar las murallas de Troya, hasta que el astuto Odiseo fraguó la estrategia del caballo que les permitió entrar furtivamente a la ciudad y conquistarla desde adentro.