El colectivo de artistas visuales Malagana, aborda en su próxima exposición un homenaje a los 43 estudiantes de la escuela Raúl Isidro Burgos, en el pueblo Ayotzinapa, desaparecidos el 26 de septiembre de 2014, después de haber sido arrestados por la policía municipal.
A dos años de su desaparición, los artistas convocan a la exposición “43 Ayotzinapa”, que se inaugura el 28 de septiembre a las 6:30 p.m. en el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, de la Universidad Centroamericana de Managua.
Esta muestra colectiva reúne obras en diversos medios (video, pintura, fotografía, dibujo, happening, escultura, tejido e instalación) de 33 artistas de Centroamérica, “en solidaridad con los familiares de los desaparecidos y reflexionando sobre la condición humana en la América del siglo XXI. La exposición estará abierta al público durante dos semanas”, dicen sus organizadores.
Participantes
Los artistas participantes son: Patricia Belli, Rolando Castellón, Patricia Villalobos, David Ocón, Marcos Agudelo, Denis Núñez, Alejandro de la Guerra, Alicia Zamora Noguera, Ricardo Huezo, Raúl Quintanilla Armijo, Consuelo Mora Benard, Raquel Quintanilla, Rodrigo González, Luis Saborío, Federico Alvarado y Moisés Mora, Teresa Codina, Alfredo Caballero, Helen Dixon, Benvenuto Chavajay, Ángel Poyón, Maia Alfaro, Eduardo Chang, Antonio Romero, Walterio Iraheta, Alexia Miranda, Luis Fernando Quirós, Darwin Andino, Xenia Mejía, Nayda Collazo-Llorens y Christine Chevalier.
La tragedia
Los muchachos se preparaban para participar en una gran manifestación en la capital de México, en conmemoración de otra masacre de estudiantes perpetrada por el gobierno mexicano: la de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968.
“La tragedia de Ayotzinapa ha expuesto cómo la administración del presidente Peña Nieto no se detendrá ante nada para encubrir las violaciones a los derechos humanos que ocurren en México”, dijo Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
Las autoridades mexicanas presentaron oficialmente la supuesta “verdad histórica” sobre los hechos, afirmando que los estudiantes fueron secuestrados por una banda criminal de la zona y que sus restos fueron incinerados en un basurero local.
Sin embargo, tras una larga investigación forense, un grupo de expertos provenientes de varios países y designados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, concluyó que era científicamente imposible que 43 cuerpos hubieran podido ser incinerados en un basurero bajo las condiciones confirmadas por las autoridades; conclusión que ha sido compartida por muchos otros expertos con acceso a este caso y —más importante aún— por los familiares de los estudiantes, quienes siguen coreando su difícil consigna: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!