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Daniel Ortega acepta derrota electoral en 1990. LA PRENSA/ ARCHIVO

Daniel Ortega acepta derrota electoral en 1990. LA PRENSA/ ARCHIVO

El día después de las elecciones de 1990: La derrota del FSLN

Protagonistas de uno y otro lado relatan a LA PRENSA cómo vivieron el “día después” de las elecciones históricas de febrero de 1990. Un día de llantos, armas, frustraciones y celebraciones silenciosas.

Aquello parecía el escenario de un típico enfrentamiento entre vaqueros del lejano oeste. El país estaba tan desértico que con un poco de imaginación casi se podían ver las bolas de heno empujadas por el viento rodando por las calles desoladas.Cuentan quienes lo vivieron que pocas almas se atrevieron a salir aquella mañana del 26 de febrero de 1990, un día después de las históricas elecciones presidenciales en las que Violeta Barrios de Chamorro, de la Unión Nacional Opositora, derrotó a Daniel Ortega Saavedra, del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

No era un duelo de vaqueros, claro está, pero Daniel Ortega lucía como uno. Durante la campaña electoral aparecía vestido con blue jeans de talle alto, camisas de botones y de psicodélicos estampados con el pecho semiabierto, botas, fajón y pañuelo rojinegro atado al cuello. Esa imagen de dureza, sin embargo, discrepó de la de aquel “gallo ennavajado” melancólico que se echó a llorar en los brazos de doña Violeta Barrios de Chamorro, mientras lo consolaba esa tarde del 26 de febrero, como ella lo narraría en su libro Sueños del corazón.

Muchas cosas pasaron en la madrugada de las elecciones y en los días posteriores. Hubo llanto, armas, miedo, alegría y Nicaragua pareció detenerse. LA PRENSA hace un retrato de aquellos días a través de las historias de quienes vivieron el triunfo y la derrota.

¿Perdimos?

Comandantes sandinistas. LA PRENSA/Archivo
Comandantes sandinistas. LA PRENSA/Archivo

A eso de las 8:00 la noche del 25 de febrero de 1990, Henry Ruiz, el “Comandante Modesto”, quien en ese entonces era miembro de la Dirección del FSLN, se tomaba unos tragos en su casa mientras jugaba tranquilamente al billar con su amigo el escritor y militante comunista Joaquín Gutiérrez Mangel.


Hemeroteca: Así te contó LA PRENSA la victoria de Violeta Barrios


Pero algo los tenía inquietos. La celebración de la victoria electoral del Frente Sandinista se había programado para las 6:00 de la tarde y a ambos se les hizo extraño que aún no hubiera empezado la “pachanga”. Entre dudas y bolas que iban a dar a las troneras de la mesa se hicieron las 9:00 de la noche, cuando apareció en la televisión el primer informe oficial sobre el conteo de votos. Y en menos de lo que canta un gallo “Modesto”, hoy de 73 años, recibió una llamada: los nueve comandantes debían reunirse.

“Perdimos”, dijo a su chofer mientras se dirigía donde sus compañeros. “Comandante, nosotros no perdimos”, contestó este, indignado. Pero Ruiz sabía que la derrota se hacía cada vez más evidente y que tendría que respetarse la voluntad del pueblo.

Unas horas antes de aquella reunión, tipo 6:00 o 7:00 de la noche, un joven y revolucionario Gonzalo Carrión estaba seguro de que la victoria la tenían en la palma de la mano. Él, que había participado en la Cruzada Nacional de Alfabetización, en los cortes de café y algodón y que también hizo servicio militar patriótico, se había encargado de ir de casa en casa promoviendo el voto en el barrio Las Américas IV, hoy conocido como Villa Venezuela.

Podés leer: Henry Ruiz: “Aquí hay una dictadura”

Pero cuando se empezaron a conocer los resultados del barrio supo que todo se había perdido. “La primera reacción fue: si perdimos aquí en los barrios orientales, donde somos populares, perdimos el país”, cuenta Carrión.

A las 10:00 de la noche ya estaban seguros de la derrota. Los jóvenes del distrito estaba desolados, aturdidos, desvelados. Y mientras la tristeza los asolaba, camino a la reunión de la Dirección Nacional, el “Comandante Modesto” andaba “con ganas de joder”.

Cuando Henry Ruiz llegó a la Casa L en la Loma de Tiscapa a la reunión urgente de la Dirección Nacional del FSLN preguntó a modo de chiste: “¿Qué pasó? ¿Ganamos o estamos empatados?”, pero no hubo contestación más que las caras “desencajadas” de los miembros del comando central, especialmente las de Humberto y Daniel Ortega y este último finalmente le respondió: “No… esteem… es que no vamos bien”.

Una vez reunidos, Daniel Ortega preguntó qué se haría. Luis Carrión levantó la mano y habló de reconocer la derrota, cuenta Ruiz, quien después de Carrión levantó la mano y dijo a Ortega: “Reconocé la victoria. Nos estamos jugando todo y si el pueblo decidió que no ganamos, pues lo tenés que reconocer”, cuenta. Y tras pronunciar esas palabras, asegura que nadie más habló y nadie más pidió la palabra.

La decisión fue transmitida a todos los líderes del Frente Sandinista. Gonzalo Carrión alcanzó a escuchar a unos de estos decirles a los de su barrio: “Hemos perdido. Se va a reconocer la derrota y la orientación es dejar ingobernable el país al gobierno que va a entrar”, recuerda.

Un balde de agua fría

Fila de chinandeganos, para votar durante las elecciones presidenciales, donde resulto ganadora Doña Violeta, marzo 1990. LA PRENSA/Archivo
Fila de chinandeganos, para votar durante las elecciones presidenciales, donde resultó ganadora Doña Violeta, marzo 1990. LA PRENSA/Archivo

La derrota cayó como gancho al hígado. Otro que estaba convencido de que el Frente Sandinista ganaría las elecciones era el poeta Ernesto Cardenal, quien se fue a dormir tranquilamente la noche del 25 de febrero de 1990. Sin embargo, pasada la medianoche lo despertaron para decirle de los desfavorables resultados. “Esa madrugada tuve una noche oscura. La más oscura de mi vida, yo creo. Acostado en mi hamaca no podía entender la voluntad de Dios”, cuenta en su libro La Revolución perdida.

Según Cardenal, cuando las primeras personas llegaron a decirle a doña Violeta Barrios de Chamorro que había ganado ella creyó que se trataba de una broma. Marina Acosta, la asistente de Cardenal, no quería aceptar la derrota y cuando finalmente lo hizo le dio un ataque de risa y llanto.

Según relata el libro, Tomás Borge se pasó varios días “postrado en una hamaca, sin comer, sin afeitarse y sin cambiarse de ropa, repitiendo todo el tiempo la misma frase enigmática: ‘Yo se los dije’”. Y Julio Valle-Castillo tuvo que recibir ayuda psiquiátrica porque pasó varios meses enfermo.

“O la bebemos o la derramamos”

Virgilio Godoy y Violeta Chamorro, formula presidencial de la UNO, febrero 25 de 1990. LA PRENSA
Virgilio Godoy y Violeta Chamorro, fórmula presidencial de la UNO, febrero 25 de 1990. LA PRENSA

En el Ejército las tensiones empezaron a vivirse desde el mediodía del 25 de febrero. Según Sergio Rafael Martínez, capitán en retiro del Ejército, las proyecciones no le daban al Frente una victoria con la que pudiera mantener el control de la Asamblea. Este asegura que el partido no llegaba ni a 30 diputados, que el 42 por ciento de votos que obtuvo fueron negociados y que el FSLN no estaba dispuesto a entregar el poder. Martínez explica que fue el alto mando del Ejército y el jefe fundador Humberto Ortega quienes convencieron a la Dirección Nacional y más específicamente a Daniel Ortega de entregar el poder.

El excapitán del Ejército manifiesta que aquella noche del 25 y la madrugada del 26 de febrero, la institución, que tenía unos 96 mil hombres, recibió un golpe bajo: una deserción total de 36 mil hombres.

Podés leer: El bálsamo del proceso electoral de 1990

Por este nivel de debilitamiento no les quedó opción. La Dirección Nacional y principalmente Tomás Borge propusieron una medida: entregar 100 mil armas de los almacenes para armar a reservistas, reclutas o simplemente simpatizantes del Frente Sandinista que estuvieran dispuestos a mantener la defensa de la revolución. “Se entregaron para tener la posibilidad de contar con hombres en caso de que no se entregara el poder o que hubiera una negociación fallida”, explica Martínez.

A pesar de que ya se había acordado entregar el poder, había un alto compromiso de disposición combativa. “Pero estaba en la sin remedio, o la bebemos o la derramamos. Y si hubiese habido una orden para que la resistencia reiniciara ataques o una confrontación mayor de invasión, hubiera sido un desastre en el país”, asegura Martínez.

El discurso memorable

Daniel Ortega aceptando la derrota electoral de 1990. LAPRENSA/Archivo
Daniel Ortega aceptando la derrota electoral de 1990. LAPRENSA/Archivo

A medianoche del 25 de febrero el asesor principal de la campaña de doña Violeta Barrios de Chamorro y candidato a diputado por Managua, Alfredo César Aguirre, tenía el resultado del conteo rápido que habían hecho las Naciones Unidas, en el que la UNO obtenía la victoria. Sin embargo, los miembros de la ONU y la OEA les pidieron que no se hiciera público todavía, que esperaran unas horas para que la noticia de la derrota fluyera en las estructuras del Frente Sandinista.

Eran las 2:30 de la mañana cuando le dijeron a doña Violeta que el Frente Sandinista ya estaba enterado de la derrota, pero que quería unas horas para preparar lo que le diría a su gente. A eso de las 5:00 o 6:00 de la mañana el candidato del FSLN, Daniel Ortega, compareció en cadena nacional de radio y televisión para admitir la derrota. Y el país se paralizó.

“Quiero expresarles a todos los nicaragüenses y a los pueblos del mundo que el presidente de Nicaragua, el Gobierno de Nicaragua, va a respetar y va a acatar el mandato popular emanado por la votación en estas elecciones”, dijo, vestido con camisa floreada y portando un espeso bigote negro.

Gonzalo Carrión amaneció en la calle. A él lo habían criado con la creencia de que los hombres nunca lloran y no deben llorar. Pero ese día, escuchando a Ortega comparecer ante el país, lloró. Pero más que las lágrimas que derramó, dice, lloró su corazón, porque para él esa no fue cualquier derrota.

La socióloga Sofía Montenegro, quien entonces era periodista del periódico sandinista Barricada, cuenta que todo el mundo estaba pegado a los televisores y a la radio para escuchar el discurso de la aceptación de la derrota de Ortega. “Fue un momento muy trascendental. Es una de las poquísimas ocasiones en las que se portó como un estadista, con un nivel de dignidad y coherencia”, explica Montenegro.

Recuerda que en Managua hubo un silencio ensordecedor después de aquel discurso y, según los reportes, la reacción era la misma en todo el país. “Una enorme nube de silencio se había posado encima de toda Nicaragua. Porque no hubo reacción de los que ganaron, fue como que todo mundo sentía que el primero que dijera algo derrumbaba esa paz”, dice.

Luis Sánchez Sancho, jefe de información y prensa de la campaña de doña Violeta Barrios de Chamorro, no durmió ese día porque “tenía que estar en pie de guerra”. La orden que se dio fue que absolutamente nadie saliera a las calles a celebrar para evitar choques y altercados con el sandinismo. “En la mañana me fui a la casa de campaña de la UNO y era impresionante que no había un alma en las calles. Solamente grupos sandinistas movilizados a pie o en camionetas que se dirigían a las casas de algunos dirigentes reconocidos de la UNO para (hacer) pintas (en) las casas y para hostigarlos”, asegura Sánchez Sancho.

Cardenal, en su libro La Revolución perdida describe algo similar. “Algo curioso fue que al saberse el resultado de las elecciones hubo en el país como un duelo nacional. Todas las calles de Nicaragua se veían silenciosas y vacías, sin ninguna demostración de júbilo de parte de los victoriosos. Parecía que los mismos que votaron contra el sandinismo se sentían arrepentidos y aún asustados de lo que habían hecho. Y un poco después, cuando los sandinistas salieron envalentonados a las calles, en todas partes eran proclamados como vencedores”, relata el poeta.

Los sandinistas en las calles

Daniel Ortega durante una visita a doña Violeta Barrios de Chamorro en abril de 1990. LAPRENSA/Archivo
Daniel Ortega durante una visita a doña Violeta Barrios de Chamorro en abril de 1990. LA PRENSA/ Archivo

Ese lunes 26 de febrero, según los diarios de la época, las turbas sandinistas salieron a las calles a quebrar vidrios, rayar paredes y apedrear las casas de los miembros de la UNO.

Aunque algunos miembros del Frente Sandinista aseguran que estos eran hechos aislados, según Henry Ruiz, eran turbas organizadas. “Aquí había un movimiento fuerte, organizado. Andaban indignados, entonces se les daba mecate largo”, explica.

Y doña Violeta Barrios de Chamorro se lo dijo a Daniel Ortega cuando este llegó a su casa en la tarde junto con el hijo de ella, Carlos Fernando Chamorro, para felicitarla por la victoria. “Le expliqué que había construido el jardín después que las turbas sandinistas vinieron a pintarme las paredes y a tirar piedras contra mis ventanas”, narra en su libro.

Lea también: El día que lloró doña Violeta Barrios de Chamorro

Una vez que Daniel Ortega entró a la casa de doña Violeta Barrios este echó a llorar. Ella lo abrazó y le dijo: “Mi muchacho, no pasa nada”, cuenta en su escrito. Alfredo César Aguirre, que estuvo ahí presente, cuenta que doña Violeta se veía maternal intentando consolarlo. “No, papito, no, papito. Todo está bien”, le decía.

En la noche de ese día, en León, las turbas sandinistas se pusieron intensas. José Pallais, jefe de campaña de la UNO en León, dice que se armó una fiesta de los miembros de la UNO. Asistieron unas dos mil personas. Pallais se fue a descansar, pero a las 9:00 de la noche lo llamaron por una emergencia en la casa donde se organizaba el evento. Estaba siendo atacada por una manifestación de sandinistas y estos decían que iban a quemarla. Pallais logró entrar por otras casas y cruzándose las tapias entró y llamó por teléfono a los observadores para que pusieran calma a la turba, que no logró atacar el lugar porque los jóvenes que estaban en la fiesta se subieron al techo y empezaron a lanzarle las tejas.

Esa misma noche los sandinistas salieron a las calles y organizaron un acto en una plaza pequeña. Henry Ruiz estaba en el público y recuerda a Daniel Ortega dando otro de sus memorables discursos. “Ante ese silencio salimos nosotros a dar el discurso reconfortador. Ahí se lanza la consigna y quiero reconocer ese mérito: ¡Gobernaremos desde abajo! Y partir de ahí se organizó el duelo de nosotros”, cuenta Ruiz.

Los resultados:

54.7% Violeta Barrios de Chamorro (UNO)
40.8% Daniel Ortega Saavedra (FSLN)
4.5% otros candidatos

Los participantes de las elecciones de 1990:

Violeta Barrios de Chamorro por la Unión Nacional Opositora; Daniel Ortega por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Eric Ramírez Benavente por una facción del Partido Social Cristiano. Moisés Hassan Morales por el Movimiento de Unidad Revolucionario (MUR). Bonifacio Miranda Bengoechea por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Isidro Téllez Toruño, del Movimiento Acción Popular Marxista Leninista. Fernando Agüero Rocha por el Partido Social Conservador (PSC). Blanca Rojas Echaverry por el Partido Unionista Centroamericano (PUCA). Eduardo Molina Palacios por el Partido Conservador Demócrata de Nicaragua (PCDN). Rodolfo Robelo Herrera por el Partido Liberal Independiente de Unidad Nacional (Pliun).

Contexto de guerra:

Las elecciones de 1990 pusieron fin al conflicto bélico que Nicaragua vivió desde 1979 hasta 1990: una guerra civil entre el Frente Sandinista de Liberación Nacional y el movimiento de la Contrarrevolución (Contra). Según el documento Battle Deaths Dataset, del Instituto de Búsqueda para la Paz de Oslo, Noruega, unas treinta mil personas murieron en esa guerra

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COMENTARIOS

  1. Moisés
    Hace 8 años

    Eso no fue taco a taco, no ves que su partido se llamaba UNO (Unión Nacional Opositora), la unión de varios partidos políticos, la ayuda de EEUU mediante la guerra.

    1. francisco gadea
      Hace 7 años

      y los rusos al otro equipo…

  2. Rally Carsu
    Hace 8 años

    Es necesario que se levante una persona capaz de frenar tanta injusticia, no con ideales políticos si no por el bienestar de toda nicaragua.

    vivimos en un país donde a lo bueno le dicen malo y a lo malo le dicen buenos; bueno no hay que asombrarnos

    ¿héroes? pero, ¿de que? quieren tapar sus sinvergüenza y sus hurtos con parques con wifi o construyendo malecones a la orilla de la playa y no se preocupan en limpiarla.

    dicen que hay unidad pero todos estamos dividido en partidos políticos donde todos quieren ser presidente con el cuento de que van a erradicar la dictadura orteguista y su fin es de enriquecerse.

    las elecciones son un fraude yo trabaje en las justas receptora de votos (J.R.V) y vi muchas anomalías donde llegaron a votar muchas personas que ya habían fallecido y casualmente por el frente sandinista.

    ¿donde esta nuestra bandera?
    ¿donde esta nuestro escudo?
    No existen.

    prometen paz y son ellos mismo cautivos de corrupción desde ya se proclaman ganadores sabiendo que las elecciones son un fraude total y las encuesta echas por ellos mismo afirman la victoria de noviembre.

    felicito ala prensa por mantenerse firme y no le tienen miedo al presidente inconstitucional daniel ortega saavedra y denunciar todas sus fechorías.

  3. Brillante Violeta
    Hace 8 años

    La unica mujer que se dio el lujo de derrotar de taco a taco a Daniel Ortega, doña Violeta Barrios de Chamorro.

  4. El Patriota
    Hace 8 años

    Es un hecho de admiración como en elecciones de 1990 Daniel Ortega logró un 40.8%, como logró ese apoyo a pesar de la guerra y el bloqueo económico, es un hecho de admiración.

  5. El Leones
    Hace 8 años

    El análisis final es que el Frente Orteguista es una organización anárquica que nunca entendera lo que es la democracia y por consiguiente sólo la violencia entiende. La reacción de no aceptar la derrota y “de gobernar desde abajo” es decir destruyendo lo que el gobierno construye constituye una reacción salvaje que ni las tribus más salvajes realizan. Esto “de gobernar desde abajo” se llevó a la práctica y no dejaron gobernar en paz a Violeta, Alemán y Bolaños. Si esa es su táctica nosotros podemos ponerla también en la práctica y “gobernar desde abajo” también. Abajo la dictadura Orteguista. Si a la democracia y la alternabilidad en el poder ejecutivo.

  6. Kilambe T.
    Hace 8 años

    Triunfo electoral memorable…y que gran pifiada por las componendas iniciadas en la misma madrugada del conteo de votos cuando se decidio regalarle mas de un 20% de votos que fueron de doña Violeta para evitar que se sintiera tan derrotado. Falto integridad para respetar la voluntad popular expresaba que claramente indicó que el pueblo quería la desaparicion de las practicas y valores “revolucionarios” que habian sido una gran estafa para beneficio de unos cuantos piñateros. Tristemente los males no se erradicaron de raiz; solo se podaron las ramas para que el cancer resurgiera, esta vez hibrido, con la combinación de los mal llamados “democratas” y la pirateria sandinista. Ahora 26 años despues recogemos los frutos de la desgracia nacional…y solo se añora al Somocismo, que resultó menos peor, despues de todo. Que tristeza…y ya no hay quien salve a Nicaragua de su desgracia!!!

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