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Danilo Arbilla

Entre presos y condecoraciones

Qué mundo mágico este. Mientras Cristina Fernández de Kirchner viaja a Ecuador a recibir una condecoración del gobierno de ese país, en Brasil fueron detenidos por la policía dos exministros de Hacienda de los últimos gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula Da Silva.

La viuda de Néstor Kirchner debió pedir autorización a la justicia para salir  del país. Tiene entre dos y tres causas en marcha. El enriquecimiento de la expresidenta y su familia, ha sido muy grande y se investiga cuán lícito o ilícito han sido los mecanismos para llegar a juntar tanto dinero.

Cristina en Ecuador, en tanto, disertará en el Encuentro Latinoamericano Progresista. Se habla de una nutrida y relevante concurrencia.

También se reunirá  con el secretario general de la Unasur, el expresidente colombiano Ernesto Samper. Muy poca trascendencia se le asigna a este encuentro: Cristina, hoy por hoy, puede ayudar poco e incidir menos en asuntos suramericanos; la Unasur como que ha pasado a un segundo o tercer lugar y ha perdido mucho espacio frente a las arremetidas del Mercosur y la OEA. Hoy los focos están apuntados a estas dos organizaciones por las que ahora parecen encaminarse las cosas, como consecuencia del triunfo de Mauricio Macri en Argentina y muy especialmente tras la destitución de Dilma Rousseff en Brasil. Poco para hacer tiene Samper, a lo sumo maniobrar para continuar en el cargo.

Todo esto, lo de las condecoraciones y congresos y las entrevistas es mero artificio según los analistas. Son una especie de estertores.

Lo que pasa en Brasil es lo que importa. Ya se ha visto el viraje en las organizaciones regionales como consecuencia del cambio de gobierno en el gigante sudamericano. Cambió Brasil y comienza a cambiar todo. Sin restarle méritos, es cierto, al nuevo secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien desde que asumió apuntó con decisión y fina puntería al caso Venezuela y cuando en el gobierno del Brasil aún estaba Dilma.

En estos tres meses que restan del año todavía, van a pasar muchas cosas que serán noticia. Hay hechos anunciados, como el referéndum revocatorio en Venezuela, que pase lo que pase ocupará las primeras planas. Si se hace, se da como casi seguro que Maduro caerá y habrá que llamar a elecciones. Si no se hace, habrá más de un temblor  a nivel regional, que no solo desacomodará a Maduro sino que puede arrastrar a algunos socios y amigos que todavía se entretienen en dar y recibir condecoraciones.

En Brasil como que ya pasó el tema del “impeachment”. Fue sustituida  la presidenta y a otra cosa. También se le aplicó el código a su principal enemigo parlamentario: Eduardo Cunha quien propició el juicio político a Rousseff, fue destituido como miembro de la Cámara de Representante.  Solo diez congresista votaron a su favor, y cientos en contra.

Y el mundo sigue andando. La semana próxima Macri recibe en la Casa Rosada a su  colega de Brasil, Michel Temer. Una entrevista sin duda más importante que las que tenga Cristina con Correa o Samper, y que seguramente tendrá otras consecuencias: Venezuela y el Mercosur, son los temas que encabezan la agenda en el encuentro presidencial, según fuentes del Palacio San Martín.

Y también los fiscales y los jueces siguen andando. Tanto en Brasil como en Argentina. Aparentemente con mayor firmeza y efectividad en el primero de los dos países. La justicia brasileña avanza sin prisa pero sin pausa: con la detención de los exministros Guido Mantega y Antonio Palocci se le complica la vida a Rousseff, y cada vez se cierra más el cerco en torno a Lula.

Y como se dice por estos lares en cuanto a que si Brasil estornuda el resto de los países se resfrían, ahora se asegura que si Lula va preso en Brasil, la justicia argentina terminará por animarse y entonces tras aquel le tocará a la condecorada Cristina en Argentina.

 El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

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