De acuerdo con la definición común, un hospital es un establecimiento en el que se brinda asistencia sanitaria a los enfermos; es atendido por personal profesional médico, de enfermería, auxiliar y de servicios técnicos; funciona durante 24 horas los 365 días del año; y cuenta con la tecnología, aparatos, instrumentos y recursos farmacéuticos que son indispensables.
No se menciona en esa definición, pero es uno de los elementos básicos de los hospitales, la higiene que debe haber en ellos como parte complementaria muy importante del tratamiento sanitario de los enfermos.
Así ha sido desde que surgieron en el mundo los primeros hospitales, como centros de acogida a huéspedes foráneos y particularmente a los que llegaban enfermos. Y así fue también en Nicaragua. Todavía hay quienes recuerdan a las religiosas caritativas que prestaban servicio en los hospitales, particularmente las monjas josefinas, celosas con la disciplina y el aseo en esos establecimientos de auxilio sanitario.
Sin embargo, en los últimos tiempos y sobre todo en la actualidad ya no es así. En estos días LA PRENSA ha publicado impactantes notas informativas de las periodistas Jennifer Castillo y Elizabeth Romero, que muestran el descuido y desaseo en algunos hospitales públicos, lo que al parecer es un problema de todos los centros hospitalarios administrados por el Estado.
Según testimonios de pacientes y familiares de enfermos internados en el Hospital Lenín Fonseca, uno de los de referencia nacional, allí “hay un mosquero en el día y en la noche, el montón de cucarachas”. “Con costo pasan una o dos veces aseando (las salas de Medicina Interna) para mientras pasan los doctores haciendo la visita (a los pacientes)”. Esto lo dijo un paciente que teme empeorar en vez de curarse, por la falta de higiene hospitalaria.
Esta situación “pone en alto riesgo a los pacientes a contraer bacterias y se exponen a salir de los centros (hospitalarios) más enfermos o hasta morir por esa causa”, dijo a LA PRENSA la experta en salud pública desde la sociedad civil, Ana Quiroz. Las exministras de Salud, Martha McCoy (liberal) y Dora María Téllez (sandinista disidente del FSLN), coinciden en asegurar que el problema no es por falta de recursos, sino por desidia y falta de vigilancia y eficiencia administrativa.
En realidad, la asignación para limpieza e higiene en los presupuestos de los hospitales públicos es insuficiente, mientras que la carga laboral de los trabajadores del área es excesiva. El Gobierno recauda muchos recursos con sus políticas impositivas agresivas a los contribuyentes, pero gran parte de ellos se destina a financiar organismos burocráticos corruptos (como el Consejo Supremo Electoral), o programas fachadistas y clientelistas, en vez de fortalecer los presupuestos de instituciones públicas primordiales como son los hospitales.
En abril de este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que más de cien distintas enfermedades se originan en riesgos ambientales y una de cada cuatro muertes en el mundo es causada por contaminación y falta de higiene ambiental. Habría que saber cuántas personas mueren en Nicaragua, no por las enfermedades que las llevan a los hospitales, sino por las infecciones y las complicaciones que sufren en estos debido a la falta de higiene ambiental y hospitalaria.
